Yves Tumor es uno de esos artistas inclasificables que hacen de la fusión imposible de géneros su marca para convertirlos en algo único. Partiendo tanto de géneros clásicos como el rock, el R&B, el jazz o el soul como de la música de «vanguardia», el ambient, el noise o la electrónica, Tumor creaba en su anterior disco, ‘Safe in the Hands of Love‘, un mundo extraño y fascinante en el que adentrarse, lo cual a su vez era fácil de mano de singles estelares como ‘Noid’ o ‘Licking an Orchid’. En su nuevo trabajo, ‘Heaven to a Tortured Mind’, Yves Tumor se sumerge en su lado más rock y ruidoso para llevarlo hacia lugares nuevamente insospechados, sensuales y perturbados.
El single ‘Gospel for a New Century’ no es exactamente «gospel», pero sí es un ataque implacable de vientos disonantes y baterías que no pueden sonar más agresivas y amenazantes desde el segundo cero. La instrumentación de la canción pervierte los sonidos del funk clásico y la Motown y suena colosal y catastrófica, como si fuera capaz de barrer a cualquiera con el volumen adecuado, y en contraste, Yves camina detrás de ella con una entereza absoluta, como ajeno al caos que sucede a sus espaldas. Preocupado por defender su dignidad ante un amor que no le valora («yo puedo serlo todo, tú puedes ser más pero no tienes corazón»), Tumor se supera con una ‘Gospel for a New Century’ que solo parece partir del sonido de ‘Noid’ para transformarlo en algo muchísimo más grande e impactante.
¿Y a dónde nos lleva el «big bang» de ‘Gospel for a New Century’ a lo largo de ‘Heaven to a Tortured Mind’? La canción siguiente, ‘Medicine Burn’ presenta, más que un diálogo entre guitarras y baterías, un enfrentamiento entre ellos a vida o muerte, y la canción, que referencia el demonio de «siete cabezas y seiscientos dientes» de Hunter S. Thompson y habla de «cabezas decapitadas en la guillotina mental», emplea unas capas noise que remiten al trabajo de Merzbow. Así se las gasta el amigo. Lo mejor de ‘Heaven to a Tortured Mind’ es que poco después de esta violenta canción aparece una maravillosa ‘Kerosene!’ que suena como un clásico perdido de soul-rock psicodélico interpretado por una cantautora de los 90 tipo Sinéad O’Connor o Alanis Morissette. En realidad es Diana Gordon (co-autora de varios temas de ‘Lemonade‘ de Beyoncé) quien junto a Yves aúlla esta explosiva invitación a la sensualidad sin ataduras.
Este cruce de ruido depravado y carnalidad (hay que recordar que la mayor influencia de Yves Tumor es Throbbing Gristle) define un trabajo que, al fin y al cabo, recibe el título de ‘Heaven to a Tortured Mind’, pero quizá eso ya lo sabíamos del disco anterior. Este es especial porque, en él, Yves Tumor crece como compositor pop sin renunciar en absoluto a su visión experimental y por momentos antagonista (la ruidosa ‘Romanticist’) de la música, aún desperdigando por el camino algunos temas que pasan más desapercibidos. Así, las maravillosas cuerdas sintetizadas de ‘Hasdallen Lights’ están tan hechas para tocarnos la fibra sensible como su mensaje de confrontación personal «¿De qué huyes? ¿Qué echas de menos? ¿Qué anhelas?», y el psych-rock gritón de ‘Dream Palette’ interpretado junto a Kelsey Lu habría sido, quizá, desde otra forma y en otras circunstancias, un éxito en alguna emisora de radio alternativa. Hace unos años, Tumor reconocía a Pitchfork que no concebía otra cosa que escribir «hits» y en ‘Heaven to a Tortured Mind’ nunca ha estado más cerca de conseguirlos.
Mención especial merece la excelente producción de ‘Heaven to a Tortured Mind’, en la que ha tenido un papel clave un Justin Raisen conocido por su trabajo con Kim Gordon, Sunflower Bean, Marissa Nadler… y también por su polémica con Lizzo. Al margen de lo exquisita que suena la distorsión en dos joyitas del disco como son la glam ‘Super Stars’ y la pesadillesca ‘Asteroid Blues’, ‘Heaven to a Tortured Mind’ es probablemente uno de los discos de rock mejor producidos que se oirán este año por la nitidez con la que suena su densidad de elementos. Una observación reflejada en otro contraste: el del single principal del álbum y la tierna balada final ‘A Greater Love’ que lo cierra. Escuchadas una detrás de otra es posible comprender el disco casi en su totalidad.
Calificación: 8/10
Lo mejor: ‘Gospel for a New Century’, ‘Kerosene!’, ‘Hasdallen Lights’, ‘Dream Palette’
Te gustará si te gusta: Ariel Pink, St. Vincent, Childish Gambino, Unknown Mortal Orchestra
Youtube: vídeo de ‘Gospel for a New Century’