Ni Aphex Twin, ni Jamie xx, ni Florence + the Machine: este año, como el anterior, se ha llevado el premio Mercury un artista que casi nadie esperaba. Benjamin Clementine, que no está de moda especialmente ni en las corrientes populares o «mainstream» ni en las alternativas o «indie» y que iba, de hecho, último en las casas de apuestas a mediados de octubre, ha hecho el mejor disco del año en Reino Unido según el panel de expertos del prestigioso galardón. La pregunta, claro, es si el disco en cuestión, ‘At Least for Now‘, es de verdad tan bueno como ‘Dummy’, tan bueno como ‘I Am A Bird Now‘ o tan bueno como ‘Let England Shake‘. Lo cierto es que no está tan claro.
Hace casi justo un año os hablábamos de Clementine por primera vez, dedicándole un extenso «revelación o timo» en el que os contábamos su interesante historia personal (Clementine vagó sin casa durante meses por las calles de París antes de ser descubierto en el metro por dos importantes ejecutivos franceses). En aquel momento sugeríamos con bastantes reservas que Clementine pudiera convertirse en algo parecido al nuevo Nina Simone debido a la profunda, si bien extraña emotividad de su voz, y destacábamos en nuestra crítica del disco la originalidad de sus canciones, que, pese a emerger evidentemente de las raíces de la canción europea clásica o del jazz, sonaban «desatadas y libres», totalmente despreocupadas por los patrones convencionales y, por tanto, dotadas de una personalidad moderna y arrolladora. Lamentábamos, no obstante, que el álbum no incluyera grandes clásicos para la posteridad a la altura de un ‘Video Games’, algo que, un año después, seguimos manteniendo, y el principal motivo por el que nos sorprende su victoria en los premios.
Los comentaristas de aquel «revelación o timo» lo tuvisteis claro desde el principio: «fascinante descubrimiento», «pedazo de revelación» o «será un artista de largo recorrido» eran algunos de los comentarios que nos dejasteis en aquel artículo. Solo escuchando temas como ‘London’, ‘Condolence’ o ‘Winston Churchill’s Boy’ estaba claro que no necesitábamos a Paul McCartney para convencernos de que Clementine está destinado a ser una estrella, y ahora, sin que nadie lo esperara, le vemos arrebatando el premio más prestigioso de Reino Unido a la mismísima Florence + the Machine, haciéndose con el mismo galardón que conseguía su gran ídolo, Antony Hegarty, en 2005.
El álbum era muy bien recibido no solo por nuestros lectores sino también por la prensa especializada (75 de media en Metacritic). Sin embargo, el medio más influyente de todos, Pitchork, pasaba de reseñarlo por algún motivo desconocido. De hecho, en los últimos tiempos el Mercury ha ido a parar a artistas que curiosamente Pitchfork ha ignorado o de los que ha hablado mal, como alt-J o Young Fathers, en lo que parece una llamada de atención encubierta a su esnobismo. Pero, del mismo modo que no todo el mundo lee Pitchfork o sabe qué es, el público general sí ha aceptado a Clementine y su actuación en la pasada edición del BIME en Bilbao fue la más celebrada de todas. ¿Habrá sido el directo de Clementine fundamental en la decisión de entregarle el Mercury? Hay actuaciones en la gala y el jurado delibera teóricamente en vivo durante la misma ceremonia…
Confiesa Clementine ahora que en su vida habría imaginado llegar donde ha llegado porque fue en Francia, no en su natal Inglaterra, donde se hizo famoso primero. «En Inglaterra nadie había oído hablar sobre mí [y] siempre dije que, a menos que Inglaterra me aceptara, iba a sentirme muy, muy triste. Supongo que ahora me han aceptado demasiado». Sus palabras dan que pensar: ¿es ‘At Least for Now’ realmente mejor disco que ‘In Colour‘ y que ‘How Big, How Blue, How Beautiful‘ o es su victoria más bien una celebración de la originalidad y de la promesa de un músico que todavía ha de ofrecer lo mejor de sí? ¿Debería el premio haber esperado unos años a que Clementine hiciera el verdadero gran disco de su carrera a pesar de la innegable calidad del primero? ¿Se merece Benjamin, en definitiva, su premio Mercury?