Oona y Salinger (Frédéric Beigbeder)
La última novela de Beigbeder (‘13,99 euros’, ‘El amor dura tres años’) es la menos autobiográfica de su carrera. Mala noticia para sus fans (aunque sigue asomando mucho el morro entre las páginas), gran noticia para mí. Siguiendo a su compatriota Patrick Deville, y por supuesto, al pionero de la novela de no ficción (que además aparece como un personaje en el libro), Truman Capote, Beigbeder construye un sugestivo, mitómano y muy, muy ameno biopic sobre el autor de ‘El guardián entre el centeno’ y la que fue su amor de juventud, Oona O’Neill (luego esposa de Chaplin y fuente de inspiración para ‘Desayuno en Tiffanys’). El autor mezcla con gran pericia realidad y ficción, documentación y fabulación, para crear una emotiva argamasa dramática con la que rellenar los huecos de la historia de (des)amor entre estas dos celebrities del siglo XX. Cómpralo en Amazon.
Verano azul (Mercedes Cebrián)
«¡Chanquete ha muerto!». Para muchos niños de los ochenta este grito de Pancho anunciando el fallecimiento del viejo pescador fue como si se abriera el infierno bajo sus pies. De repente, la muerte dejó de ser un esqueleto con capucha en una portada de un disco heavy para convertirse en una posibilidad real. Mercedes Cebrián fue una de esas niñas. La autora de este veraniego ensayo, subtitulado ‘Unas vacaciones en el corazón de la Transición’ (editado por Alpha Decay), utiliza la crónica en primera persona de la visita por los escenarios de la serie (que se puede hacer en Nerja guiada por el mismísimo Tito) como hilo argumental a través del cual ir enlazando diversas reflexiones -culturales, sociológicas, sentimentales- sobre el impacto de la serie, su extraordinaria vigencia (lleva catorce reposiciones) y la España en plena transición que retrata. Pero Cebrián no se olvida de la mitomanía. ¿Qué fue de… Bea, Desi, Piraña y, sobre todo, Pancho? Cómpralo en Amazon.
El mundo de la tarántula (Pablo Carbonell)
Esto va a sonar a peloteo, pero mejor eso que racanear los halagos. Es la primera vez que leo un libro de memorias impulsado no por quien las escribe sino por quien las edita. La vida de Pablo Carbonell no me interesaba especialmente. Más bien nada. Pero que su autobiografía la publique Blackie Books, en cuyo catálogo hay libros de memorias tan extraordinarios como ‘Instrumental‘ o ‘Cosas que los nietos deberían saber’, hizo que me acercara a ella con otros ojos. Y no me equivoqué. ‘El mundo de la tarántula’, que es como llamaba la madre de un amigo de Carbonell al mundo de la «farándula», es un divertido, emotivo y muy ágil recorrido por la vida (y alrededores) del cantante de Los Toreros Muertos y ex reportero de Caiga quien Caiga. Una revoltosa pero muy poco resacosa crónica de sexo (mucho y bisexual), drogas (muchas y variadas) y rock’n’roll (con mucho escupitajo a la industria) por el Madrid de la Movida del que Carbonell, como él mismo dice, fue uno de sus más traviesos «payasos».
La última salida (Federico Axat)
A la espera de leerme (y reseñar) el que parece está siendo el thriller del verano, ‘El Libro de los Baltimore’, voy a recomendar otro que me tuvo pegado a sus páginas como un chicle a una zapatilla. El argentino Federico Axat es como un Messi del thriller psicológico, alguien capaz de regatear una y otra vez al lector, meterle algún que otro caño y jugar constantemente con sus expectativas. ‘La última salida’ (Destino) comienza con un hombre a punto de pegarse un tiro en la sien, pero a quien realmente le acaba volando la cabeza es a nosotros. Giros inesperados, súbitos cambios de perspectiva, ritmazo y una avalancha de interrogantes que te harán rascarte el cuero cabelludo como un mono. Con ecos de ‘Shutter Island‘ o el cine de Lynch (a quien homenajea explícitamente), la jugada de Axat no acaba con un golazo por la escuadra, pero es tan vistosa y sorprendente que no importa si el balón entra de rebote.
Cocaína (Daniel Jiménez)
En vez de uvas, rayas de cocaína. Así celebra el año nuevo el protagonista de uno de los debuts más aplaudidos del año en España. ‘Cocaína’ (Galaxia Gutenberg) es un descarnado ejercicio de autoficción que, curiosamente, no está narrado en primera persona, sino en segunda. Este inusual punto de vista, autodiegético, es el mayor acierto de esta novela. Daniel Jiménez se desdobla y se narra a sí mismo una historia profundamente triste y nada complaciente de adicción, depresión y frustración. Un año en la vida de un treintañero madrileño, aspirante a escritor, que pasea su soledad y angst postadolescente por garitos de Malasaña, conciertos de Rufus Wainwright y esquinas para pillar «uno y donde siempre». Un autorretrato que se puede leer también como retrato generacional, reflexión sobre la escritura, libelo contra escritores, discurso antidroga y reflejo de la descomposición social de «un país de mierda».
American Smoke: viajes al final de la luz (Iain Sinclair)
Si estás pensando ir a Estados Unidos estas vacaciones, yo que tú metía este peculiar libro de viajes en la maleta. No te va servir para ver a qué hora abre la Estatua de la Libertad, pero vas a aprender más (o por lo menos de forma más hermosa) sobre ese vasto espacio geográfico, cultural y mítico que cien guías de viaje juntas. El británico Iain Sinclair, conocido en España tras el éxito (de culto, por supuesto) de ‘La ciudad de las desapariciones’ (Alpha Decay), cruza el charco y «llegué a América con la esperanza de volver a conectar con los héroes de mi juventud». ¿Quiénes son esos héroes? La Generación Beat, William Burroughs, Malcolm Lowry y hasta el chileno Roberto Bolaño. ‘American Smoke’ (Alpha Decay) no es un libro para leer mientras esperas en la cola de embarque. Su prosa es exigente y su erudición apabullante. Necesita atención. Pero el esfuerzo merece mucho la pena.
El ruido del tiempo (Julian Barnes)
No podía faltar. Julian Barnes nunca decepciona. Siguiendo la estela de su imprescindible ‘El loro de Flaubert’, el autor británico utiliza la biografía del músico más célebre y hostigado de la Unión Soviética, Dmitri Shostakóvich, para elaborar una lúcida reflexión sobre las siempre complicadas relaciones entre el arte y el poder. ‘El ruido del tiempo’ (Anagrama) es una ficción biográfica que funciona también como novela histórica, como retrato, más emocional que exhaustivo, de una época (la Unión Soviética bajo el Gran Terror) donde expresarse libremente, aunque fuera a través de notas musicales, tenía más peligro que hacer una función de titiriteros en Madrid. Te podían mandar con la música a otra parte, a Siberia. Barnes evoca tres momentos en la vida del compositor, tres fogonazos (la novela tiene apenas 200 páginas) a través de los cuales narrar sus esfuerzos por hacer oír sus susurros por encima del ruido del tiempo.
La España vacía (Sergio del Molino)
Si eres de los que pasó (o pasa) las vacaciones en el pueblo de los abuelos, te volverá loco este ensayo. Si no, también. ‘La España vacía: viaje por un país que nunca fue’ (Turner) es un libro sobre la España rural, interior y despoblada. Dicho así, a no ser que te interese mucho el tema, no parece muy atractivo como lectura de verano (ni de invierno). Pero esto no es el trabajo académico de un sociólogo. Por las páginas de este fabuloso ensayo aparecen Almodóvar, Buñuel, Machado, Joaquín Luqui, películas como ‘Surcos’, ‘Bienvenido, Mister Marshall’ o ‘Amanece que no es poco’, Labordeta y su mochila, los chanantes, los jevis de los 80 o la matanza de Puerto Hurraco. Sergio del Molino mezcla con una habilidad envidiable el relato de viajes, el ensayo histórico y sociológico, las referencias a la cultura popular y los apuntes autobiográficos. Una mirada a la España rural «con las manos en los bolsillos y no en la cabeza».
La muerte del Piyayo (Miguel Noguera) / Cuaderno Blackie Books
Vuelven estos dos clásicos anuales para llevar a la playa junto a la toalla y las palas (esas con las que nunca juegas pero que siempre llevas): el último de Noguera (y van cinco), con más ideas esquinadas, imposibles físicos, ciberpunk, «defensas jodidas» y, en esta ocasión, un DVD con un (fabuloso) Ultrashow; y el último Cuaderno de verano de Blackie Books (y también van cinco), con más ejercicios, tests y pasatiempos sobre música, series, literatura, cine, sexo, peinados, últimas palabras antes de morir o helados viejunos. Dos libros que son como una crema solar para albinos, su lectura crea a nuestro alrededor una gruesa capa protectora que no deja pasar ningún estímulo veraniego –canciones, moscas, conversaciones, peste a rebozado- perjudicial para nuestra salud y sensibilidad.