‘Maggie’s Plan’, o por qué Greta Gerwig es un género en sí misma

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‘Maggie’s Plan’, o por qué Greta Gerwig es un género en sí misma

MaggiePlanNo me pierdo una película de Greta Gerwig: ‘Damiselas en apuros‘, ‘Lola Versus‘, ‘Frances Ha‘, ‘Mistress America‘, las mumblecore… Ya casi nadie dice eso. Voy a ver una película de tal o cual actor o actriz. Ahora vas a ver la secuela de no sé qué, el remake de no sé cuál, la última de Marvel, de Pixar o, sobre todo fuera del mainstream, la nueva de tal o cual director.

Hace millones de años, en la edad dorada de Hollywood, la gente iba a ver una película de Clark Gable, John Wayne o Bette Davis, no una de John Ford o Billy Wilder. Más adelante, tras la «política de los autores», impulsada desde las páginas de Cahiers du cinéma en los años 50, los aficionados al cine empezaron a ver que tras las películas del oeste había un señor con un parche en el ojo y en las de suspense un inglés gordinflón. En los 70, Scorsese o Coppola competían en popularidad con Pacino o De Niro. Y en los 80, Spielberg y Lucas llevaban más gente al cine que cualquier estrella. Eso en cuanto a Hollywood, claro. Porque si hablamos de cine europeo, Fellini o Bergman eran más conocidos que todos los actores de sus películas juntos.

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Aunque todavía quedan espectadores que van al cine por las estrellas, sobre todo en las comedias y el cine de acción, su poder de convocatoria no es el mismo ni su imagen está tan codificada como antaño. Antes, quien iba a ver una película de Arnold Schwarzenegger, Eddie Murphy o Meg Ryan sabía dónde se metía. Ahora ya no está tan claro. Por eso resulta tan curioso el caso de la Gerwig. La actriz californiana ha conseguido que todas sus películas, aunque sean de directores tan dispares como Noah Baumbach o Whit Stillman (y me refiero a las películas indies, claro), se acaben pareciendo. Su personalidad y estilo interpretativo son tan característicos que acaba impregnando cualquier cosa que haga, como un pegamento capaz de unirlas a todas. Ha creado, sin proponérselo, su propio género dentro del cine independiente.

¿Y cuáles son la señas de identidad de ese «género»? La ciudad de Nueva York, los conflictos sentimentales en clave de comedia y los personajes inmaduros, desorientados, patosos, encantadores y aficionados a dar unos pasos de baile de vez en cuando. En ese sentido, ‘Maggie’s Plan’ es puro Gerwig. Maggie vive en Nueva York, tiene treinta y tantos, es soltera, algo excéntrica, le gustan los pepinillos y bailar cuando se aburre. Y el «plan» que pone en práctica tiene un objetivo sentimental. La película la dirige Rebecca Miller (hija de Arthur Miller e Inge Morath), pero podría estar detrás Daryl Wein o Noah Baumbach. La verdadera personalidad la pone la actriz.

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‘Maggie’s Plan’ es, por otro lado, la enésima variación de la comedia dramática neoyorquina patentada por Woody Allen. Ambiente intelectual, enredos sentimentales, reflexiones existenciales, azares del destino, un poco de screwball comedy, Wallace Shawn… Nada muy original ni especialmente inspirado de no ser por el notable reparto. Ethan Hawke y Julianne Moore a un lado, muy bien los dos, y Maya Rudolph y Bill Hader, como contrapunto cómico, al otro. Y en el centro, Greta Gerwig. Todo pasa por ella. Su carisma es el que ilumina una comedia que sin su presencia no pasaría de comedieta. 7,5.

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