“Hay un discurso penetrante sobre la tecnología como deshumanizadora. Contrastamos con eso. No es que huyamos de ello; nos abalanzamos hacia ello, pero con nuestras propias reglas. Optar por trabajar con un conjunto de humanos es parte de nuestro protocolo. No quiero vivir en un mundo en el que los humanos sean automatizados en escena. Quiero una Inteligencia Artificial que sea educada para apreciar e interactuar con tal belleza”. Así explica Holly Herndon sus objetivos a la hora de alumbrar Spawn, un software de I.A. co-creado por ella (cabe recordar que se doctoró en esa materia en la Universidad de Stanford) al que han enseñado a analizar cientos de voces humanas reales para ser capaz de reproducir sus giros únicos y que participa como protagonista en todo ‘PROTO’ (que alude a esos protocolos relativos a I.A. antes citados), el tercer largo de la artista norteamericana. Con ello, dice Herndon, se logró en cierto modo evocar una suerte de pregunta-y-respuesta entre la voz humana y la artificial, en una suerte de diálogo que a ella le ha recordado a los cantos religiosos entre los que se crió en su Tennessee natal.
Y, ciertamente, algo de espiritual se entrevera en todo el disco, recordando ocasionalmente a la música new age. Particularmente en las dos “sesiones de entrenamiento” de Spawn grabadas en directo en Berlín reproducidas en él, ‘Canaan’ e ‘Evening Shades’, invitándonos a asistir al “nacimiento” de su “criatura” –‘Birth’, el introductorio corte inicial, parecen de hecho sus primeros balbuceos–. Pero también se vislumbra ese halo de música conectada con lo sobrenatural en canciones entendidas a la manera tradicional, como la coral ‘Frontier’ –que parece una reinterpretación del folclore de los Apalaches– o la preciosa ‘Fear, Uncertainty, Doubt’ –en la que la voz digital de Spawn, como solista, logra su teórico fin último: emocionar–.
El resto del álbum se debate entre lo sublime y la mera curiosidad. En el primer conjunto se alinean el single ‘Eternal’ y una ‘Alienation’ que suena como una variación de aquel, ambas casi bailables. También fascinan, aunque con un perfil más contemplativo, cortes como ‘SWIM’, mientras la final ‘Last Gap’ también traduce toda esa investigación en melodías asimilables, bonitas, en un magma de instrumentación oscura y desafiante. En el plano de la curiosidad, en cambio, se engloban las regurgitaciones de la máquina en cortes como ‘Godmother’ –en la que Spawn filtraba la voz de la reputada Jlin– y ‘Bridge’, o la interesante teoría expuesta en ‘Extreme Love’, según la cual define al ser humano como recipiente de las formas de vida más perfectas y resistentes de nuestro planeta (y que posiblemente subsistirán a nuestra extinción): las bacterias y microorganismos.
La gran cantidad de interludios, algo ariscos, sumados a algún número que tarda demasiado en revelar su sentido (‘Crawler’ obra el milagro ya en sus últimos segundos, cuando el coro entona con claridad esos “why am I so lost?”), lastra un poco el valor de ‘PROTO’ en su conjunto y lo convierte en un álbum menos sólido que el gran ‘Platform‘. Aun así, la valentía artística de Holly Herndon y su propósito de proponer dilemas éticos del entorno tecnológico camuflados en música electrónica e incluso pop son dignos de un gran aplauso.
Calificación: 7,6/10
Lo mejor: ‘Eternal’, ‘Frontier’, ‘Alienation’, ‘SWIM’, ‘Fear, Uncertainty, Doubt’
Te gustará si te gusta: Oneohtrix Point Never, Tim Hecker, Matmos
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