The War On Drugs / A Deeper Understanding

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The War On Drugs / A Deeper Understanding

warondrugsAdam Granduciel estableció su propia cúspide creativa –o eso suponían muchos– con ‘Lost In The Dream’, un álbum que flotaba en un espectro entre la ensoñación y la realidad, un estimulante viaje nocturno por una carretera envuelta en niebla y luces brillantes en el que la banda sonora era el reflejo de La Gran Canción Norteamericana. Ofrecido, eso sí, por un espejo roto en el que cada uno de sus pedazos mostraba imágenes del Dylan de ‘Blonde on Blonde’, el Neil Young de ‘Tonight’s The Night’, los Eagles de ‘The Long Run’, el Bruce Springsteen de ‘The River’, los Dire Straits de ‘Brothers In Arms’ o el Tom Petty de ‘Damn The Torpedoes’.

Este disco, muy celebrado por la crítica y un público que vio en The War On Drugs, la banda de Granduciel, la prueba de que, tras unos álbumes algo erráticos de los últimos Wilco, el rock norteamericano de ascendencia clásica no estaba ni mucho menos agotado. A la vez, esa cumbre en su carrera suponía también un nada despreciable obstáculo. ¿Sería posible no decepcionar, aunque fuera un poco, tras tamaña colección de canciones? La respuesta se llama ‘A Deeper Understanding’ y es contundente. No solo era posible, sino que además ha logrado algo incluso más difícil: ha logrado superarse a sí mismo.

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Con una banda más extensa –reforzada desde entonces con el talento de Anthony LaMarca, colaborador de St Vincent, Spoon o Dean & Britta, y el saxofonista Jon Natchez–, resulta notable cómo para este quinto álbum de su carrera (el primero para la multinacional Atlantic) Adam Granduciel ha tomado las riendas de la producción y se ha esmerado en ofrecer un sonido absolutamente fastuoso. Una riqueza de texturas y detalles que salta al oído a las primeras de cambio con el fascinante tour de force entre bajo y batería en la inicial ‘Up All Night’, que ya da una pista de que todo en ‘A Deeper Understanding’ va un paso más allá y que cada segundo de sus 66 minutos de duración están pensados al milímetro y merece la pena escuchar con máximos atención y deleite.

El planteamiento básico del álbum no difiere demasiado de ‘Lost In The Dream’, evocando a los mismos referentes para construir un universo propio que funde realidad y fantasía. Tampoco difiere en el hecho de que es una fantástica colección de canciones. De hecho, en ese plano diría que resulta tremendamente difícil decir cuál de ambos álbumes posee las mejores: personalmente, en términos globales, ‘A Deeper Understanding’ también destaca un poco más, con temas claramente pop como las arrebatadoras e inmediatas ‘Pain’, ‘Nothing To Find’ (demostrando que un buen estribillo no tiene por qué ser necesariamente cantado), ‘Holding On’ o ‘In Chains’, alternados con momentos más elaborados e intrincados, pero igualmente candorosos, como ‘Strangest Thing’, la preciosa ‘Knocked Down’ –que hace pensar en Destroyer versionando ‘Lovin’ You’ de Minnie Ripperton–, ‘Clean Living’ y, por supuesto, ‘Thinking Of A Place’. El adelanto de este álbum, de más de 11 minutos, maravilla a cada escucha y resulta especialmente gloriosa cuando, justo en su mitad, nos hace caer antes de lanzarnos de nuevo en volandas. Aunque su gran misterio está en esa indiscernible transformación final –en sus dos últimos versos parece una canción nueva– que resulta a la vez tan natural.

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Composiciones al margen, creo que la diferencia que propicia que estemos ante un disco superior a ‘Lost In The Dream’ está en pequeños grandes detalles como ese de ‘Thinking Of A Place’. La producción, elegante y cuidada, hace que todo suene pulcro –incluso cuando llegan las guitarras más sucias y aguerridas– y que, como decía al principio cada segundosea literalmente un deleite que no cabe perderse. Un mejor y mayor uso de sintetizadores –digitales y analógicos, además de otros teclados más primitivos, como el melotrón la celesta– aporta además un nuevo componente a la pócima de The War On Drugs que abre posibilidades fascinantes que ya se avanzan en ‘Strangest Thing’ y ‘Holding On’. Igualmente, aunque sin grandes aspavientos, Granduciel lleva un paso más allá el trabajo lírico, centrando buena parte de sus bonitas letras en relatar la lucha interna entre el apego por el hogar y el amor conyugal versus el magnetismo de la vida en la carretera, una incertidumbre oscura que no resulta fácil abandonar.

Ingredientes aparentemente sencillos pero que denotan un largo y minucioso trabajo (el álbum se ha grabado en 13 estudios dispersos por Estados Unidos, a menudo con Granduciel como intérprete de buena parte de los instrumentos) por parte de su autor. Así las cosas, podemos decir sin rubor que si la pasada década el cetro del nuevo rock norteamericano estuvo indiscutiblemente en manos de Wilco, en los 10s podría estar ya en manos del músico de Philadelphia, que en sus inicios parecía un actor menor que quedaría ensombrecido por el talento de su amigo Kurt Vile cuando dejó la banda. Sin embargo, la propuesta de Granduciel está lejos de la que enarboló la banda de Jeff Tweedy: se diría que su gran transgresión sonora es no la experimentación, ni sonar más alto o intrincado, sino la de emocionar sonando de manera prístina. A gloria pura.

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Calificación: 8,5/10
Lo mejor: ‘Pain’, ‘Thinking Of A Place’, ‘Holding On’, ‘Strangest Thing’, ‘Nothing To Find’
Te gustará si te gustan: Wilco, Destroyer, Ryan Adams

Escúchalo: Spotify

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