Muchos contemplábamos anoche una nueva edición de Operación Triunfo, con toda la pinta de haberse dispuesto con excesiva urgencia. Así que, con considerable recelo y el recuerdo de cómo una década atrás Gestmusic y RTVE se cepillaron en dos patadas la gallina de los huevos de oro que fue la primera generación de OT, contemplamos ayer el nacimiento de una nueva camada de triunfitos. Lo cierto es que, para nuestra sorpresa, Operación Triunfo 2018 tiene pinta de mejorar el nivel general de su edición más reciente, tanto como espectáculo televisivo como en la calidad artística.
La gala inicial, con todo, fue imperfecta. Algo perdonable por tratarse de un directo, pero que no excusa la cantidad de relleno a punta pala que prolonga la gala hasta pasada la 1.00h del día siguiente. El partido de Champions del Real Madrid en una plataforma de PPV no puede ser excusa para comenzar a emitir un mini-documental de más de 20 minutos narrando el proceso de casting a las 22:30h, provocando que las actuaciones propiamente dichas dieran comienzo casi a las 23.00h, una vergüenza. Por favor, Bruselas o quién sea, ven y oblíganos a cenar más temprano y regulad el prime-time. Para colmo, en esta Gala 0 en la que se medían 18 finalistas, 2 de ellos terminaban por no entrar en la academia, cosa que se dilucidó ¡en ‘El Chat de OT’, el programa posterior! Y pese a eso, fue lo más visto del día de ayer en nuestra parrilla superando un 20% de share. Shame on you, RTVE, shame on you…
Hasta ahí los grandes peros –que, por otra parte, son los mismos de siempre, qué cabroncetes– de una edición que, más allá de la citada purrela, arrancaba con cierta torpeza. No sólo en la realización y en un Roberto Leal que, aunque mucho más suelto, parecía entrar a jugar “sin calentar”, sino sobre todo por una actuación inicial muy extraña: los chicos de OT2017, con un speech a lo Obama de Miriam como cabecera, apadrinaban a sus sucesores aullando como perros a la luna interpretando ‘Camina’. Un espectáculo de gallos, descontrol y arritmia –apenas Amaia, infalible, se mantuvo en su sitio– que parecía decir a los aspirantes: “si no mejoráis esto, idos a casa”.
A partir de ahí la gala fluyó un poco más, sucediéndose las actuaciones con presteza. Se podía haber abreviado un poquito la cosa evitando tanta presentación de concursantes en directo más vídeo personal, pero eso nos hubiera privado de felices catástrofes como la de Damion haciendo publicidad gratuita de un portal de compra-venta y alquiler de inmuebles, a Leal metiendo el cuezo hasta el corvejón al preguntar a Alba Reche por su novio, obligándola a revelar que acaba de romper con él. Aunque la respuesta de esta, añadiendo que estaba tan nerviosa que se había metido “tres pastillas, una valeriana y otras que me han dado” fue mucho. Casi tanto como Noemí Galera, con su conocida espontaneidad, lanzando al viento un “me veo bizca, parezco Leticia Sabater”. ¡Ole!
En cuanto al nivel artístico y conocimiento musical general, que es lo que más nos interesa por aquí, hay que decir que hubo sorpresa para bien: acostumbrados a escuchar cada día a muchas personas adultas quejándose de lo poco cultivadas y preparadas que están las más jóvenes, una selección personal de canciones con Juan Luis Guerra, el bolero ‘Piel canela’ en versión de Natalia Lafourcade, Gnarls Barkley, Jamelia, Rodrigo Amarante, Solomon Burke o Bishop Briggs dice todo lo contrario, que las nuevas generaciones son muy inteligentes y abiertas, y que les interesa la buena música más de lo que se suele creer.
El nivel de ejecución también fue bastante bueno en general, bastante mejor de lo que recordamos del primer programa de OT17, con las mujeres brillando sobremanera, además. En particular, la pamplonica Natalia, con una sensual y libre histrión versión de ‘Crazy’; Noelia, una malagueña portentosa (aunque las comparaciones son odiosas, podría ser la Amaia de este año) que logró que el público la vitoreara con un tema no precisamente populachero como es ‘River’ de Bishop Briggs; y la ya mencionada Alba, una suerte de Elle King de Elche que pese al descontrol y el exceso gratuito (culpemos a esas pastillas), mostró un gran magnetismo con ‘Dangerous Woman’ de Ariana Grande. De los chicos, el sevillano Famous –que sí, es su nombre de pila– fue el único que se mostró a la altura de dar batalla a las chicas, mostrando ciertas tablas que hicieron sentir que pasaba algo en el escenario.
Por detrás, “nuestra” María Villar fue salvada “in extremis” por el jurado –en el que se vio a Ana Torroja especialmente insegura y torpe aún, a años luz de la Naranjo– pese a que, aunque imperfecta, hizo para mí la actuación más personal de la noche, interpretando con mucho rollo y groove un soulero ‘Cry To Me’ de Burke que el jurado no valoró demasiado bien. Su amiga, la también madrileña África –a la que habíamos visto versionando a Adele y Frank Ocean– sonó bonita con ‘Tuyo’, el tema de Amarante para ‘Narcos’ (una actuación que el mismísimo “Pablo” aprobó), aunque seguro que puede dar más de sí.
Apenas el venezolano Alfonso, con una caliente y salsera ‘Pégate’, y Dave, el “Alfred” de esta temporada –fan de Serrat y Mercedes Sosa con apenas 20 años, que invitó a Joe Pérez Orive a soltar el vergonzante chascarrillo “En tiempos de trap, cantas a lo Serrat”– mostrándose suelto y personal con ‘Sea’ de Jorge Drexler, pusieron el punto de sorpresa masculino. De hecho, no fue una sorpresa que hasta 4 de los chicos fueran puestos en “cuarentena” por el jurado y que los dos descartados finales para dejar la camada en 16 fueran Luis, el polémico niño pijo al que se ha dado una cera excesiva pese a su completo desastre de elección e interpretación, y Rodrigo, un chico que llevó a un terreno equivocado ‘El sitio de mi recreo’ de Antonio Vega. Ahora queda ver qué pueden hacer con este estupendo material Galera, Guix, Miqui Puig, Itziar Castro y compañía, pero esto promete.