Fangoria / Extrapolaciones y dos preguntas

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Fangoria / Extrapolaciones y dos preguntas

El primer error del disco con el que Fangoria celebran sus 30 años en la industria musical al margen de otros proyectos como Pegamoides y Dinarama fue de cálculo: ¿a quién se le ocurrió montar todo un hype a finales del año pasado por un nuevo disco del dúo si este iba a ser de versiones de otros? ¿Alguien que no sea fan de Barbra Streisand quiere un disco de versiones de alguien? Si el secreto no hubiera sido tal desde el principio, la noticia de que iban a rendir un homenaje a sus artistas favoritos, muchos ellos indies después de haber renegado del indie, era buena, porque rectificar es de sabios. ¿Un disco de Fangoria con versiones de La Buena Vida, Ellos, Carlos Berlanga, Los Sencillos o Los Planetas? Responder: guay. ‘Interferencias’, que recopilaba sus versiones del Club Fan Fatal en los 90, con estupendas revisiones de Radio Futura, Gabinete Caligari o Cecilia molaba todo.

Ni siquiera el dúo despejó las dudas de los fans cuando se estrenó el single principal inédito, y también habría sido un buen momento, pues la reacción inicial a ‘¿De qué me culpas?’ fue algo tibia y un disco con 14 canciones suyas peores que esta tampoco es que fuera muy deseable en ese instante. La filtración del tracklist finalmente revelaba que sí, que tras conquistar a las nuevas generaciones con los pelotazos de ‘Dramas y comedias‘ y ‘Geometría polisentimental‘, Alaska y Nacho Canut estaban decididos a presentar a su masivo público temas de Alpino, Corcobado o las Killers Barbies. El problema es que en muchos casos Alaska parece haber dicho: «¿querías que reivindicáramos a ciertos artistas después de mis desagradecidas declaraciones sobre Single? Pues sé que te arrepentirás».

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La producción dada a estas versiones es destartalada hasta el punto de que hace unos días mientras sonaba la revisión de ‘Tormenta en la mañana de la vida’ de La Buena Vida, en plena agitación «New Music Friday«, pensaba que me estaban sonando temas de distintos artistas en tres pestañas del Chrome a la vez. Poco después, las guitarras metaleras y la inspiración en Gala de ‘Gritando amor’ producen otro auténtico «chaparrón». Grimes no estaba a mano para repartir unas cuartillas explicativas sobre cómo debía hacerse esto, y así, cuando Alaska dice lo de «en el infierno se oye mi voz», solo puedes asentir. O esto o McNamara aleccionándonos desde el Valle de los Caídos en pleno auge de VOX, pero el Diablo anda cerca, seguro.

La voz de Alaska en verdad, tan cuestionada en los 80, ha adquirido con el paso de las décadas un tinte de indiferencia raphaelesco y al mismo tiempo una textura quebradiza que la han ido convirtiendo en una de las más personales del pop español. Digan lo que digan, es de las más expresivas que tenemos. Sin embargo, en varios momentos de este disco suena demasiado impostada. En la versión no sé si deliberadamente satánica de ‘Santos que yo te pinte’ lleva demasiado lejos ese «cantar hacia dentro» que ya fue parodiado en Muchachada Nuí y por momentos parece estar versionando en realidad ‘Tierras de Egipto’ de Chico y Chica.

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En general, ‘Extrapolaciones y dos preguntas’ sufre el «síndrome del single perfecto» que tienen todos los discos de Fangoria desde ‘Una temporada en el infierno’, hasta el extremo. El dúo da con un par de temas muy defendibles y luego rellena la secuencia como puede con producciones que parecen improvisadas en Londres entre compra y compra. Entre esas canciones que están más o menos bien destacarían ‘¿De qué me culpas?’, a la postre un «grower» en el que el riff y los efectos vocales como respuesta a la letra escrita junto a Guille Milkyway van formando el esqueleto de la grabación (tengo que decir que también me fascina su gusto por meter letras cada vez más complicadas y difíciles de recordar, con lo caros que están los teleprompters); la otra inédita ‘¿Quién te has creído que soy?’ (que igualmente parece inspirada en su propia carrera) y un par de las producciones de Juan Sueiro.

Es verdad que este está por ejemplo detrás de ‘Gritando amor’, pero en contraposición a los desastres absolutos perpetrados por Jon Klein con Los Planetas o La Buena Vida (la OMIC abre mañana a las 8.30), la versión de ‘Historias de amor’ suena hasta fina; la de ‘Estoy llorando por ti’ es bastante trallazo, aunque no pasaría nada si durara 4 minutos en lugar de 7 y se hubieran ahorrado el guiñito «big beat»; y el rollo latino y tropical de ‘La banda sonora de una parte de mi vida’ ha quedado bastante simpático. Son excepciones de un disco que da un paso atrás en cuanto a sonido después de que el dúo hubiera logrado sacar, de manera improbable, a la vedette que llevamos dentro con sus recientes sencillos con La Casa Azul. ¿De verdad que hay segunda parte?

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Calificación: 4,1/10
Lo mejor: ‘¿De qué me culpas?’, ‘Historias de amor’, ‘¿Quién te has creído que soy?’, ‘La banda sonora de una parte de mi vida’.
Te gustará si: seguías escuchando sus colaboraciones con Lemon^Fly
Escúchalo: Spotify

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