No voy a ser yo quien diga que ‘Volta’ no molaba a pesar de lo mucho que nos había engañado la anunciada colaboración con Timbaland: ‘Earth Intruders’ me pareció siempre un tema brutal, ‘Wanderlust’ un single notable, ‘Declare Independence‘ el himno punk que esperábamos desde ‘Pluto’ y el tramo ambiental del álbum era muy reivindicable, especialmente las monzónicas ‘I See Who You Are’ (en su cara más amable y plácida) y ‘Vertebrae by Vertebrae’ (en su cara más furiosa). Pero era un álbum de concepto destartalado, con canciones en general pálidas frente a los grandes clásicos de Björk, y aunque ‘Biophilia’ era un trabajo más enfocado en lo conceptual, sus composiciones volvían a no ser las mejores. Björk empezaba con él una década en la que parecía definitivo que no iba a recuperar el éxito crítico de antaño. Hasta que llegó ‘Vulnicura‘.
Compuesto tras su divorcio del cineasta Matthew Barney, ‘Vulnicura’ llegaba oficialmente a iTunes por sorpresa tras una filtración, y rápidamente se convertía en uno de los discos mejor valorados de la islandesa a pesar de que musicalmente no ofrecía nada realmente innovador (su fusión de cuerdas y beats recordaba a ‘Homogenic’) y las canciones eran incluso más duras que las de discos anteriores a nivel melódico, al menos en las primeras escuchas. Sin embargo, la gente conectaba con el dramatismo de las cuerdas y sobre todo con la angustia de unas letras que eran pura pornografía emocional: ya no había espacio para hablar de lunas y de agujeros negros en un trabajo que, con la producción de una Arca que sería la mano derecha más importante de Björk durante la década que termina; y también de The Haxan Cloak, volvía a conquistar a la crítica como lo hicieron ‘Post’, ‘Homogenic’ o ‘Vespertine’. Y todo para pesar de la propia Björk, que orgullosa de su trabajo en ‘Volta’ y ‘Biophilia’, atribuía este desequilibrio crítico al machismo: «Las mujeres en la música pueden ser cantantes y autoras cantando sobre sus novios. Si cambian los temas por átomos, galaxias, activismo, ritmos de matemáticas nerd o algo que no sea cantar sobre sus seres queridos, son criticadas. Los periodistas creen que falta algo», reflexionaba la islandesa en Facebook. “Hice ‘Volta’ y ‘Biophilia’ consciente del hecho de que estos no eran temas sobre los que las mujeres solieran escribir. Sentí que me lo había ganado. En el activista ‘Volta’ canté sobre terroristas suicidas embarazadas y sobre la independencia de las Islas Feroe y Groenlandia. En el pedagógico ‘Biophilia’ canté sobre galaxias y átomos, pero no fue hasta que en ‘Vulnicura‘ canté sobre amor que tuve aceptación total de los medios. Los hombres tienen permiso para cambiar de tema, hacer ciencia ficción, piezas de época, ser bufonescos, mostrar sentido del humor… pero no las mujeres. Si no nos rasgamos nuestro pecho y sangramos hablando sobre los hombres y los niños, es que estamos engañando a nuestra audiencia”.
Estas declaraciones, en las que siempre valdrá la pena detenerse pese a su aparente falta de autocrítica, son ya parte del legado de Björk, una artista que siempre ha defendido a capa y espada la inteligencia volcada en su trabajo a pesar de la opinión de los críticos. El feminismo ha sido fundamental en su carrera y especialmente histórica fue su entrevista con Pitchfork
en promoción de ‘Vulnicura’, en la que rompía a llorar hablando sobre las letras del disco y preguntándose cómo demonios iba a interpretarlas en directo, pero en la que sobre todo defendía su trabajo contra el machismo de una manera que lograba abrir los ojos de muchos. Usaba el ejemplo de Kanye West para argumentar que la crítica siempre ha asumido que ella no es la productora principal de su música por colaborar con otros artistas, cuando es asumido que Kanye sí lo es de sus canciones por ser hombre a pesar de que los beats de por ejemplo ‘Yeezus‘ son de otras personas. Tengo la sensación de que esta entrevista ha transformado para siempre el modo en que la crítica habla de Björk y de cualquier mujer productora en general, lo cual sería un éxito mayor que cualquier buena crítica. Aunque queda mucho por hacer (Nicolas Jaar sugirió a FKA twigs que debía retirar el nombre de él de ‘MAGDALENE‘ porque el público iba a asumir que él era el productor principal del disco por ser hombre cuando lo es ella), creo que la idea que las mujeres no producen su música o que siempre lo hacen apoyadas por un hombre se está quedando obsoleta.Quizá gracias a estas palabras o al hecho de que Björk presentaba ‘Utopia‘, su último trabajo hasta la fecha, publicado a finales de 2017, como un disco hecho mucho más a medias entre ella y Arca (en la pegatina del envase el disco aparecía firmado por «Björk & Arca»), la crítica parecía menos confundida esta vez respecto a sus créditos, a la vez que volvía a elogiar la ambiciosa nueva obra de la islandesa, confirmando una buena racha que solo se enturbiaba cuando Björk decidía sumarse a las protestas de #MeToo, acusando al director Lars von Trier de abusos sexuales y psicológicos durante el duro rodaje de ‘Bailando en la oscuridad’. Presentado como la respuesta positiva a ‘Vulnicura’ desde el hecho de que Arca volvía a ser co-productora de las canciones, pero también al describirlo Björk como su «disco de Tinder», ‘Utopia’ volvía a dividir a sus fans entre aquellos exhaustos por tener que enfrentarse a otra obra sesuda, y aquellos encantados con el mundo fantástico, paradisíaco y lleno de flautas y pájaros que se abría ante ellos. En cualquier caso, la crítica respondía positivamente en general y, tras el éxito de la exposición BJÖRK DIGITAL que podía verse también en Barcelona, centrada en la exploración de ‘Vulnicura’ de la realidad virtual, Björk volvía a convertirse en una artista no solo amada por la crítica, sino también capaz de realizar videoclips memorables como el de ‘the gate’, que para el mencionado medio de Chicago, fue nada menos que el mejor vídeo de 2017.
¿Qué depara a Björk en la siguiente década? ¿Una vuelta al baile tras aquellos remixes intercambiados con The Knife y Fever Ray? ¿Proyectos aún más difíciles para el oyente medio que sigan explorando el interés de Björk por la unión entre naturaleza y tecnología, alimentando aún más la idea de que ‘Homogenic’ es su disco definitivo? ¿Menos discos y más sesiones fascinantes en las que escuchar tanto a Arvö Part como un bonus track de Rihanna? Lo seguro es que no lloverán los discos: en 10 años ha habido 3, además de proyectos satélite igual de ambiciosos o más. La artista de hecho sigue llevando por el mundo su espectáculo más trabajado a nivel visual y conceptual, ‘Cornucopia’, centrado en el repertorio de ‘Utopia’, y aunque suele ser criticada por lo mucho que exprime cada uno de sus proyectos, tiene mérito que, en una época en que la música se queda antigua a la velocidad de la luz y en la que esta parece más desechable que nunca debido a la sobreoferta presente en las plataformas de streaming, la artista siga defendiendo cada uno de sus trabajos como obras de arte que seguir explorando y descubriendo con los años. A pesar del merchandising tan loco que suele poner a la venta, sigue siendo muy gratificante ser fan de Björk, y lo ha sido especialmente en esta última década.