Las palabras “bullying”, “drogas”, “armas”, “abuso”, “homofobia”, “transfobia”, “racismo” y “sexismo”, entre otras, llenan la pantalla con los colores de la bandera americana pocos minutos después del comienzo de ‘Nación salvaje’. Lo hacen a modo de advertencia ante lo que nos vamos a encontrar, cuando la voz en off de Lily, la protagonista de 18 años, nos anticipa que esta es la historia de cómo un barrio residencial como Salem (sí, donde ejecutaban a las brujas en el siglo XVII) se volvió “jodidamente loco” hasta el punto de querer matar a cuatro chicas adolescentes. Toda esta locura se desencadena por culpa de la filtración de fotos y mensajes de los ciudadanos de la zona.
Sam Levinson cambia de registro con respecto a su primera película ‘Another Happy Day’ y en esta ocasión se adentra al completo en diseccionar sin tapujos la sociedad americana actual. Esa en la que todo el mundo vive una vida paralela a través de su smartphone y nadie quiere mostrar su verdadera forma de ser por miedo a la exclusión social. El tono en el que se narra la historia es puramente postmoderno, y abarca géneros tan variados como la sátira política, la comedia adolescente e incluso el slasher ultraviolento. El resultado es una mezcla explosiva entre ‘Spring Breakers’, ‘The Purge’ y ‘Black Mirror’ en la era Trump.
Su agresivo estilo visual captura la rabia de los tiempos agitados en los que vivimos, especialmente si formas parte de un grupo históricamente oprimido. Las protagonistas representan el progreso y, de alguna forma, la normalización de la diversidad (recordemos que una de ellas es la actriz trans Hari Nef). Levinson simboliza así que, en parte, hay cierto optimismo en las nuevas generaciones. Son cuatro mejores amigas que luchan por vivir libremente, desafiando al machismo que aún a día de hoy sigue absolutamente arraigado en nuestra cultura.
‘Nación salvaje’ está llena de ira y de odio, y quizá por eso, es una de las radiografías más certeras sobre nuestra sociedad que se han visto en tiempo en una pantalla de cine. Es una cinta que narra desde la perspectiva de una generación que se ha criado con las redes sociales. Y plasma de maravilla ese contraste que se genera entre lo positivo que es tener toda la información a tu alcance, que deriva en una mayor conciencia de movimientos como el feminismo, en ser más tolerantes con lo diferente o en tuitear sin pensarse dos veces que “los hombres que no comen coño hoy en día son unos sociópatas”; y el riesgo que conlleva estar expuesto continuamente, que tus datos lleguen a la persona equivocada o lo peligroso que es que las fotos que ves de cuerpos “perfectos” en Instagram sean tu modelo a seguir.
Pero todos los temas importantes que expone la película de Levinson no la alejan de ser tremendamente dinámica y entretenida. Toda una fiesta cargada de excesos y recursos genuinamente posmodernos (como el ya épico momento en el que estando en silencio, Bex, dice “Oh Dios, me encanta esa canción” y el resto le preguntan que cuál, a lo que ella responde chascando los dedos: “esta”, y empieza a sonar el genial remix de Charli XCX para ‘100 Bad’ de Tommy Genesis), que funciona como una bomba de relojería contra el sistema patriarcal. También cuenta con una interesante banda sonora en la que además de la mencionada canción, suenan ‘Brat’ de ABRA (que además es una de las actrices protagonistas), ‘Grace’ de Sevdaliza, ‘Friends’ de Blaise Moore, la inédita ‘Bricks’ también de Charli XCX y Tommy Genesis, o una inesperada versión del ‘We Can’t Stop’ de Miley Cyrus.
‘Nación salvaje’ es una de esas películas que generarán amores y odios a partes iguales, pero desde aquí reivindicamos esta caza de brujas contemporánea como una de esas experiencias cinematográficas que, por única, merece la pena vivir. 8.