¿Es ‘Rough and Rowdy Ways’ de Bob Dylan la obra maestra que proclama la crítica?

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¿Es ‘Rough and Rowdy Ways’ de Bob Dylan la obra maestra que proclama la crítica?

Este viernes 19 de junio se ha publicado ‘Rough and Rowdy Ways‘, álbum de estudio número 39 en la carrera de Bob Dylan. Todo un acontecimiento: pese a estar constantemente en la palestra por sus giras, discos de versiones varios, incontables reediciones y algún que otro premio Nobel (, fruslerías), estamos ante el primer disco de canciones nuevas de Robert Zimmerman desde el fantástico ‘Tempest’, publicado ocho años atrás.

‘Rough and Rowdy Ways’ pasará seguro a la historia por haber procurado a Dylan su primer número 1 de Billboard en sus más de cinco décadas de carrera. Lo ha logrado en un chart menor, sí, pero igualmente es meritorio y sorprendente. Sobre todo porque lo ha conseguido con ‘Murder Most Foul‘, una letanía de casi 17 minutos en el que, rayando el spoken-word, dispara pensamientos en torno al asesinato de J.F.K., con incontables referencias a The Beatles, ‘Lo que el viento se llevó’, The Who, Patsy Cline, The Everly Brothers, John Lee Hooker…

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La canción ocupa todo el segundo disco de la doble edición en CD y toda la cara B del segundo disco de la edición en doble vinilo, lógicamente. El resto de sus nueve canciones duran algo más de 50 minutos, muchas con minutajes que superan los seis, siete y hasta nueve minutos, en el caso del penúltimo corte ‘Key West (Philosopher Pirate)’. Grabado junto a su banda habitual de directo (Charlie Sexton, guitarra; Bob Britt, guitarra; Donnie Herron, steel guitar, violín y acordeón; Tony Garnier, bajo; Matt Chamberlain, batería), sorprenden un tanto las colaboraciones de renombre, no demasiado habituales en los discos del genio de Duluth: el guitarrista y productor Blake Mills, el pianista de los Heartbreakers de Tom Petty, Benmont Tench, el pianista de jazz Alan Pasqua, un tal Tommy Rhodes… ¡y Fiona Apple! La autora de ‘Extraordinary Machine’ podría ser la voz femenina que suena en la citada «Key West» pero, sin tener una copia física delante ni más detalles, no está claro qué ha aportado cada uno de ellos al conjunto. Lo cierto es que poco importa: todo se diluye y está puesto al servicio, como no podía ser de otra forma, de Zimmerman.

O, más bien, de su pausada y madura aproximación a estilos eternos como el blues (‘False Prophet’, ‘Crossing the Rubicon’ y ‘Goodbye Jimmy Reed’, referencia al bluesman del Mississippi), el swing (‘I Contain Multitudes’), el jazz (‘My Own Version of You’), el folk (‘Black Rider’, ‘Key West (Philosopher Pirate)’) o el gospel (‘I’ve Made Up My Mind to Give Myself to You’, ‘Mother of Muses’), siempre con esa voz que impregna todo, con la gravedad que le han otorgado los años y que él explota a la perfección. Por supuesto, no faltan referencias literarias ajenas (parece que Walt Whitman podría haber inspirado algunos versos de ‘I Contain Multitudes’), pero sobre todo propone extender una obra poética que ya ha sido valorada –no sin polémica– más allá de la música.

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La reacción de la crítica especializada prácticamente en masa ha sido la de considerarla como otra obra maestra a incorporar a su larga lista, como destaca Sony Music en su nota de prensa del disco remitida esta mañana. Se destacan las cinco estrellas (de cinco, obvio) otorgadas a ‘Rough and Rowdy Ways’ por The Guardian («bien podría ser la colección de canciones más brillante de Bob Dylan en años»), The Telegraph («Himnos extraordinarios para los tiempos de cambio que nos toca vivir»), NME («Su mayor declaración poética»), Mojo («Narración atemporal … fascinante, suntuosa y extrañamente conmovedora») o The Times of London («Una obra maestra melancólica, reflexiva, meditativa, desconcertante, divertida e impresionante»). Incluso la exigente Pitchfork le otorgaba nada menos que un 9, y Rolling Stone apenas le escatimaba media estrella de la máxima puntuación, calificando el disco de «clásico absoluto». Con la única excepción de Consequence of Sound, que con un 67 sobre 100 («Dylan podría haber editado algo aquí, seguro, pero sería incluso mejor si desatara a su banda», dice su texto) es la nota más rácana otorgada al disco de momento, Metacritic confirma la gran acogida de la crítica. Con una media ponderada de 13 reseñas, obtiene un 97/100 de puntuación… a un sólo punto del disco más valorado del año, que no es otro que ‘Fetch the Bolt Cutters‘ de su ahora colaboradora, Apple.

Si atendemos a esta web, la reacción del público puede no parecer tan entusiasta. Sorprendentemente, la respuesta parecía muy tibia cuando empezaba a escribir el artículo, rondando el 6,8. No parece una referencia muy fiable, por la sencilla razón que, hasta hace pocas horas, no todo el mundo había podido escucharlo. Y de hecho, a medida que escribo estas palabras, la nota está subiendo por minutos, alcanzando ya un 7,8. Si acudimos a Twitter, varios comentarios lo califican también de obra maestra, y acudiendo a foros de rock las loas son incluso más entusiastas.

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Si acudimos a las páginas de usuarios de Azkena Rock Festival, leemos «discazo», «maravillas de disco», «es Dios», «sacada de chorra estratosférica»… Y, si vamos al espacio del disco en Music Corner, los foros de la web de expertos en grabación y producción Steve Hoffman, el tamaño de los calificativos no es menor. Si bien algunos de sus comentaristas ponen la celebración en remojo. Uno de los más beligerantes asegura que es pura «excitación del comprador», simplemente por «querer sentirse parte de algo, así que decir que los álbumes son geniales les hace sentir mejor». Otro, más razonable, recuerda que los comentarios tras publicarse ‘Tempest‘ eran igual de exacerbados, y hoy ya se habla de ‘Rough and Rowdy Ways’ como de «su mejor disco desde» [pon aquí el título de un disco de hace al menos 15 años]. O, como resume muy bien otro forero, «el nivel de hipérbole de este hilo me deja la cabeza dando vueltas».

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