Se ha hecho de rogar, pero el catalán Miqui Puig ha vuelto al estudio de grabación junto a su Agrupació Cicloturista (Marc Botey, José Robisco y Joan Vergés) para presentarnos su última criatura, una ‘Escuela de Capataces’ en la que el northern soul, el pop y el rock se alinean en nombre de la sabiduría y el sentido de la verdadera amistad. De ello hemos hablado largo y tendido con él, además de sobre cómo afronta el paso del tiempo en sus carnes, su colaboración con Jeanette, su paso por el aún recordado ‘Factor X’ o las posibilidades reales de que algún día se decida a rescatar a Los Sencillos. Sin duda, es un gran conversador y una figura siempre a reivindicar sin pelos en la lengua.
Miqui Puig actúa el 30 de marzo en Madrid, el 31 de marzo en Zaragoza, el 21 de abril en Girona, el 5 de mayo en El Prat (compra tus entradas en Ticketea) y el 6 de mayo en Tarragona.
Con la tontería hacía años que no te atrevías a lanzar un álbum. Sí que has ido mostrándonos alguna que otra canción, pero ‘Impar‘ data de 2008 y el EP de versiones ‘Homenaje a Barcelona’ es de 2010.
Se pasa muy rápido el tiempo. He estado cinco años haciendo radio diaria en el programa Can Tuyus, y además hicimos un espectáculo con la orquesta del Taller de Músics que presentamos en el festival SOS y en la Mercè para el que estuvimos nueve meses trabajando a pesar de ser sólo dos conciertos. Pero por las notas que iba escribiendo por entonces, la génesis de este disco ya estaba ahí. El primer single, ‘Los Módena‘, lo escribí realmente en 2010. Ha sido un trabajo de escribir en muchas libretas y tener antes el concepto que las canciones en sí. Hace cosa de dos años fue cuando mi manager me dijo que me pusiera las pilas. Al acabarse el programa de radio fue entonces cuando me arremangué y me puse manos a la obra.
«El disco tiene una decadencia bella. No dejo de ser un hombre en decadencia con una edad en la que empieza a fallar todo»
‘Vos Trobava a Faltar‘, la canción que cierra el álbum, también tiene sus años, ya que la presentaste en la sala Apolo en un concierto especial de Navidad en 2013.
Grabé esta canción en una fábrica de botones del Poblenou con la gente que trabajaba por allá. Ya se mascaba un poco el concepto de la Agrupació Cicloturista porque, al igual que el disco, tiene una decadencia bella como digo yo.
¿Decadencia bella? ¿Qué quieres decir?
Para mí sí lo es porque no dejo de ser un hombre en decadencia con una edad en la que empieza a fallar todo. Lo tengo asumido.
¿Qué empiezas a notar ya?
Las gafas, las rodillas, que todas las citas que ahora tengo son con médicos y no con señoras… Mañana, por ejemplo, tengo una intervención normal de un señor de mi edad. Una vez Julián Ruiz me dijo «tienes que hablar de ti, de que eres un chico gordito y tal». Esa fue una frase que me marcó mucho porque en ‘Colección de Favoritas’ de Los Sencillos ya parece que empiezo a hablar de mis cosas en primera persona. En este nuevo disco sí que quizás la primera persona la he camuflado algo más.
Eso mismo te iba a decir, la primera persona tampoco es que se manifieste mucho en ‘Escuela de Capataces’.
No, pero sí que hay cosas mías y de mi entorno. Aunque en realidad trata de que tenemos casi cincuenta años y nos sigue poniendo enchufar la guitarra. En vez de hablar de noches inacabables y drogas, ahora ya se nos viene la tarde encima comiendo un cocido. Con 48 años ya cambian los planes de uno.
¿Te asusta hacerte mayor?
No, para nada. De hecho es lo más chulo del mundo. Yo siempre digo que a partir de los 40 es cuando empecé a hacer las mejores cosas porque ya tienes un bagaje. Los personajes del disco son un poco así. Lo ves todo con mayor sabiduría, sin que eso implique que mi sabiduría sea mejor que la tuya, por supuesto. Mucha gente de mi edad que sigue haciendo arte habla siempre sentando cátedra, pero yo soy un artesano y esa es una cosa que reivindicamos desde el minuto cero.
¿Cómo empezó a fluir este nuevo trabajo?
Es un disco del que tuvimos primero de todo un esquema, el título, cómo queríamos sonar y el planteamiento de la parte estética. Luego fueron surgiendo las canciones a fuego lento.
¿De dónde surge el nombre de la Agrupació Cicloturista?
Las agrupaciones cicloturistas son señores que hacen ciclismo de forma amateur y que la única preocupación que tienen es dónde pararán a desayunar después de hacer ochenta kilómetros. En eso mismo nos hemos convertido nosotros. Esa es una de esas cosas que a uno le hacen feliz porque hacer rock’n’roll a estas alturas y ganar mucho dinero ya sé que es imposible por el tipo de música que hacemos. Tanto aquí como en cualquier otro país.
¿Es complicado trabajar contigo?
Para nada, a pesar de ser obsesivo. Como mi buen amigo Mozz siempre tengo que tener a un Boz Boorer detrás para que lime todas mis neuras.
«He tenido momentos de workaholic total y a base de ingresos hospitalarios aprendes»
¿Eso es bueno o malo?
Ser obsesivo es muy malo. Con los años he aprendido que no todo el mundo puede seguir mi ritmo o piensa las veinticuatro horas del día en lo mismo que yo. De eso te das cuenta con los años haciendo muchas otras cosas y, sobre todo, trabajando en equipo. Por ejemplo, haciendo un programa de radio junto a nueve personas, o cuando trabajas con bandas nuevas y no puedes exigirles tu mismo tiempo de trabajo… He tenido momentos de workaholic total y a base de ingresos hospitalarios aprendes. Soy una persona muy nerviosa y eso siempre pasa factura de alguna manera. Hay muchos que dicen que hago de todo, pero la verdad es que no sé hacer otra cosa. Siempre intento parir ideas y soy consciente de que dentro de unos pocos años ya tendré una edad y me será más difícil subirme al escenario.
Recuerdo que al tiempo de lanzar ‘Impar’ te quejaste públicamente de lo frustrado que te sentías porque el disco no tuvo la recepción que a primeras esperabas por cosas que se escapaban de tus manos.
Ahí lo que tienes que hacer es lo que hice yo: analizar la situación. No soy de los que echa la culpa a los demás, para nada. Como dices tú hay muchos imponderables y cosas que se escapan de nuestro control. El disco, visto con perspectiva, quizás no estaba tan elaborado como ‘Casualidades’ o como este de ahora. Cuando algo no funciona vuelves a tus cuarteles de invierno, te relames las heridas y analizas el por qué y tu futuro. Es frustrante, pero para nada un motivo para cortarse las venas. Ahora me pasa una cosa muy curiosa, y es que con los primeros avances de ‘Escuela de Capataces’ mucha gente joven se me ha acercado y me ha dicho que le gustaba mucho ‘Casualidades’. Los discos pueden volver a la vida de la gente aunque ya estén de luto. Para mí eso es súper bonito. De repente pasan cosas como que Julio Bustamante te dice que es fanático de ‘El Sirviente’ del disco ‘Impar’. Que Julio te diga algo así de una canción tuya ya es un triunfo.
Siempre ocurren cosas inesperadas…
Cuando llegas a mi edad el día a día es muy distinto. Para este disco tenía las maquetas prácticamente acabadas y una fecha para entrar al estudio cuando, en mitad del proceso, murió mi padre. Lógicamente entré a grabar el disco de una forma distinta a la que había preconcebido. Ni mejor ni peor, simplemente diferente.
Cuando fallece alguien querido hay quienes prefieren pararlo todo y tomarse su tiempo y los que, como creo que hiciste tú, siguen adelante a pesar de la pena y la adversidad.
Soy hijo de obreros. Mi padre era un pagès reconvertido a la industria y mi madre una ama de casa que ha trabajado en mil cosas. En mi familia no se ha concebido otra vida que la de trabajar y tirar hacia delante. El arrope de una banda también es muy importante. Este es un disco de clan, un disco en el que reivindico que los amigos que siempre están ahí son los que van a ponerte en pie cuando te has emborrachado. Hasta que el álbum no estuvo mezclado sí que no me di cuenta de cómo habían salido las canciones. De hecho hay un tema, ‘La Hora del Brindis’, compuesta antes de que pasara esto, que habla de los amigos perdidos. Mi hermano hace los coros aquí y en el resto de canciones y dice que cuando grabó las voces fue muy emocionante para él porque en realidad también brindábamos por nuestro padre.
¿Cómo afrontas la gira?
Con muchísimas ganas. No voy a tocar en estos próximos conciertos ‘Bonito Es’, pero sí que entrarán otras canciones de Los Sencillos que me apetece tocar.
Recuerdo que la última vez que hablé con Oscar D’Aniello de Delafé me comentó que antes de arrancar una gira se machacaba en el gimnasio porque todo concierto requiere de un gran esfuerzo físico. ¿Tú también te preparas de alguna forma?
Totalmente. Yo voy cada día a correr y a caminar según me dejen las rodillas. Aunque creo que, de hecho, la preparación es más mental que física. Evidentemente ya no soy el Ian Curtis que era de joven bailando muchísimo. Pero, no sé, pienso que el estar preparado de la cabeza es lo más importante. Los próximos conciertos van a ser algo muy punk porque vamos a tocar el máximo de canciones posible en el tiempo que tengamos. Entre canción y canción no voy a dar la chapa hablando de nada porque la gente ya me conoce. Tengo un sentido del ridículo muy extremo y no me gusta dar mi opinión sobre según qué temas frente al micrófono.
¿Con los años has aprendido a autocensurarte, a callarte sobre según qué cuestiones?
Sin duda. En estos tiempos que corren debes medir mucho lo que dices o piensas. Los primeros años de Twitter para mí fueron de locura máxima, y en el blog que tenía no era consciente de que muchas de las cosas que escribía después la gente las iba a leer. En los últimos años me he censurado, y no es una cosa que me avergüenza decir.
«Soy un personaje desde el momento en el que a finales de los ochenta sale un cantante con unos grandes carrillos y una barriga con la que baila y no pasa nada»
¿Los Sencillos hubiesen ido mejor si hubieran estado en activo años más tarde? Imagínate que hubieseis sido un grupo dosmilero.
Yo estoy haciendo ahora lo que me hubiera gustado hacer en los ochenta. Por entonces nos hartamos de escuchar eso de “estáis avanzados” o “en Inglaterra esto hubiera funcionado estupendamente”. Ya, pero no éramos ingleses, sino unos catalanes de L’Atmella del Vallès que vivían en Barcelona y unos freaks de la música, sin más.
¿Te consideras un personaje?
Yo no. Pero mis amigos dicen que sí soy un personaje aunque yo no lo quiera.
Pero eso bueno, ¿no?
Sí, pero no lo es tanto asumirlo. Soy un personaje desde el momento en el que a finales de los ochenta sale un cantante con unos grandes carrillos y una barriga con la que baila y no pasa nada. Cuando ahora veo a Rag’n’Bone Man vendiendo un montón de discos parece que ya no importan tanto esos estereotipos. Desde los 2000 sí que parece que eso se ha normalizado más.
¿Hubo alguien en tus inicios que te recomendara quitarte unos kilos?
Sí. Incluso había una leyenda que decía que Ariola me había pagado para que me adelgazara. Siempre ha habido bulos de estos.
Escuchando el disco, mi favorita, aparte de ‘Los Módena’, es ‘Sofía Schmitd-Pérez del Oso’.
‘Los Módena’ ha gustado mucho desde el principio. No esperaba que resaltara tanto. Para mí es una de las canciones más bonitas que he escrito, pero lo mejor es que a según quién cada canción le recuerda a muchas otras cosas. Cuando empezamos a trabajar en ‘Sofía Schmitd-Pérez del Oso’ yo tenía claro que quería que sonara a white funk, pero a su vez quería ser Bowie y ha acabado siendo Orange Juice. Aparte tiene ese rollo madrileño que aquí no tenemos de que las chicas tienen su nombre y apellido. Y si el apellido es compuesto pues como que mucho mejor. Sofía bien podría ser una colaboradora de Vogue.
También me ha sorprendido mucho el spoken word de ‘La Teoría del Hombre Invisible’.
Es la favorita de mi chica. Cada día en el programa de radio hacía tres microrrelatos y quería aprovechar aquello en una canción. Antes de hacer el disco recuerdo que ya le había dicho a Kiko Amat que alguna vez quería hacer un spoken word porque me gustaban los spoken de los cantantes de soul. En una tarde escribí toda la historia de arriba a abajo y cuadró con una de las melodías que tenía. Va a ser la más difícil de trasladar al directo, sin duda.
¿Qué ocurrió con Los Sencillos?
Pues que se acabaron, sin más.
¿Sin más?
La primera formación duró hasta 1996, hubo después una segunda y, para alguna gente, incluso duramos demasiado. Justo cuando íbamos a grabar un disco en directo murió el director de la compañía que nos había fichado, así que el grupo estaba en un limbo en el cambio de milenio en el que ya nos consideraban viejos los más jóvenes. Cometí el error de hacer unos conciertos después que me dejaron un sabor de boca muy malo. Con los años he aprendido que si algo se termina, se termina. Hay que enterrar las cosas y hacer el duelo. Algún día sacaremos un grandes éxitos de Los Sencillos que tenemos en capilla. En algún momento sí que hubo un atisbo de comeback para hacer algún concierto, sí, pero tampoco fuimos un grupo que dejara un legado tan fuerte como por ejemplo 091 u otros. Hacer una gira de retorno a estas alturas te limita a hacer una Sala Apolo y una Riviera como mucho, por lo que tampoco tendría mucho sentido.
Siendo consciente del público limitado que pudiera estar a favor de ese retorno, quizás sería divertido para ti rememorar aquella época.
Es que tampoco me veo cantando algunas canciones. Lo bueno que tengo ahora es que dependiendo de la temática sí que puedo colar algún tema de Los Sencillos en los próximos conciertos. Volviendo a Morrissey, cuando durante los primeros años en solitario no cantó ni una puta canción de The Smiths, la primera vez que sí interpretó ‘There Is a Light That Never Goes Out’ fue un regalo para la gente que estuvo militando en los años de desierto. Si en esta gira hacemos el salto a Latinoamérica quizás sí que caerán más temas de Los Sencillos en el repertorio.
¿Teníais una buena base de fans al otro lado del charco?
Los discos llegaban ahí porque los que venían a estudiar a España se los llevaban a sus países de origen. De hecho, ahora no recuerdo quién, pero un músico que fue a actuar a Chile me dijo que había un bar llamado ‘Doctor Amor’ por la canción. Esas son las pequeñas cosas que nos dan vida después de tantos años porque, evidentemente, no tengo una casa con piscina.
«Logré que Jeanette cantara conmigo y que los Air fliparan y estuviéramos hablando para hacer un disco entre España y Francia con ellos y Jeanette»
¿Por qué, en el hipotético caso de que hubiera esa vuelta a los escenarios, dejarías ‘Bonito Es’ de lado?
Si hiciéramos ese comeback oficialmente ‘Bonito Es’ sí tendría que aparecer. Pero bueno, ahora te digo eso y a lo mejor dentro de dos años me da la venada y la canto en la gira de ‘Escuela de Capataces’. Cuando alguien quiere ser peyorativo me dice que ese fue mi one hit wonder, y la verdad es que sinceramente creo que no porque he tenido la suerte de escribir otras canciones poderosas como ‘El Sirviente’, ‘Te Quiero Ahora, Te Quiero Luego’ o ‘La Puta Canción de Amor en la que el Chico Gana’ con la que logré algo brutal: que Jeanette cantara conmigo y que los Air, esto es algo que pocos saben, fliparan y estuviéramos hablando para hacer un disco entre España y Francia con ellos y Jeanette. Entraron terceras, cuartas y quintas personas, y Jeanette nos dijo que no porque ella está muy cómoda en su universo. Eso sí, la tarde que Jeanette entró al estudio fue un sueño para mí, un sueño que logré. La llamé y me dijo que no en un primer momento, pero después le envié un mail y al final se vino con su marido desde Madrid para grabar. Se resistió bastante, pero al leer mi mail y todo lo que le contaba la tía apareció. Aquello fue un hito porque después sólo volvería a cantar con Bunbury.
«No me compensaría volver a un talent show como ‘Factor X'»
Recuerdo como si fuera ayer tu maravillosa participación en ‘Factor X’, más que nada porque algún día me encantaría hacer de jurado en un talent show como ese. Ahora, si te propusieran algo parecido, ¿aceptarías la oferta?
No, ya no. No me compensaría. De hecho antes hemos pasado de puntillas el tema, pero si algunos me consideran un personaje público fue por ese programa. Ahí sí que hacía de personaje exagerado, sin duda, pero hay muchas circunstancias en las que en España los talent shows no son como en el extranjero. Al entrar en ‘Factor X’ a mí me dijeron que trabajaríamos como los ingleses… Cuando Leona Lewis triunfó en el programa le prepararon un disco con los mejores productores del momento, mientras que aquí ganas un talent y te hacen grabar las canciones de las que una discográfica tiene los derechos en ese momento para seguir con la endogamia. Y esa es la misma endogamia de las radios comerciales. Eso debía decirse de antemano porque el negocio es así. Después de aquello a mí me han venido a buscar para otros talents, y quiero pensar que entre algunos sectores de la televisión estoy mal visto porque no me presté a seguir con aquello. De todos modos, los cuatro años en los que estuve fueron geniales, aprendí muchísimo y me lo pasé súper bien porque encima estuve viviendo en Madrid, que es una de mis ciudades favoritas. Aunque yo era el típico que cuando acababa el programa me iba a las salas de conciertos, no me iba el faranduleo.
Si no te llama, no te llama. Tampoco hay que darle más vueltas.
En el momento fue guay, pero tanta exposición también te quema. En el mundo de la música te bajas del escenario y puedes estar tranquilo. Recuerdo que los primeros programas eran grabados y que cuando se estaba emitiendo ya estaba justo en un restaurante con una chica y, de repente, la gente no me quitaba ojo de encima. Yo ya me había olvidado de que lo habíamos dejado todo grabado semanas antes y me pilló por sorpresa aquello. Pese a todo, como te digo, fue un hito para mí como persona y como personaje.
¿Crees que naciste en la época equivocada?
Uy, no. Si hubiera nacido en los sesenta, conociéndome, los grises me hubieran metido en la cárcel. En el disco dejo claro que la nostalgia no nos sirve para nada. Como decían Astrud la nostalgia es un arma, y por eso es mejor no tocarla.
¿Cómo te gustaría que la gente te recordara?
Como compositor de canciones pop bonitas. Ahí es donde mejor me manejo. Todo lo demás son accesorios. En momentos duros eso es con lo que me quedo. Recuerdo estar en un restaurante con Martirio y Alaska y que me dijeron “tío, a seguir” cuando llegó el final de Los Sencillos y no sabía muy bien por dónde tirar. Todos tenemos momentos delicados en los que nos planteamos dejarlo todo.
¿Qué esperas de este año?
Tocar mucho. Esa es mi máxima ilusión. Estos dos últimos años han sido de retiro y observación para salir y volver a tocar.