Si ya ‘Una canción de cuna entre tempestades‘ era un disco que, manteniendo el patrón de rock de autor, llevaba a The New Raemon a alcanzar su madurez creativa, ‘Coplas del andar torcido’ va un paso más allá. En él, Ramón Rodríguez expande sus territorios sonoros con la muy directa implicación de David Cordero, eterno outsider tras proyectos como Úrsula, con el que ya trabajó en su disco colaborativo junto a Ricardo Lezón (McEnroe), ‘Lluvia y truenos‘.
Sus fantasmales paisajes electrónicos se convierten en un elemento fundamental en el nuevo disco del artista barcelonés, porque suponen un contrapunto perfecto para los sonidos acústicos, por momentos folclóricos, de este séptimo largo en solitario de The New Raemon. ‘Coplas del andar torcido’ –título que ya indaga en la tradición española a la vez que arroja algo de humor ácido a la lesión física que aqueja a Ramón desde que sufrió un grave accidente de tráfico casi 20 años atrás, como explica aquí– se vale de esa combinación de elementos para tejer una obra intrínsecamente oscura, no tanto en lo musical (que también) como en lo lírico.
Si su anterior trabajo planteaba la antipatía (siendo benevolentes) que el mundo ofrece a un niño que nace y crece (idea que reaparece, de manera más esperanzada, en ‘El árbol de la vida‘), en este disco Rodríguez se sitúa en el espejo y reflexiona sobre la realidad más cruda de quien, «ya cumplidos los 43», confronta la amargura de «levantarse, acostarse, sentarse a trabajar» (‘Ruido de explosiones’) y la retahíla de pérdidas, personales o emocionales, que se suceden cada vez más a medida que crecemos. Títulos como ‘Pronto todo será sombra’ o ‘Días de rachas grises’ retratan exactamente lo que inspiran, si bien es muy justo destacar el punto de comicidad que el mismo exceso de drama hace emerger en canciones como ‘Ropa mal colgada‘, con líneas como «cinco cuerdas suenan, si pongo la sexta me voy a ahorcar» o «me sostiene la mirada la ropa mal colgada».
The New Raemon ha alcanzado un lirismo que en muchos momentos resulta brillante, y algo similar sucede con la propia música. El predominio de claroscuros no está reñido, paradójicamente, con la luminosidad en muchas de estas canciones, salvo quizá en los últimos estertores del álbum, donde la gravedad se vuelve algo plúmbea (en la muy Radiohead ‘La mano en el fuego’, por ejemplo). Pero el arranque es –superado un primer par de escuchas imprescindibles para desbastar– verdaderamente fulgurante, con las que muy posiblemente son las mejores canciones que nunca haya escrito Rodríguez.
A la citada ‘Ropa mal colgada’, le suceden las conmovedoras melodías de ‘Luna creciente‘, ‘En la feria de atracciones‘, ‘El árbol de la vida’ o ‘Aunque maldigas entre dientes‘, con un gran gancho pese a su evidente tono melancólico y tristón, sobre un trasfondo cohesionado y poderoso tejido con guitarras acústicas, percusiones (Salvador D’Horta, Ricky Lavado, Pablo Cabra) y bajo (Javi Vega), con atinados trazos de la electrónica de Cordero, el violoncello de Antonio Fernández Escobar y unos atinadísimos contrapuntos vocales servidos por Anni B Sweet. Además, The New Raemon amplía su discurso con incursiones sorprendentes como la suerte de reggaeton aflamencado (o flamenco areggaetonado, según se mire) de ‘Días de rachas grises’ o el predominio electrónico de ‘Ruido de explosiones’. ‘Coplas del andar torcido’ abre así saludables vías sonoras en el discurso artístico de Ramón Rodríguez, a la vez que afianza y mejora su faceta más reconocible. Si no es su mejor disco, se acerca mucho a serlo. Puede estar al caer.
Calificación: 7,5/10
Lo mejor: ‘Luna creciente’, ‘Ropa mal colgada’, ‘En la feria de atracciones’, ‘El árbol de la vida’, ‘Aunque maldigas entre dientes’
Te gustará si te gusta: McEnroe, Eric Montefusco, nudozurdo, Úrsula.
Youtube: playlist del disco