El pasado martes se inauguraba la edición número 72 del Festival de Cannes con la última película de Jim Jarmusch ‘Los muertos no mueren’. Por primera vez en JENESAISPOP estaremos cubriendo el festival de cine más importante del mundo en el que además de alfombras rojas, vestidos de etiquetas y celebrities también hay miles de periodistas estresados corriendo de un lado a otro, haciendo cola para entrar en las películas y, a veces, quedándose fuera de ellas. Pero la recompensa de todo esto es estar en un festival del que en todas las ediciones salen algunas de las películas más importantes del año. En esta ocasión, el presidente del jurado en la sección oficial es Alejandro González Iñárritu, con la ayuda de Elle Fanning, Yorgos Lanthimos o Pawel Pawlikowski, entre otros.
Jarmusch estrenó su película a competición por la Palma de Oro, en la que los muertos empiezan a cobrar vida en la pequeña población de Centerville. Cuenta con un reparto lleno de caras conocidas como Tilda Swinton, Bill Murray, Chloë Sevigny, Steve Buscemi o Adam Driver, y también con pequeñas apariciones y cameos de Iggy Pop, Selena Gomez o Tom Waits. Todos ellos están excelentes. El filme se presenta más como un divertimento esporádico con referencias a la cultura pop que como una obra de calado más profundo. Aunque hay contexto político y crítica a la sociedad americana, funciona mejor cuanto más consciente es de que no es mucho más que una gamberrada. Un comienzo simpático, en cualquier caso.
De nuevo, a competición, vimos la película que por ahora más ha dividido a la prensa. Se trata de ‘Los Miserables’ del debutante Ladj Ly, en la que un policía en su primer día de trabajo en un barrio marginal tiene que hacer frente a todo tipo de conflictos entre bandas callejeras, instruido por dos de sus compañeros. La película denuncia el abuso policial, y tiene una puesta en escena que intenta involucrarte de lleno en el mundo que retrata. Hay quienes ven un gran manejo de la tensión y un potente thriller en ella, y quienes creen que es una propuesta tremendamente maniquea, aleccionadora y efectista. Yo me inclino sin duda por el segundo grupo. Pero, ojo, parece el tipo de película que podría gustarle bastante a Iñárritu.
‘Bacurau’, del director de la estupenda ‘Aquarius’ es probablemente la película más extraña que veremos en todo el festival. Mezcla tradición brasileña, ciencia ficción, gore y mil cosas más. Una especie de western postmoderno que reivindica su extravagancia en todo momento (y a veces llega a ser víctima de ella). La distribución en España aún es un misterio, pero no sería en absoluto raro que se pudiese ver este año en Sitges.
Por otro lado, Ken Loach volvía a la oficial Cannes por enésima vez con ‘Sorry We Missed You’ tras ganar su discutida Palma de Oro con ‘Yo Daniel Blake’. Los fans del estilo del británico y de sus últimos trabajos estarán encantados con este nuevo ya que es más de lo mismo. Es cierto que el principio comienza convincente, retratando la dura situación laboral de una familia de Newcastle y la dificultad de llevar a cabo los problemas que surgen en su día a día por culpa de esta con veracidad. Sin embargo, pronto comienza a caer en el maniqueísmo habitual del director, llevando a sus personajes a la desgracia hasta extremos de lo más discutibles.
En la otra selección oficial, la sección paralela Una Cierta Mirada -donde se suelen descubrir nuevas voces que conviven a su vez con obras de directores consagrados-, inauguró ‘La femme de mon frère’ de Monia Chokri (actriz de ‘Los amores imaginarios’ y ‘Laurence Anyways’ de Xavier Dolan) con una comedia sobre la crisis de los treinta muy alargada pero con algún momento bastante divertido.
La americana ‘Bull’ es el prometedor debut de la americana Annie Silverstein. Narra la progresiva historia de amistad entre una adolescente cuya madre está en la cárcel y una vieja gloria del rodeo en un suburbio a las afueras de Houston. Con ritmo pausado, sensibilidad y unas buenas interpretaciones de un reparto no profesional, la directora ofrece un bonito retrato de la vida solitaria de las zonas más pobres de América.
Tras el éxito de ‘Tesnota’ en Cannes hace dos años, el joven ruso Kantemir Balagov regresa a Una Cierta Mirada con ‘Beanpole’, sobre los traumas psicológicos de dos mujeres en Leningrado tras la Segunda Guerra Mundial. Cuenta con un estilo visual prodigioso y un gusto exquisito por la composición de planos. Quizá es demasiado exigente, dispersa y fría como para calar emocionalmente, pero demuestra que Balagov tiene potencial para hacer una gran película en el futuro.
En la otra de las cuatro secciones importantes de Cannes, independiente esta vez de la selección oficial, la Quincena de Realizadores, se vio una de las mejores películas hasta el momento. ‘And Then We Danced’ de Levan Akin es la típica historia sobre el descubrimiento sexual, pero el contexto en el que se ambienta es lo que hace que sea interesante: una escuela de bailes tradicionales georgianos. Es la historia de amor entre dos de los alumnos. El protagonista, Levan Gelbakhiani, en una interpretación maravillosa, llena de corazón y sentimiento, recuerda por momentos a Timothée Chalamet en ‘Call Me By Your Name’; y la química con su compañero de reparto Bachi Valishvili es explosiva. Es una película tierna, cuidada y con un guion que sabe aprovechar los tópicos y ponerlos a su favor. Además, cuenta con una de las mejores escenas que hemos visto en el festival, donde suena inesperadamente ‘Honey’ de Robyn.
En la Semana de la Crítica (una sección dedicada a primeras y segundas películas), ‘Litigante’ presenta a una abogada implicada en un caso de corrupción y madre soltera, que tiene que lidiar con la decisión de su madre a no seguir el tratamiento para su cáncer de pulmón. Franco Lolli se inspira en la vida de su propia madre y, se nota, pues la película se siente llena de verdad y cariño hacia sus personajes. Esto fue lo que dejaron las dos primeras jornadas. Se echa en falta alguna película que cree una gran unanimidad positiva, pero no desesperemos: aún queda mucho Cannes por delante.