Cuando los usuarios del foro de Lady Gaga titularon el hilo del nuevo disco «el parto más largo del mundo» seguramente no se esperaban que una pandemia retrasara el álbum incluso una vez anunciado, pero el caso es que al fin está en el mercado digital de manera oficial y, pese a lo que sucedía con el primer single ‘Stupid Love‘, sin filtraciones significativas. El álbum tampoco se ha pasado a la prensa, ni siquiera a la anglosajona, a tenor de la ausencia absoluta de críticas previas, probablemente para evitar filtraciones, a la caza del efecto sorpresa, y también para evitar a la crítica más sibarita, a la cual ‘Chromatica’ no se dedica.
Se venía diciendo tiempo que este disco de Lady Gaga sería más electrónico, y aunque SOPHIE es la gran ausente del álbum -y mira que habría encajado en ‘911’ o en un tema que decide llamarse ‘Plastic Doll’-, la producción de BloodPop y BURNS, con colaboraciones puntuales de Skrillex o Axwell, lo lleva a sonar claramente como una reacción a la era ‘A Star Is Born’. Es decir, los 6 millones de copias despachados por su banda sonora -y subiendo- no han sido una presión para la artista, aquí concentrada en recuperar el espíritu de sus inicios. Sé que hay guitarras porque las estoy viendo acreditadas en casi todos los temas en Tidal, pero parecen en segundo o tercer plano: el AOR de ‘Born This Way’, el folk de ‘Joanne’ y toda forma de balada quedan para otra ocasión. Un dato es que Elton John aparezca en la canción que va pasando de lo intimista al trance, y del trance al jungle, una ida de olla llamada ‘Sine from Above’.
También quedan atrás exabruptos que te tiran fuera del disco nada más empezar, como ‘Aura’, o a la mitad, como ‘Jewels ‘N Drugs’ y ‘Dancin’ In Circles’: este es el disco más cohesivo de Lady Gaga desde ‘Born This Way’, pero además es muchísimo más corto que este. Con solo 43 minutos de duración pese a las 16 pistas (hay varios interludios orquestados de corte narrativo), es el álbum más dinámico de la artista desde ‘The Fame Monster’. Como revelaba una interesante playlist oficial de influencias, que lamentablemente ha desaparecido de Spotify, el álbum está concentradísimo en el techno-house y en el piano-house (‘Free Woman’, ‘Enigma’) de principios de los 90. Nombres como Technotronic, Corona, C + C Music Factory o SNAP! vienen a la mente.
Aunque sabemos que BloodPop es muy capaz de ello, Gaga no ha puesto en todo esto un punto sofisticado a lo ‘Overpowered’ de Róisín Murphy, ni lo ha actualizado de manera sutil. Stefani quita el «future» a ‘Future Nostalgia’ de Dua Lipa para sustituirlo por su sello personal, más borrico, lo cual no tiene por qué ser negativo. ‘Overpowered’ no es que vendiera mucho ni recibiera premios después de todo, así que para qué imitarlo, ¿para que te inviten al Primavera Sound? Como decía nuestro compañero Jordi Bardají a raíz de ‘Stupid Love’, «suena desfasado pero eso no le impide ser muy divertido».
Por un lado, es cierto que esta entrega es mucho menos «Grammy material» que ‘Joanne’. Por otro, con una media de 3 minutos por tema, este es el disco que puede darnos este verano lo que Eurovisión no ha querido. El álbum empieza con un tema muy disfrutable, ‘Alice’, y termina con otro llamado ‘Babylon’ que se despide con toda la calma, entre referencias disco, góspel y un saxo que, si Gaga fuera española, diría que es un homenaje a ‘Deja de bailar’ de Dinarama (los tiempos en que Carlos Berlanga se obsesionó con el post-disco de principios de los 80). Ajenas a lo que pueda traer la crítica, canciones como ‘Replay’ tienen tan claro su cometido en esta vida como toda la discografía de Jimmy Sommerville.