Mala Rodríguez se reinventa mirando al futuro con ‘Superbalada’

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Mala Rodríguez se reinventa mirando al futuro con ‘Superbalada’

Mala Rodríguez se ha sacudido hoy los sietes años de espera tras ‘Bruja’ con ‘MALA‘, su esperadísimo nuevo álbum. Un disco en el que refleja a la perfección su ausencia de prejuicios y su visión cada vez más amplia dentro de las músicas urbanas. De hecho, entre temas con ecos jamaicanos y post-reggaetoneros, se ha atrevido hasta con una balada al piano como ‘Mami‘. Pero no ha abandonado, en ningún caso, el espíritu del hip hop más duro en el que se iniciaba a comienzos de siglo, como demuestra ‘Nuevas drogas’.

Y, en esa visión, María Rodríguez no deja de lado el futuro, al que parece enfocar en la impactante reinvención de sí misma que es ‘Superbalada’. Se trata de un medio tiempo impactante por varios motivos. Primero por una instrumentación que redunda en los ritmos caribeños que copan gran parte del disco que, a la vez, se ven envueltos por sintetizadores de tintes retro algo épicos (a lo M83, por ejemplo) que enfatizan las constantes subidas y bajadas de intensidad. Y después, por una de las interpretaciones vocales de La Mala más apabullantes de su carrera.

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En ella, Rodríguez presume de su flow más reconocible, aderezado con cantes extrañamente dulces en ella. Pero ese perfil se va endureciendo a medida que la canción avanza y su tensión se acrecenta, hasta que explota en el estribillo con unos aflamencados «¡Camina! / ¡Y enciende la luz!», que son solo un aperitivo de un final absolutamente catártico con esos «¡Enciéndela!» repetidos con un desgarro insólito, espeluznante, que pone los pelos de punta literalmente.

En una entrevista que mantuvimos con María días atrás y que publicaremos en las próximas horas/días, nos hablaba de esta ‘Superbalada’: «Cuenta la historia de dos vampiros que están perdiéndose la vida porque se están destruyendo mutuamente. Ella se mira al espejo y no se ve reflejada, y quiere subir a la azotea, a la luz, pero le da miedo porque sabe que se va a quemar. Pero si no lo hace, se va a quedar ahí toda la vida como una vampira». Es tan obvio que es una alegoría de algo mucho más real, como que contiene versos realmente potentes que apuntan a una relación autodestructiva.

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En cuanto a la producción, Mala recalca que ha estado muy involucrada en todo el proceso, y que esta canción en concreto dio muchas vueltas hasta que dio con el equipo y la base adecuadas. Finalmente fueron el productor radicado en Miami Franklin «El Médico» Rodriguez (que firma también la base y está implicado en varias canciones del disco) y un artista semidesconocido llamado Samuel Díaz (que resultaba ser el canario Equisman) los que supieron poner el color apropiado a esta historia de dos seres que, pese a «estar aquí atrapados», anhelan «ir a otro lugar y ser libres de verdad».

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