Leiva / Nuclear

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Leiva / Nuclear

A algunos nos ha cambiado un poco la visión que teníamos de Leiva, y mucha culpa la ha tenido ‘La llamada’. No sé si para él será poco más que una anécdota –una anécdota de un premio Goya a la mejor canción y 30 millones de reproducciones en Spotify, superando cualquiera del resto de sus canciones–, pero a mí me hizo verle como un compositor superingenioso capaz de hacer pimpampum –un truco de manos con retazos de McCartney/Lennon y Jagger/Richards– e inventarse una canción con magia. También tiene miga que en el último trabajo de estudio de Joaquín Sabina, producido por el propio José Miguel Conejo, la canción más decente del conjunto sea la única en la que este cantaba con él, ‘Por delicadeza’.

¿Cómo ha cambiado el “efecto Llamada” (je) al ex-ídolo de adolescentes como 50% de Pereza y actual heredero de todos los clichés del rock más pureta? Pues poco, lo cual no es malo para los amantes de conservar intactos a sus tótems tal y como siempre les han gustado, ni bueno para los que piden al arte que les desafíe, no sólo que les complazca. El mayor riesgo que adopta Leiva en ‘Nuclear’ es rebajar el sonido grande, de estadio, con bien de metales expansivos y coros prestos para el “lololó” que desplegaba en el exitoso ‘Monstruo’. Porque, aunque produce de nuevo Carlos Raya (Quique González, Fito y Los Fitipaldis, M Clan) y se rodea de sus colaboradores habituales en general se apuesta por un sonido más natural y directo, y menos artificio. Aunque a veces les ha perdido un poco una innecesaria épica (‘En el espacio’, ‘Godzilla’).

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Esto le aporta un punto de frescura a sus canciones, dentro de que recurre a los clichés del rock de toda la vida (The Beatles, Tom Petty, Warren Zevon, etc). Al margen de eso, hay pocas sorpresas en un guión que apenas abandona en alguna ocasión. Una es la muy personal balada ‘Costa de Oaxaca’ que, con emotivas referencias a su familia (incluyendo a su hermano Juancho, líder de Sidecars), deja destellos melódicos que evocan tanto a ‘La llamada’ como a su amigo/padre artístico Sabina (el estribillo, sin embargo, decepciona). Otra es ‘El gigante de Big Fish’, un medio tiempo con aire de ranchera más bonito por la historia personal que tiene detrás que por frases como “te haces bicho bola / cuando hay gente nueva y no controlas”. Pero, como anécdota, mejora bastante a la insulsilla ‘Godzilla’: quizá por separado y en otros temas, los featurings de Bunbury y Ximena Sariñana habrían brillado más.

Pero el propósito de ‘Nuclear’, sobre todo, parece liberarse de lo accesorio y demostrar el talento de Conejo para, con su buen manejo de las herramientas del rock clásico –entre «homenajes» a The Who (‘A ti te ocurre algo’) y George Harrison (‘Maniobras suicidas’)–, hacer buenas canciones, más eficaces que efectistas. De esas hay, observándolo sin prejuicios, unas cuantas en toda su primera mitad, sobre todo ‘Expertos’ (con vientos discretos y unos toques de sitar), el single ‘No te preocupes por mí’ (más allá de la potencia visual de su vídeo, es preciosa), y la más insospechada ‘Lobos’. Esta, un zarpazo de rock que se aproxima con descaro al territorio de The Black Keys, tiene en su fuerza y su historia de traición con visos de realidad algún tipo de conexión con lo que en ocasiones proponen León Benavente.

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De acuerdo, Abraham Boba tiene mucha mayor consistencia e interés como letrista que Leiva. Pero muestra una capacidad para no tomarse en serio a sí mismo que ya quisieran muchos. No sólo en las descojonantes promos de este disco, sino también haciendo chufla con su propia delgadez extrema («hasta los huesos, sabes que soy un experto», canta en el primer single) o su hipocondría (‘Maniobras suicidas’). Así que me parecería una auténtica hipocresía que los seguidores de Iván Ferreiro, Sidonie o Love of Lesbian (no digamos ya Izal), con los que veo evidentes conexiones de fondo, pusieran peros a este disco esgrimiendo debilidad lírica o una mala voz (really?). ‘Nuclear’ –que hace referencia al corazón que adorna su portada, el “núcleo” lírico del disco– emplea una poesía sencilla y guiños localistas (un “Teatro Lara”, un “Huertas” o un “Paseo de Gràcia” siempre efectivos) para hablar de vaivenes más o menos íntimos. No es que sea el colmo de lo conmovedor, pero tampoco se hace el misterioso ni se da tantas ínfulas en ese aspecto como el sector teóricamente “indie”. Así que, ahora que no existe la barrera entre indie y mainstream, nadie se permitirá despreciar este disco por eso, ¿verdad? ¿¿Verdad??

Calificación: 6,4/10
Lo mejor: ‘No te preocupes por mí’, ‘Expertos’, ‘Lobos’, ‘Superpoderes’, ‘Costa de Oaxaca’
Te gustará si te gustan: Bunbury, Sidonie, Iván Ferreiro, Alfred García
Escúchalo: Spotify

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