Este personajazo que se ha hecho popular por sus transformaciones extremas (ganándose la admiración de Grimes, por ejemplo), se adentra en la música con canciones entre el pop almibarado y la última Poppy.
Microrrelatos en plano fijo, en una era en la que abundan planos secuencia, efectos digitales por un tubo y bandas sonoras que pretenden abrumar demasiado.