Con el género del cine documental, al menos con el bueno, ocurre siempre que al terminar de verlo te fustigas por ser tan ignorante y haber esperado tanto a descubrir algo que, en imágenes y bien contado, se muestra demasiado evidente como para ser ignorado. Luego está el que, sin haber pagado todavía la entrada ya sabes que su existencia era del todo necesaria.

A este último pertenece ‘Ralf König, el rey de los cómics’, una película sobre un autor que, al menos yo, creía de trascendencia universal hasta que dos amigos me dijeron que quién era ése cuando les pregunté si querían venir a verla. Dos personas que, sin ser muestra estadística de nada, me hicieron ver que tener un determinado nivel cultural, y sobre todo una determinada sexualidad, no asegura nada.

Porque conociendo la obra gráfica de este alemán, de temática explícitamente homosexual, lo normal es creer que sólo por eso los maricones debemos adorarlo y conocer su vida y milagros como, qué se yo, los cristianos conocen la de Jesucristo. Prejuicios que se esfuman al comprobar que, en ambos casos, precisamente los que menos pancarta llevan y menos gritan en público son los que más dominan el tema.

Y es que este documental, que por desgracia se ha estrenado en muy pocas salas, no es una obra dedicada exclusivamente a fans incondicionales como los que abarrotan las lecturas públicas que de vez en cuando hace König de su obra, sino más bien una reflexión con perspectiva humorística sobre cualquier tipo de intolerancia sexual, moral o religiosa a través de un autor que se enfrentó a todas ellas de manera creativa con la suficiente genialidad como para traspasar a su público objetivo y convertirse en un orgulloso anatema dispuesto a celebrar su 50 cumpleaños disfrazado de la Virgen María. 7,5.