Anoche en el ya popular centro cultural Matadero Madrid se celebraba el Festival PIEL, como parte de la programación del certamen La Plaza en Otoño. Comisariado por Pedro Portellano, este certamen totalmente abierto y gratuito buscaba «poner de relieve la importancia de los aspectos más primarios de la creación sonora, a través de una serie de artistas que conectan tanto en su estética sonora, definida desde lo experimental, como en una profundidad emocional extremadamente marcada». Para ello, esta pasada noche del sábado 6 de octubre congregaba a la colombiana ahora residente en Berlín Lucrecia Dalt –presentando su último disco, ‘Anticlines‘–, la productora madrileña de deep house Lanoche y a nada menos que Arca, artista venezolano que ha colaborado en los últimos trabajos de Björk, en lo que suponía su primera actuación en la capital de España. Imagen obra de Pedro J. García, usada en el perfil oficial en Instagram de Arca.
Alejandro Ghersi traía una variante de aquel espectáculo que tanto dio que hablar el año pasado en Sónar Barcelona, en el que la estética (y la ética) BDSM jugaba un papel importante en la presentación de su fantástico álbum homónimo de 2017, que se abría precisamente con una canción llamada ‘Piel’. A tenor de los vídeos que muchos presentes han subido a redes sociales, Arca alternaba distinto vestuario, peluca incluida y a veces envuelto en una especie de mono desmontable de plástico, con un escueto tanga y tacones como únicas constantes. Y así interpretó un set con unos graves reventones y ante una pantalla que mostraba imágenes de animales salvajes en su hábitat natural.
Su concierto tuvo algunas dificultades técnicas –como explica el propio Arca, el suministro eléctrico falló en plena actuación–, pero también dejó tan boquiabierto como de costumbre a su público. En uno de los clips que encontramos en Instagram, subido por nuestro veterano lector y colega @eurocero, podemos escuchar cómo Ghersi entona una versión sui generis de ‘Mujer contra mujer’ de Mecano. Una elección que podría ser sorprendente si no supiéramos de su interés por la carrera del trío madrileño: en sesiones como aquella en la que Björk bailaba inopinadamente ‘Llorarás’ de Óscar D’Leon, también sonaba ‘Una rosa es una rosa‘, la rumba que se incluía en el álbum de 1991 ‘Aidalai’.