Parte de la redacción evalúa ‘Jamás’ de Mónica Naranjo.
«¿Sabes cuando abres el periódico y lees cosas como «mueren tres personas tras ver una proyección de ‘La pasión de Cristo’ de Mel Gibson» o «la gente abandonaba la sala en mitad de ‘Anticristo’ de Lars Von Trier tras sufrir una crisis de ansiedad»? Nunca he oído que la música pueda producir esta impresión, pero lo más aproximado lo vi tras la edición de ‘Europa’ de Mónica Naranjo. He visto gente necesitando tomar asiento la primera vez que la oía. Nada de Beatles, ya me imagino perfectamente las caras que se vieron en aquel despacho de Parlophone la primera vez que sonó en la compañía ’Strawberry Fields Forever’, ¿pero quién es capaz de imaginarse las caras de aquel despacho de Sony la primera vez que terminó de sonar ‘Europa’? ¿Qué decir, qué cara poner, debajo de qué mesa meterte?
‘Europa’ ha preparado para todo lo posible, y por tanto no me he caído de la silla al oír ‘Jamás’, pero no me resisto de ninguna manera al dramón primero lacrimógeno luego de superación que plantea, bien rodeado de cuerdas, coros operísticos y los gritos de la propia artista. Por una razón muy sencilla: después de 7 años y varios giros en las modas, Mónica Naranjo sigue sonando tan diferente, tan “a mi puta bola, macho” que hasta me ha convencido de que esta es la manera de ganar nuevos fans, gente joven que alucine de que se puedan hacer canciones como esta como yo aluciné cuando me compré ‘Six’ de Mansun y salió aquella cosa llamada ‘Witness to a Murder (part 2)’. El tiempo pasó y ya nunca más escuché a Mansun ni aquella canción tan irrelevante, ¿pero cómo olvidar el momento en que descubres algo así? JAMÁS. ¿Ópera rock? ¿Y va a cantar en directo de verdad? Yo esto no me lo pierdo». Sebas E. Alonso.
«En 2008, cuando votábamos la lista de mejores canciones de aquel año, recuerdo que fui uno de los que defendió que la ‘Europa’ de Mónica Naranjo se merecía entrar en el grupo de las elegidas. Y lo hizo, aunque en el último puesto. Pero bueno, ahí quedó para la posteridad. Siete años después podría avergonzarme de ello. Nada más lejos de la realidad. Me sigue pareciendo igual de genial que la primera vez que la escuché. Es una canción que me pone en modo Manuela Trasobares desde que suenan los primeros violines. Me encanta el barroquismo. Me fascina su horror vacui, su exageración, su «mételo todo que todavía hay sitio para más». Una puta obra maestra. ¿Cómo superar aquello? Muy sencillo, no haciéndolo. Es imposible. Es verdad que ‘Jamás’ lo intenta, pero hay algo en ella que no termina de convencerme. Ni siquiera el vídeo ha conseguido levantar la canción. Igual es su temática, aunque creo que el problema es más mío que suyo. Me esperaba una vuelta de tuerca y la Naranjo se ha conformado con entregarnos una simple ópera rock de los setenta. Es muy ella, no lo dudo. Pero estoy seguro de que en un futuro nunca pronunciaré ‘Jamás’ con la intensidad con la que hoy digo ‘Europa’». Claudio M. de Prado.
«El exceso define a Mónica Naranjo. En ese sentido, ‘Jamás’ no decepciona. Es Mónica Naranjo en su más pura esencia, una especie de híbrido entre el poderío vocal de Rocío Jurado y el rock sinfónico de Within Temptation abordado desde un inevitable punto «kitsch» que resulta absolutamente memorable. También es cierto, sin embargo, que Naranjo sigue siendo la mejor vocalista que este país ha conocido en décadas y en ‘Jamás’ vuelve a demostrar, y lo digo sin ningún tipo de ironía, que la interpretación vocal, como el cine, la pintura o la misma música, es un arte en sí mismo. Por ejemplo, la inteligencia con la que Naranjo controla los altibajos de esta hermosa melodía vocal, que conoce varios momentos cumbre a lo largo de sus poco más de cinco minutos, es incuestionable. Por eso, por muy ridícula que suene por momentos, ‘Jamás’ no es otra cosa que un triunfo». JB.
«Lo de que ‘Lubna’ va a ser una ópera rock ya se nota, ya. Me imagino que ‘Jamás’ debe ser uno de los momentos culminantes, aunque este exceso excesivo se me ha quedado corto. Mucho «tchan-tchan», mucho requiebro y mucha demostración de poderío vocal de la Naranjo, pero a mí me ha aburrido bastante. Me falta cuerpo, sustancia y me sobra literalidad en la letra. Encima, me ha dado la risa tonta con la réplica vocal de cuando el niño escupe sangre. Malo si las exaltadas intenciones de Mónica se quedan en un festival del humor (supongo que involuntario)». Mireia Pería.