Hacer remakes de antiguos clásicos o rescatar los particulares universos de películas de éxito, es algo cada vez más frecuente en el cine actual, y puede que en parte se deba a la falta de ideas originales y a esa necesidad de asegurarse unos buenos resultados en taquilla tirando de la nostalgia de los espectadores. Pero de vez en cuando, surgen proyectos que aunque partan de la idea de revisitar cintas de hace años, garantizan una nueva perspectiva a lo ya visto. Es el caso de ‘Suspiria’ de Luca Guadagnino, quien ha dejado claro en numerosas ocasiones que no se trata de un remake, sino de una reinterpretación de la película de Argento que tanto le fascinó cuando era joven. Después de la monumental ‘Call Me By Your Name’, el siciliano cambia por completo de registro y a la Riviera italiana por el frío de Berlín.
‘Suspiria’ es un proyecto muy ambicioso, donde el cineasta se empeña en buscar la esencia y explorar el universo de la original pero manteniendo siempre una distancia estética notable con respecto a esta. No encontraremos aquí las luces fucsias y los colores saturados tan característicos del clásico de Argento. Guadagnino opta por una paleta de colores más suavizada y oscura, con intención de aportar un mayor realismo. Sin embargo, la historia sí parte del mismo punto, donde Sussie Bannion, una estudiante de baile americana viaja a Berlín para cursar danza en una de las escuelas más prestigiosas del mundo. El mismo día en el que ella entra, una alumna recientemente expulsada es asesinada, lo que poco a poco le llevará a relacionar este acto con la directora y las demás profesoras del centro.
El comienzo es prometedor, Guadagnino sabe generar intriga, y lo hace desde una perspectiva diferente a la que lo hacía el maestro del giallo. También impacta en la que es sin duda la mejor escena de la película, donde el personaje de Dakota Johnson ensaya una coreografía delante de sus compañeras y profesoras. Pero poco después, la película toma un rumbo y unas decisiones cuestionables. Se esfuerza demasiado en descifrar misterios y en sobreexplicar el contexto de los personajes. El punto de vista narrativo omnipresente que adquiere el cineasta siciliano no le beneficia a la propuesta, ya que todo el enigma del lugar y el conflicto de la protagonista se pierden. El viaje de Sussie Bannion y su evolución como personaje no aparecen reflejados en pantalla. Por ello, toda la conexión emocional que se pudiese ir forjando al principio de la película acaba por diluirse, hasta llegar a un clímax excesivo e incluso gratuito donde todo pierde sentido.
La película se deja llevar por su espectacularidad visual, donde todo está medido al milímetro y ejecutado con elegancia. La fotografía de Sayombhu Mukdeeprom (quien también hizo la de ‘Call Me Your Name’) y el diseño de producción de Inbal Weinberg rebosan buen gusto y se complementan perfectamente con las decisiones de dirección; la música, toda compuesta por Thom Yorke, también es ideal para crear atmósfera y desasosiego; y tiene un reparto espectacular donde cada miembro del elenco goza de su particular momento de lucimiento. Guadagnino se ha rodeado de un equipo de ensueño, y ha creado un filme con un envoltorio muy bello. Es una lástima que el guion tenga tantas lagunas y sea tan errático que la frialdad sea la sensación final. Hay admiración pero no implicación. 6.