David Otero, el que fuera alma mater de El Canto del Loco y luego adoptara –por timidez– el nombre de El Pescao, acaba de publicar su segundo disco en el plazo de un año. Un ‘1980‘ que, ya en su impetuoso primer single, ‘Jardín de flores’, mostraba cierta intención de rendir homenaje a los sonidos de esa época. Sin embargo, como queda claro en la escucha del disco completo y nos explica en esta entrevista, no es una mirada nostálgica porque sí, sino que tiene un trasfondo más personal y también tiene una parte más contemporánea.
Días después de su publicación, nos sentamos en el lobby del hotel del Eixample barcelonés en el que se aloja David, que se muestra encantador y parlanchín hasta el punto que la representante de su compañía nos tiene que cortar para poder seguir con la promo. Muy relajado, nos cuenta todo sobre este álbum: la tristeza inherente a muchas de sus canciones pese a su aspecto brillante, por qué ha preferido evitar como singles los temas más bailables del disco y referentes más (como Madonna, Cyndi Lauper, A-Ha) o menos (como Mano Negra) evidentes. Además de la participación de una canción suya en la gala de Operación Triunfo para Eurovisión 2018 o su más o menos sorprendente participación en el próximo Arenal Sound, donde compartirá escenario con sus admirados Zoé o Carlos Sadness y con cosas que admira menos como Bad Bunny o Azealia Banks.
“He tenido épocas en las que me ha costado más hacer disco, pero ahora prácticamente lo he vomitado”
Lo primero es preguntarte por lo atípico de ‘1980’, que es tu segundo disco en un año. Un poco atípico, para lo que viene siendo ahora la industria, ¿no?
¡A la antigua usanza! Igual es que yo vengo de otra generación… Bueno, he tenido épocas en las que me ha costado más hacer disco, pero ahora prácticamente lo he vomitado. Era como que necesitaba hacer otro disco rápido y como me gustó mucho la experiencia con Tato [Ndr: Latorre, de Maldita Nerea, que también produjo ‘David Otero’]… A veces uno deambula por la vida hasta que encuentras alguien con quien conectas, y yo había deambulado un poco en temas de producción, aunque las he disfrutado mucho: disfruté mucho con mi primer disco [Ndr: como El Pescao], que lo produje yo mismo, y luego muchísimo con Max Dingel [Ndr: productor de The Killers, White Lies o Miss Caffeina, que produjo ‘Ultramar’ para El Pescao], que aunque me encantó trabajar con él, que además lo busqué yo porque era fan, luego no se trasladó al disco como yo buscaba. Aunque él es una persona alucinante y su trabajo es un flipe, ¿eh? Sin embargo con Tato todo fue distinto, porque nos encontramos. Verás, te voy a contar una cosa muy guay…
“[Sobre la rapidez en hacer este disco] Es como cuando te sale una paella buena y te dices “la semana que viene hago otra””
A ver, cuenta…
Es algo que no se suele contar en las entrevistas, pero… Yo creo mucho en las señales, y una persona me había dicho “tienes que trabajar con Tato, os vais a entender”. Por entonces yo no tenía productor, estaba un poco perdido, no sabía muy bien qué hacer… Así que le dije “guay, pues dile que me llame”, porque además yo a Tato le conocía de hace tiempo, de toda la vida. Entonces, un día iba conduciendo camino a mi casa, en las afueras, y había uno de esos atardeceres increíbles que tiene Madrid. Y en el momento que se abrían unas nubes y se colaron unos rayos de sol, el cielo se puso rosa como una cúpula gigante y, en ese momento, me llamó Tato. (Risas) Para mí fue una señal y supe que tenía que trabajar con él. Puede parecer una tontería, pero a mí estas cosas me cambian la perspectiva y me hacen tomar decisiones. Creo en esos momentos que te inspiran o te transmiten algo, soy un loco de ese tipo de decisiones. Por supuesto, me gustaba su trabajo, obviamente, pero eso me hizo pensar que ahí habría algo bonito. Y cuando hicimos ‘David Otero’ me encantó trabajar con él, aprendí muchísimo y me dije “quiero seguir aprendiendo con Tato”. Es como cuando te sale una paella buena y te dices “la semana que viene hago otra, esto no hay que perderlo”. (Risas)
También quería preguntarte por el concepto del disco, ‘1980’, porque mi impresión es que, más allá de algunos guiños estéticos, tampoco es un homenaje a esa era sino algo más personal, más íntimo.
Sí, es una especie de… psicoanálisis. Me encanta el psicoanálisis. Yo me he psicoanalizado más de una vez, me flipa ese proceso, buscar procesos en la recurrencia de decisiones en tu vida… Y decidí irme a buscar a un momento de mi vida en el que estaba un poco virgen de… [Ndr: Duda y vuelve a empezar] Hay como dos partes de ti, una que es la subconsciente, que saca un montón de cosas que viajan por tu mente hasta que las pescas; y otra es la racional, la que vive el día a día, y piensa que tienes que tú y tu familia tenéis que comer de tu trabajo. Cuando te creces las dos van en paralelo y es muy difícil disociarlas, y entonces pensé “¿y si me voy a buscar a aquel niño, más creativo, más irracional?” Fue un poco sin querer, pero he revivido esa época con mis hijos, y decidí ir a buscar esa parte de ti que no tenía tantas barreras, en la que lo racional y lo irracional se cruzan. Ese niño que no tenía miedo, que vivía la música sólo porque le gustaba, sin pensar en negocio, en ventas… nada más que porque le gustaba.
Y ahí también me he reencontrado con esas referencias [musicales] a las que siempre he hecho guiños en mis discos, al pop electrónico, a sintetizadores, cajas de ritmo. Por eso hemos centrado el arte de este disco en ese niño que era yo y que luego, cuando te haces un poco más mayor, se empieza a perder. Así que empezamos a escuchar música que escuchaba en esa época y tomamos referencias de ahí, por supuesto, yo no me invento nada. Es como si coges colores que te vas encontrando y pintas.
“Estuvimos escuchando a Madonna, Cyndi Lauper, ’Take On Me’ de A-Ha, que es oro, Mecano… (…) Pero no nos quedamos sólo en las ochentadas más tópicas”
Lo que más me costó fue dar con el título del disco. Tengo una nota de voz con 50 títulos posibles, y ninguno me servía. Y al final surgió cuando estábamos grabando el videoclip para ‘Jardín de flores’, que se filmó en mi antiguo colegio. Sentado en el suelo contra la pared, como entonces, mientras subía una foto en Instagram sobre el clip, surgió “¿qué hashtag usamos?” Y alguien dijo “1980”, y me hizo “clic”. “¡Premio!” (Risas) Ese mismo día volví a casa y me puse a buscar fotos de cuando era pequeño y me puse a sobreimpresionar ese “1980” con las letras del reloj digital. Y de ahí salió el arte y el concepto. Ahí todo encajó, porque además habíamos estado comprando sintetizadores de la época –un Juno, un Jupiter, una TR-08, una Roland CR-8000–, escuchando a Madonna, Cyndi Lauper, ’Take On Me’ de A-Ha, que es oro, Mecano, Alaska, a la que quiero mucho… Pero no nos quedamos sólo en las ochentadas más tópicas. También escuchamos Dire Straits, Tom Petty, que me encanta, y mi hermano que es muy fan ve un punto de semejanza en algunas de mis canciones, los primeros discos de Metallica, Def Leppard… ¡Def Leppard me flipaban!
“A mí no me gustan mucho ni el rap ni el reggaeton (…) pero no lo critico, lo respeto y entiendo que sea un movimiento, porque dicen cosas que no has oído antes, y es un lenguaje nuevo. Es tan guay… Eso es la vida”
¡Anda! Veo que a muchos chavales de aquella época nos pasó igual…
¿Verdad? Yo es que soy muy fan, ‘Hysteria’ y ‘Pyromania’ son para mí… Me acuerdo que entonces tenía 9 años y mis amigos no tenían ni puta idea de qué era eso, ellos estaban con Parchís. Y les ponía aquello y claro, alucinaban, les molaba un huevo. Pensaba “¡qué burradas hacen!” Imagino que es lo mismo que les pasará ahora con el trap… A mí no me gustan mucho ni el rap ni el reggaeton, porque yo soy más pop, pero no lo critico, lo respeto y entiendo perfectamente que sea un movimiento, porque dicen cosas que no has oído antes, es un lenguaje nuevo. Es tan guay… Eso es la vida. Claro, los que se quieren anclar en una época les jode eso, que vengan otros nuevos y digan “¡bah!” [Hace un gesto apartando con la mano] A mí me parece natural, todo es válido, aunque sea un producto de marketing puro y duro. Si está ahí hecho, es porque tiene una misión.
En todo caso, el disco está como partido en dos: hay una que tiene esas reminiscencias de forma muy clara y otra más contemporánea o, al menos, más difusa…
Totalmente, así es, ni yo sé cómo encasillarla… (Risas)
“Hasta hoy todo lo que he hecho se puede decir que es incoherente, y a mí eso me gusta”
¿Cómo pensaste que se podía llegar a equilibrar ambas partes?
Pues siendo un inconsciente. (Risas) Porque si lo hubiera hecho de manera consciente igual me hubiera rayado demasiado y hubiera parado. Es lo que te decía antes de la parte irracional, el que ha tirado del carro esta vez en cuanto al repertorio y mezclar estéticas ha sido ese, y voy a muerte con él. Pero no ahora, en toda mi carrera. No digo que no tenga un disco coherente de principio a fin, pero no tengo miedo a mezclar, igual un día me da por hacerme un disco entero con con la misma sonoridad de principio a fin, a lo The Whitest Boy Alive. Pero hasta hoy todo lo que he hecho se puede decir que es incoherente, y a mí eso me gusta. Aunque haya elementos que la unan, mi voz, tres acordes mayores luminosos, etcétera. Pero todos se han movido en un flujo desde el pop rock a la electrónica, pasando por cosas más elaboradas y experimentales, en algunos acordes… Una vez me llamó Fon Román, que para mí es uno de los guitarristas más creativos que conozco, y después de pasarle la maqueta de mi primer disco me dijo “¿qué has hecho aquí? ¡Es superraro!” Y me pidió meter guitarras en esa canción. Para mí, viniendo de él, fue uno de los mayores halagos.
“Hay otros artistas, como Radiohead, cuya estética es precisamente dar un giro en el compás 7. Y piensas “¿por qué haces esto aquí? ¡Si no hacía falta!” (…) Pero su estética es esa. Yo soy más dulce”
Antes hablabas de acordes luminosos, y este es un disco bastante luminoso, incluso en las canciones líricamente más tristes o melancólicas…
Pues es que me he dejado llevar bastante, la verdad. A la hora de seleccionar repertorio, había temas que eran más interesantes a nivel armónico y que nos apetecía más desarrollar. Pero en el pop, hay movimientos armónicos que, según dónde los sitúes y cuándo, pueden dificultar la escucha de una canción. O facilitarla, depende. Y yo, si tengo que hacer un cambio de armonía o una modulación, prefiero hacerlo de la mitad hacia el final, porque sí que me parece que, para entrar en una canción, hay un camino. Y ese camino tiene que ser transitado con amabilidad, con cariño, al menos para mí. Hay otros artistas, como Radiohead, cuya estética es precisamente dar un giro en el compás 7. Y piensas “¿por qué haces esto aquí? ¡Si no hacía falta!” Pero su estética es esa. Yo soy más dulce, en cómo llevarte a escuchar mi música. Por eso hasta que no has entrado, cuando ya estás con confianza, digo “ahora mira hacia allá”. Al final la música refleja la personalidad del que la escribe, y yo no soy de esos que si invita a alguien a casa, le agarra por el hombro y le dice “¡vente a tomar una birra!” Primero le doy la bienvenida, le invito a sentarse… y luego ya le abro una ventana y le digo “mira qué bonito el campo”.
Una de las canciones que están a medio camino de ambas facciones es ‘Baile’, el dueto con Rozalén. ¿Cómo surge esta canción?
La canción, al principio de todo, surge en Portugal, en unas vacaciones con mis hijos en la península de Troya, un sitio superturístico al sur de Lisboa, pero fuera de temporada. Me encanta ir a sitios así fuera de temporada. Y allí, en la playa, me salió ‘Baile’. Se la mandé a Tato en una nota de voz y, al maquetarla, le dije que yo veía una colaboración en esa canción. Tato no es muy pro-colaboraciones, es un poco… “¡Es mi tesoro!” (Risas) Pero le dije que había pensado en María Rozalén y él enseguida se abrió, lo vio claro. A mí ella me gustaba de hace mucho, incluso antes de que nos conociéramos. Pero, casualmente, hubo una temporada que me encontraba mucho con ella: coincidimos en lo de Operación Triunfo, que ambos presentamos canciones para Eurovisión, en una gala de una emisora de radio, en el camerino para un especial televisivo… Y ya un día que estábamos tomando algo juntos, le dije “mira, tengo todos tus discos, me encanta lo que haces. Me da mucha vergüenza, pero algún día me encantaría hacer una canción contigo”. Y enseguida dijo “¿cuándo y dónde?” Vino a mi estudio con Isma, su productor y guitarrista, y aunque yo ya pensaba en ‘Baile’, le propuse otras, por si acaso. Pero ella mismo escogió ‘Baile’, fue la primera que le enseñé y enseguida le gustó. Estaba casi hecho, pero le pedí que aportara una parte de letra y rehizo todos sus versos, metimos ese cambio de armonía que hay hacia el final, más ambiental, que fue idea de ellos… De hecho, lo regrabamos prácticamente entero. Es mi canción favorita del disco, primero porque la ilusión que me hace haber trabajado con ella, y también porque en ella he encontrado una forma de moverme vocalmente que encaja muy bien. Creo que va a ser una canción importante en mi vida.
Es una canción muy potente, pero yo veo singles más claros, como ‘Muerde el amor’…
¿Ah, sí? ¿Te parece que podría ser single?
Sí, la verdad es que sí. Me hace mucha gracia ese fraseo, o pseudo-rapeo, me recuerda a ‘Conga’ de Gloria Stefan.
Totalmente, totalmente… Ha sido una referencia. No es que hayamos dicho “vamos a fusilar el ‘Conga’ de Gloria Stefan”, pero sí que está ese tipo de fraseo ochentero [Ndr: me lo canta] que me encantan, y que también está en más temas. En ‘Gira’ hay otro de ese estilo, por ejemplo. Me flipa. Es una referencia clarísima, muy bien visto. De hecho, nosotros usábamos la expresión “Miami Sound Machine” para entendernos en el estudio. Además diría que está muy vigente ahora.
Precisamente en esta canción haces una cita muy chocante a H&M. Para una generación, como la mía, hubo un momento en que era como un sinónimo de modernidad –aunque barata, claro–, que ahora ya no lo es tanto. No sé si iba por ahí, o si es product placement directamente…
(Risas) ¡Qué va! ¡Ojalá que me llamen y me digan “vamos a hacer una campaña contigo”! Siempre que pagasen bien, claro, que uno tiene su caché. (Risas) No, yo es que cuando voy a vestir normal, voy ahí a comprar. Entonces “vestido de H&M” es como que “venía así, tal cual”, me pareció divertido. No sabía si se entendería…
Hombre, es muy chocante.
Es que hay veces que este tipo de guiños te sitúan en vivencias propias y te meten dentro de la canción. Es como si te vieras dentro de la tienda, mirando la ropa. A mí eso me gusta de las canciones, que tengan momentos visuales, aunque hagan referencia a una marca, sin ser product placement. Porque las marcas están en nuestra vida. Cuando Mecano cantaron “cocacola para todos”, y al menos en ese momento no estaban patrocinados, y es inolvidable. Te conecta con tu cotidianidad.
Volviendo al disco, para mí el gran temazo del disco, y estoy seguro que te parecerá una marcianada, es ‘Loca’.
¿Ah, sí? (Ndr: se parte de risa)
A tope, lo veo como el ‘Una vez más’ de este disco, aunque le veo un punto excesivo. Ese rollo de champeta, o merengue…
Sí, es demasiado. Es un merengue, sí. A la gente le descoloca mucho, pero es claramente un merengue, con un punto de salsa…
“No quiero quedarme encasillado en el rollo divertido-loco”
¿Cómo se te pasó por la cabeza hacer esto?
Pues por esa falta de filtros que te decía al principio. Nos divertía ese «tiqui-tiqui-tiqui», como de rollo nipón, oriental, metido en el mundo merengue. Yo tengo esos momentos de vacío mental en que entra todo… y entró esto. (Risas) Es divertida, aunque cuando empezamos a escuchar los temas del disco dije “ojo, no quiero quedarme encasillado en el rollo divertido-loco”, porque hago música con mucho rango. Si de repente, después de haber sacado ‘Una vez más’ como single fuerte, escogiéramos ‘Loca’, podría quedarme encasillado en el rollo “música divertida para bailar” y mi carrera va por otro lado. Hubiera sido fácil hacer un vídeo para ‘Loca’ y venga, que todo el mundo baile en verano. Pero si apuntas hacia allá, ¿dónde va tu carrera?
A ver, yo le veo un punto excéntrico, pero melódicamente me parece muy potente.
A mí también, ¿eh? Pero no quería seguir esa inercia, hay que pensar de manera más global. En el armario tienes el jersey amarillo que llama la atención, pero no te lo pones todos los días. Pero a mis hijos, por ejemplo, les encanta.
Eso es muy significativo.
Pues sí. Verás, cuando estuvimos construyendo ‘Loca’ estuve escuchando Mano Negra a tope. Ha sido uno de mis grupos favoritos, me ha flipado siempre, y me quedé alucinado con la reacción de mi hijo pequeño, que tiene 4 años, cuando sonaba: no sé qué le pasaba, pero se ponía endemoniado, en el buen sentido. (Risas) Se volvía loco, se quitaba la ropa y se ponía a bailar, esas canciones de ‘Casa Babylon’ con estructuras tan raras, sin pies ni cabeza, como si despertara en él un instinto de rebeldía o no sé qué. Yo me descojonaba. Estaba como poseído. Me parecen una pasada Mano Negra, y no entiendo por qué no están en boca de todos, cuando han bebido de ahí cantidad de artistas.
Antes te decía que, pese a ser muy luminoso, veía mucha melancolía en estas letras…
Sí, me interesa mucho esto, es algo que estoy trabajando y es un punto de mi vida en el que me encuentro. Como te decía antes, me gusta mucho la psicología, y me interesa mucho el concepto de la sombra en la psicología: todo ese cúmulo de decisiones que no tomas y que ves que sí toman otros, y te molesta no haberlas tomado tú. Ahí vas guardando un montón de información tuya que reprimes en tu día a día, y yo creo que a mí en mis letras me sale justo todo eso, y reflejan un poco cómo soy de verdad. Aunque creo que coloquialmente parezco un tío simpático, majo y agradable, luego tengo mi lado triste, en el que lo paso mal, hay cosas que me atormentan y me hacen sufrir. Y yo creo que, cuando haces la música con el corazón, salen estas cosas.
“Es importantísimo darle su protagonismo a la tristeza y a la melancolía, porque es una parte preciosa de la vida”
En las entrevistas que he hecho hasta ahora ya me lo han preguntado un par de veces, por lo que es evidente que ha salido y lo he parido. Si no, no estaría ahí, y me parece fundamental hablar de ello de una manera abierta. La melancolía y la tristeza son una parte importantísima en mi vida, y de esa nube, pesco cosas que me valen para las canciones. El problema es cuando lo reprimes. Por eso pienso que sacar ‘Loca’ como single hubiera sido un error, porque en este momento de mi vida necesito que haya un poco de melancolía, no de fiesta y baile. Hay cosas que me duelen dentro y necesito resolver. Por ejemplo ‘Gira’ es perfecta, porque define exactamente cómo me siento: “algunos días sale el sol y otros me siento raro”. Es como estoy. Y es importantísimo darle su protagonismo a la tristeza y a la melancolía, porque es una parte preciosa de la vida. Ayer me decía una chica “es como la película ‘Inside Out’” [Ndr: de Pixar] y es así. Me pareció brutal esa película, y mis canciones son bolas azules y amarillas: hay alegría en los ritmos y en las melodías, y hay tristeza en las letras. Algunos acordes, cuando parece que va a subir, meto un menor. Y sin embargo la letra dice “sale el sol”. Es una crema de frío-calor. (Risas)
¿Y es terapéutica, esa mezcla?
Sí… Bueno, yo todo esto lo interpreto a posteriori, ¿eh? Cuando me paro a pensar qué he hecho, veo que tiene un significado más profundo. No son sólo canciones porque sí. Si a la gente le llegan y les acompañan en su día a día, algo deben tener. Uno no llega a donde está por casualidad. Podré gustar más o menos, pero si llego a la gente es porque estoy contando algo que les interesa. Y eso, que viene de algún punto de mi conciencia, le está diciendo algo a alguien con lo que se siente identificado o que use en su día a día. Si no, sería muy difícil. [Ndr: en ese momento, la persona de prensa de Sony nos dice que tenemos que terminar; arañamos unos minutos, pero David ha perdido el hilo] Bueno, que al final tienes que ser coherente en lo que haces, y hay que admitir que no todo es la hostia, que no todo es de puta madre, que sufro, que me preocupan muchas cosas… Que mi proyecto no sea rentable y no pueda mantener a la gente que trabaja conmigo, que no venga la gente a mis conciertos, que no me llamen para tocar, que no guste el disco… Todo eso me preocupa y tiene que estar ahí. No puede ser todo un postureo, porque reprime mucha sombra, y tiene que haber un equilibrio. Si no, la vida no funciona.
“[Sobre ‘Magia’, la canción que presentó en OT para Eurovisión] No es una canción que vaya a defender yo o a hacer bandera de ella, pero me parece divertida y proponía algo distinto a lo que había. Pero no llegó a ningún lado”
Bueno, cambio de tercio: cuéntame cómo fue la experiencia de escribir una canción para Eurovisión a través de Operación Triunfo, cómo surgió, qué te ha aportado…
Fue muy divertido. Me llamaron para escribir un tema, aunque me advirtieron que había un montón, como 200, pero que si me apetecía. La verdad es que no seguía nada el programa, porque soy más de ver series en VOD que de ver tele, pero me lancé. Pensé “ya que me paso el día haciendo canciones, ¿por qué no?” Ese día estaba Diego Cantero en mi estudio, una de esas señales que te decía antes, y llamamos a Tato y la hicimos entre los tres. Y me pareció chulo. Dijimos “vamos a hacer un dueto, que igual no han presentado tantos”, pero ya te digo, que fue como muy casual. A mí la canción me mola, la verdad. No es una canción que vaya a defender yo o a hacer bandera de ella, pero me parece divertida y proponía algo distinto a lo que había. Pero no llegó a ningún lado.
¿Te gustó el resultado final?
Sí, me gustó cómo quedó, cómo la interpretaron los chicos… Pero yo creo que no encajó en el lenguaje del programa, igual era un poco más “indie” que el resto. Con respecto a ‘Lo malo’, por ejemplo.
Yo la veía eurovisiva, la verdad.
¡Yo también! Le veía unas posibilidades brutales, pero claro…
Has sido confirmado en el cartel de Arenal Sound, donde curiosamente vas a coincidir con Alfred García, uno de los concursantes de OT. ¿Qué supone para tí que te llamen para actuar en un festival así, que quizá es uno de los que más diluyen el canon indie/no indie?
Pues fenomenal, me apetece un montón. Ha sido una sorpresa, pero enseguida dije que sí, claro que sí. Yo creo que la gente se lo va a pasar bien. Yo pienso que en un concierto mío habrá algunos a los que les guste mi música y Vetusta Morla y Arcade Fire, y otros a los que les guste mi música y David Bisbal o Bustamante. Y ambos pueden convivir. Pero me pasa, ¿eh? Porque yo hablo con mi público y les pregunto, y yo me encuentro en un sitio un poco abierto. A mí mismo me puede escuchar un tema de Bisbal que escucho en la radio y otro de, no sé, Iron & Wine. Y yo creo que, como yo soy un poco así, atraigo a gente de aquí y de allí. Pero vamos, encantado, a ver si me llaman más. De hecho, me han llamado de un par más y me han coincidido con fechas que ya tenía cerradas y no podemos ir. Pero es como si hubieran dicho “¡luz verde!” (Risas) A ver qué tal, si conectamos con un público más festivalero.
“[Sobre Carlos Sadness] Para mí es una referencia, te lo digo sin ningún tipo de complejo”
Hombre, yo veo que el público de alguien como Carlos Sadness, por ejemplo, puede perfectamente conectar con lo que haces.
Sí, totalmente. De hecho somos amigos y me flipa lo que hace. De hecho, para mí es una referencia, te lo digo sin ningún tipo de complejo. Carlos es un tío que hace cosas que me llaman mucho la atención, las escucho, las analizo. Un cambio, las letras.. Me encanta, es de mis artistas favoritos españoles ahora mismo.
¿Y te has mirado el cartel? ¿Te interesa ver a alguno de los artistas con los que tocarás allí?
Pues sí: Zoé, es uno de mis grupos favoritos. De hecho me quedo al día siguiente para verles a ellos. Tanto León Larregui en solitario como ellos son de mis artistas favoritos. Ya me estoy empapando del disco nuevo, ya que les voy a ver, me lo pongo cada día, está muy bien.