Sparks / Hippopotamus

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Sparks / Hippopotamus

sparksSparks son una de las más felices anomalías de la historia del pop. Para añadir más anomalía (y felicidad), tras la fusión con Franz Ferdinand (¡otra feliz anomalía!), se han marcado un señor discazo. ¿Cuántos grupos conocéis que, a la altura de su 23º disco (24º si incluimos el de FFS), continúen produciendo obras relevantes? Pues los Sparks. Y ya. Los que no soporten los alardes vocales de Russell ni los fondos musicales de Ron, que no se acerquen. Pero los fans lo gozarán como cochinillos en lodazal.

Pero eso no quiere decir que este sea el típico “disco-para-fans”. Muy al contrario, porque ‘Hippopotamus’ podría servir perfectamente como introducción en el universo Sparks a los legos. ‘Hippopotamus’ es un disco insolente, que rebosa “sparkicidad” y en que se muestran deliciosamente irritantes. Más barroco y solemne (al menos en apariencia) que ‘Exotic Creatures of the Deep’ (2008), recuerda un poco a ‘Hello, Young Lovers’ (2006)… pero mejor. ‘Hippopotamus’ es un musical controladamente desquiciado, divertidísimo, sarcástico, con canciones memorables y repletas de frases lapidarias. En él los hermanos Mael lanzan casi todos sus dardos envenenados contra tipos maduros, conservadores y chauvinistas; WASPs de la peor especie que pretenden vender sus anodinas existencias como un ideal al que el resto del mundo occidental (y no occidental) ha de aspirar (¿alguien ha dicho Trump?).

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Los números que se suceden son caballos ganadores en su mayoría. Tras ‘Probably Nothing’, una gran introducción a piano propia de un musical clásico, llega la pieza de pop beatleniano (¡esa pandereta!) ‘The Missionary Position’, una descacharrante celebración, entonada muy en serio por Russell, de justo eso: la posición del misionero. El narrador explica por qué es mejor dejarse de inventos y tirar por lo conocido (“es un poco retro y algo demodé / pero sabes que a ella le hará sentirse bien”). O ese “Vive deprisa y muere joven / demasiado tarde para eso” que cantan en ‘Edith Piaf (Said It Better Than Me)’, una fantasía sobre la soñada-pero-nunca-vivida vida de bohemia en París. Precisamente esta es la pieza que más se acerca al disco de FFS, gracias a un estribillo y crescendo poderosos y un final marcial. También hay bombas pegajosas y sincopadas como ‘Giddy Giddy’, improbable cruce entre Broadway y ritmazo R’n’B; mezclas de hard rock y manierismo en ‘What the Hell Is It This Time’, una bofetada a la religión utilitaria… Un inicio bastante apabullante, cuya concatenación de temas sienta como estar montado en la montaña rusa mientras sube y sube. Para culminar, el single ‘Hippopotamus’, una delicia a la manera de canción infantil perversa que recuerda a otro gran clásico de Sparks, ‘The Rhythm Thief’. Sostenida sobre cuerdas minimalistas, a las que se suman coros operísticos hasta que rompe en un estribillo rococó, engancha hasta niveles insólitos. Te perseguirá y, a la hora de ir a dormir, te encontrarás cantando eso de “There’s a hippopotamus, a hippopotamus, a hippopotamus in my pool”. Una maravilla, vamos.

Quizás el tramo final baje un poco (poquito) el nivel. Destacan la hilarante ‘I Wish You Were Fun’, pizpireta y malintencionada, el pastiche ‘When You’re a French Director’, una enumeración de jocosos topicazos con cameo (¡y acordeón!) a cargo del french director Leos Carax y el cierre con el tema más operístico del álbum, ’Life with the Macbeths’, con la voz invitada de Rebecca Sjöwall. Todo conforma un disco que merece ser añadido a la pila de obras clásicas de los hermanos Mael y que sería perfecto si fuera algo más breve. O no. Al fin y al cabo, el exceso también forma parte del encanto inmarchitable de Sparks.

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Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘Probably Nothing’, ‘The Missionary Position’, ‘Edith Piaf (Said Better than Me)’, ‘What the Hell in this Time’, ‘Hippopotamus’
Te gustará si te gusta: el pop barroco y manierista, desde The Divine Comedy a The Magnetic Fields.
Escúchalo: Spotify

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