Dolores O’Riordan ha muerto a los 46 años de edad de manera repentina. La cantante irlandesa fue una de las mayores estrellas del pop internacional durante los años 90, tras vender 40 millones de discos junto a The Cranberries, muy especialmente gracias al éxito en Estados Unidos, ese que el 99% del Brit Pop desconoció, de sus dos primeros discos, ‘Everybody Else Is Doing It, So Why Can’t We?’ (1993) y ‘No Need to Argue’ (1994). España jugó un papel fundamental en su carrera a pesar de que la banda nos llegara tarde: sus dos grandes obras maestras, ‘Dreams’ y ‘Linger’, no sonaron en radio a su edición a principios de los años 90, pero el disco que contenía ‘Zombie’ y ‘Ode to My Family’ fue el álbum más vendido en España en 1995 y en nuestro país funcionó muy por encima de la media su cuarto largo, ‘Bury the Hatchet’ (1999). Mientras fracasaba en los países anglosajones, aquel disco era multiplatino por aquí gracias a lo que calaron ‘Promises’, ‘Animal Instinct’ y ‘Just My Imagination’, las dos últimas a la postre de sus canciones más escuchadas en las plataformas de streaming pese a no haber sido el single principal del álbum.
A día de hoy ‘Zombie’ sigue siendo un éxito: sus streamings en Youtube son monstruosos (653 millones), por encima de los del himno generacional que lo influyó, ‘Smells Like Teen Spirit’ de Nirvana, y además esta grabación acaba de ser sampleada por Eminem, que esta Navidad devolvía al top 20 de singles en Reino Unido a Dolores a través de esa adaptación, ‘In Your Head‘. Compuesta por Dolores O’Riordan completamente en solitario, es sin duda una de las canciones escritas por una mujer completamente en solitario más exitosas de la historia. Alanis, por ejemplo, escribía todo su debut internacional, al que Dolores se jactaba de haber influido, en compañía de Glen Ballard. Salvo el guitarrista de Cranberries, Noel Hogan, en la mitad de su repertorio, y alguna colaboración puntual con gente como Angelo Badalamenti, mano derecha musical de David Lynch, que siempre reivindicó su preciosa voz, Dolores nunca recurrió para bien o para mal a co-autores de confianza ni a hacedores de hits, abogando por la autenticidad frente a las «copias» de la industria.
Sin embargo, la carrera de Cranberries es indisociable de las malas críticas, no hacia sus álbumes más holgazanes, como ‘Wake Up and Smell the Coffee’ (2001), en el que se trataba sin demasiado éxito de recrear el magnetismo de ‘Dreams’ y ‘Zombie’ en ‘Analyse’ y ‘This Is The Day’; hacia el rococó y recargado ‘To The Faithful Departed’ (1996); o hacia el desconocido ‘Roses’ que en 2012 supuso la reunión del grupo tras años de parón. Quitando la revista Q, AllMusic y poco más, también los dos primeros discos de Cranberries tuvieron malas críticas, siempre concentradas en torno a las peores rimas de las letras, o en la excesiva inspiración en Sinéad O’Connor, los Smiths (no en vano su productor casi siempre fue Stephen Street, colaborador de los Smiths y productor y co-autor del primer Morrissey) y los Sundays, grupo que Dolores decía desconocer («fui a verlos y salí de allí con una sonrisa de oreja a oreja porque no se parecían nada a nosotros», dijo la artista en una ocasión).
La propia Rolling Stone que en marzo de 1995 les daba una portada tras el bombazo que supusieron ‘Zombie’ y ‘Ode to My Family’ había puntuado meses antes con 2 estrellas ‘No Need To Argue’, disco que por supuesto no conoció nominación al Grammy ni ningún otro premio relevante. Es cierto que Dolores no era la letrista más trabajadora ni disciplinada ni ocurrente. Su insistencia en que desconocía la música pop (tuvo feos considerables con Catatonia, The Corrs, largo etcétera) y con que no le gustaba leer, no le hicieron ningún favor como autora. Pero negar que tenía una de las voces más carismáticas, reconocibles y bonitas del mundo musical es una insensatez. Es curioso cómo la crítica musical más underground pasaba constantemente por alto la belleza de una voz que nunca dio una mala nota en directo, como si no fuera un elemento a tener en cuenta siquiera. ¿Era excesiva? Quizá en ocasiones, ¿pero no era hermoso el modo en que se merendaba ‘Empty’ o la propia ‘No Need to Argue’? ¿Era tan insoportable su timbre en la compleja producción 10/10 de ‘I Can’t Be With You’?
De igual modo, el valor melódico del repertorio primigenio de Cranberries es absolutamente incuestionable. Sus canciones solían construirse a partir de 4 acordes repetidos en bucle, pero el grupo supo crear verdaderas joyas a partir de ese truco, como fue el caso de la obsesiva y apesadumbrada ‘Not Sorry’, de la reconfortante ‘Dreaming My Dreams’ que Dolores escribió durante un Día de Navidad para el que fuera su marido y mánager durante 20 años, y por supuesto de ‘Linger’, a todas luces una de las mejores canciones de amor de la historia, capaz de conquistar tanto a Michael Stipe como a Rufus Wainwright. Igualmente, a menudo sus composiciones se pegaban careciendo de estribillo como tal, como fue el caso de exactamente medio ‘No Need to Argue’; de ‘Dreams’, de letra circular; o incluso de ‘Animal Instinct’, que presentaba en su lugar un pre-estribillo, un falso estribillo que jamás llega a volver a aparecer y una outro estupenda a la que sucede un punteo evocador ultra The Cure.
Incluso en sus horas bajas de popularidad e inspiración, The Cranberries nos dejaron maravillas. ‘Salvation’ con su letra anti-droga y su frase ridiculizada por la prensa ad nauseam («atad a vuestros hijos a sus camas / limpiad sus cabezas») podía ser un cuadro, pero como hitazo de punk pop de 2 minutos era todo un tiro. Aquel tercer disco incluía maravillas como ‘I’m Still Remembering’ o la cincuentera ‘When You’re Gone’ (qué lástima no haber tenido un disco de Dolores de doo-wop); del quinto se podían rescatar temas pop estupendos como ‘Do You Know’, ‘Every Morning’ o ‘I Really Hope’; e incluso del sexto ‘Tomorrow’ y ‘Roses’, sobre la muerte de su padre. En su carrera al margen de Cranberries y además del par de experimentos grabados con Angelo Badalamenti, Jam & Spoon o Jah Wobble (menudo temazo era ‘The Sun Does Rise’) su último proyecto D.A.R.K. junto a Andy Rourke de los Smiths dejó canciones tan apañadas como la bailable ‘Curvy’ y la misteriosa ‘Loosen the Noose’, y hay que romper una lanza a favor de su primer disco en solitario: ‘Are You Listening?’ (2007) no ha envejecido nada mal, está lleno de buenas ideas bien ejecutadas como la contemplativa ‘Ordinary Day’, la excelente producción con muro de sonido de ‘Apple of My Eye’, la garra de ‘October’, la desestructura de ‘Black Widow’ o ese potente ‘Loser’ que de haber sido editado 10 años antes habría sido un éxito. Es, además, un disco en el que se desnuda como era habitual: aunque entonces no se sabía, ‘In the Garden’ hablaba de los abusos sexuales que sufrió de pequeña y ‘Ecstasy’ dejaba un sabor agridulce. Y es que mientras Dolores llenaba su discografía de mensajes de carpe diem y titulaba el álbum ‘Are You Listening?’, esa canción era como si se estuviera autocontestando «no». Arrancaba «I can feel a pleasure, that’s the pain / When I die, I died in vain», y concluía «por la mañana saldrá el sol (pero) yo aún no podré sacármela de la cabeza / sal de mi cabeza» con frustración.
Dolores nunca tuvo mucha salud. Sonada fue la cancelación de su gira mundial de 1996 porque, en depresión, solo ingería alcohol, café y tabaco. Su aparición en los MTV Awards de aquel año dejaba a la vista cuánto había adelgazado. Todos sus seguidores sabíamos que algo no funcionaba bien allí arriba, algo que confirmaba hace unos años reconociendo que era bipolar. Las cancelaciones de conciertos fueron habituales a lo largo de las décadas debido a sus problemas psicológicos, a una rodilla que se había lesionado esquiando, y últimamente a dolores de espalda, que le impidieron venir hace poco de gira con Cranberries para presentar su disco con orquesta ‘Something Else’. Lamentablemente la entrevista que hicimos con ella en 2007 fue un absoluto desastre, ella malinterpretó las intenciones de mis preguntas, quedando -me consta- muy a disgusto conmigo. Conseguí sonsacarle que su contacto con Noel Hogan al margen del grupo era nulo, que no se había molestado en oír su disco, no le gustó que mencionara a The Corrs o que sugiriera que Angelo Badalamenti tendría que haber aparecido en el álbum, no quería hablar del pasado y encima pregunté sobre qué iba ‘In the Garden’ desconociendo que trataba sobre abusos. Al final de la entrevista, la tensión era palpable, lo cual tampoco me sorprendió porque su relación con la prensa siempre fue mala por motivos evidentes: los semanarios británicos les habían condenado al ostracismo desde antes de salir y solo América les salvó cuando ‘Dreams’ entró en las radios universitarias y ‘Linger’ en rotación en MTV con su extraño vídeo inspirado en ‘Alphaville’ de Godard.
Salí de aquel hotelazo de 5 estrellas de Madrid por el que además paso a diario ligeramente traumatizado, pero ni ese desencuentro en mis primeros años de vida profesional ha podido con el poder de las canciones que me conquistaron a la primera escucha cuando tenía 13 años, y todavía escucho de manera muy recurrente. Cuántos recuerdos grabando el estreno de sus discos en Radio 3 y Plásticos y Decibelios, recuperando ‘Sunday’ después de perder la virginidad, llorando al escuchar la desolación contenida en ‘Put Me Down’, bailando hardcore con ‘Salvation’ en los bares como si estuvieran pinchando Def Con Dos o Ska-P, o asistiendo a sus conciertos comentando los inenarrables bailes de la cantante. Supongo que me pillaron en una edad muy mala, y que mi gusto en aquella época por los líderes andróginos y/o que no usaban su sexualidad para vender discos (Shirley Manson, Brett Anderson, Brian Molko, Nina Persson) tuvieron mucho que ver.
Pero quizá -solo quizá- muchas de estas canciones seguirán sobreviviendo en el tiempo y serán versionadas por artistas venideros, porque quizá -solo quizá- se miró demasiado con lupa dónde la cantante ponía las comas y las rimas como no se hacía con otros artistas coetáneos de los 90 que no han resultado tan imperecederos, ni tan buenos letristas después de todo, ni han desarrollado carreras tan espectaculares. El encanto de ‘Dreams’, de ‘I Can’t Be With You’, y de canciones más desconocidas como ‘What’s On My Mind’ o ‘Shattered’ podrá con todos los NMEs y los Pitchforks. A veces los grupos sufren injusticias y son víctimas de corrientes de opinión.
Después de años leyendo cosas malas sobre la banda sin descanso (este mismo mes una crítica de Wolf Alice recurre a ridiculizar a Cranberries), sin duda la creación de esta página web tuvo un 1% que ver con las malas críticas hacia este grupo (y otros artistas infravalorados que me/nos gustaban a mí y a mis compañeros). Mi novio desde hace 17 años me terminó de conquistar afirmando que «no podría salir con alguien que no entendiera ‘Linger'»… y al menos hoy consuela saber que Dolores supo cuán importante había sido su música para nosotros, insensatos, millones de personas. Esta fue su respuesta cuando tuve la suerte de poderle comentar personalmente que no entendía las malas críticas que había tenido ‘No Need to Argue’: «Yo tampoco, pero no me preocuparía demasiado. La gente tiene recuerdos muy bonitos ligados a ese álbum, a momentos muy duros de su vida. En aquel momento ayudó a mucha gente a salir adelante. Eso es lo que importa, no que la crítica te haga la pelota».