La pandemia ha dejado de ser mencionada en los telediarios -aunque no exactamente por las razones que nos gustaría-, y los estadios de mediano tamaño -en el mundo anglosajón conocidos como «arenas»- vuelven a llenarse con el público en pie y sin distancia de seguridad. C. Tangana, que no sé si ha conseguido que la gente le llame «El Madrileño» ni borrando casi por completo las palabras C. Tangana del cartel de su gira ‘Sin cantar ni afinar’, vendía las localidades para verle en el WiZink Center de su ciudad en cuestión de horas, teniendo anoche que explicar frente a su público que no quiso añadir una segunda fecha porque hay cosas que sólo tienen que pasar una vez cuando se acerca el final, apelando al de una era que ya ha cumplido un año en el top 10 de las listas de éxitos. ‘El Madrileño‘ fue el disco más vendido en España en 2021 y es aún top 2, certificado como doble platino, más un tercero seguramente por venir. Fotos: David Moya.
Tampoco creo que hubiera sido fácil la logística de reunir otra vez sobre el escenario a todo el personal que vimos anoche sobre las tablas. El equipo de El Madrileño consta de una treintena de músicos entre palmeros, coristas, vientos, cuerdas, guitarristas y percusiones. Para cualquiera preguntándose si los invitados en el álbum se pasaron, muchos de ellos sí, con la excepción principalmente de Andrés Calamaro, Jorge Drexler y Eliades Ochoa. Pero no se les pudo echar tanto de menos cuando en una misma noche habías visto aparecer a Nathy Peluso para interpretar ‘Ateo’, a Kiko Veneno para interpretar ‘Los tontos’ y un fragmento de ‘Volando Voy’, a Antonio Carmona para interpretar ‘Me maten’ y ‘No estamos locos’, y a La Húngara y Niño de Elche para interpretar apropiadamente ‘Tú me dejaste de querer’ y acompañar en casi todo el set, entre otros que incluyeron a Omar Montes y Rita Payés.
El resultado fue un fiestón a veces tipo tablao a veces tipo latino, situado en un país indeterminado entre España y América Latina, que es de lo que va el mismo álbum de ‘El Madrileño’, de un viaje por diversas tierras, como Cuba, Colombia y México. Pero Puchito no ha renunciado a su pasado como rapero underground y de ahí quizá la extraña decisión de comenzar con ‘Still Rapping’, justo cuando parecía por los arreglos orquestales que el show iba a comenzar con ‘Demasiadas mujeres‘.
El artista -¿alguien lo duda? ¿todavía? ¿en serio? ¿en qué planeta vivís?- se centra en el repertorio de ‘El Madrileño’ y su versión ampliada editada recientemente ‘La sobremesa’, incorporando algún guiño al pasado y alguna versión, pero renunciando a algunos de sus mayores hits que seguramente no le encajaban, como ‘Booty’, ‘Bien duro’ y ‘Mala mujer’. No habría adivinado, cuando escogimos esta última Mejor Canción de 2017, que vería un concierto de C. Tangana de 30 canciones sin que ninguna fuera ‘Mala mujer’ y que además me iría satisfecho. En lo que seguro que puso un granito de arena que el setlist sí incluyera una reconciliación con ‘Antes de morirme’, interpretada en plan minimalista junto a una vocalista que no era Rosalía, ahora mismo a otras cosas.
En su sección latina, el escenario se decora con varias mesas en las que se colocan músicos, coristas y botellas para chupitos y cócteles, sin que falte la sección «tiny desk» que tantas alegrías dio en Youtube. En las más raperas, las luces se apagan para dejar a Puchito solo sobre una pasarela de sombras, en la que canta algunas frases sobre pregrabados. Especialmente bien encajada suena -pese a presentarse enlatada- ‘Llorando en la limo’, después de que un barman haciendo de fucker pasadísimo, se quejase de que el show era muy «‘Circo del Sol’ y ‘Mayumaná'». Es el momento autoparódico del show, que El Madrileño dedica a quienes le vieron crecer después de darse a conocer como Crema, aunque hay que puntualizar que en este set, horteradas pocas, o más bien ninguna.
Sin grandes alharacas ni grúas voladoras, la dirección artística de ‘Sin cantar ni afinar’ parece haberse mirado en grandes giras internacionales de Kanye West (la parte rapera), Madonna (la tasca portuguesa) y Juan Luis Guerra (las alturas con vientos metales), resultando de lo más elegante en cuanto a composición e iluminación. Sobre todo esto último, acentuado por una pantalla panorámica coronando todo, en la que tuvieron a bien comenzar pidiendo que la gente no utilizara flash en sus fotos, y terminaron proyectando créditos con todos los participantes mientras Niño de Elche cantaba ya solo, como si acabáramos de ver una película.
Una de 2 horas, en concreto, en la que el público se dejó la garganta cantando cosas como ‘Nominao’, ‘Párteme la cara’, ‘Ingobernable’ o ‘Los tontos’, esta última aderezada con unos fragmentos de ‘Bizarre Love Triangle’ de New Order y ‘Alegría de vivir’. De la misma manera que unas líneas de ‘Lobo hombre en París’ (!) sonaron después de ‘Nunca estoy’, ‘Corazón partío’, ‘Noches de bohemia’ y una versión de ‘Suavemente’ se colaron en distintos puntos del repertorio, subrayando el carácter de fiesta sin prejuicios que se mira en la historia del pop español que siempre tuvo esta era. Todo tan españolete que el concierto termina con el equipo de C. Tangana aupándole a la primera fila de la pasarela como si hubiera cortado las dos orejas y el rabo.
Si bien hubo ciertos problemas de ecualización en las voces en determinados momentos -por otro lado un clásico en el WiZink Center de la capital-, fue divertido ver cómo C. Tangana agarraba del pelo a Nathy Peluso como en el vídeo de ‘Ateo’ mientras a ambos les daba un poco la risa, a Antonio Carmona completamente radiante y encantado de asistir a todo esto, o a Omar Montes hecho un nervio, incluso a un Auto-Tune pegado. El público respondió, acompañando en todo momento, aunque otro tema fue el de tratar de emular a los palmeros: si en Madrid se nos dio tan mal, no quiero ni pensar lo que sucederá con todo esto en Bilbao el mes que viene.
Fue, en todo caso, un show lleno de detalles muy vendible a una plataforma tipo Netflix o HBO, como ese momento en que la pantalla finge haberse averiado creando chispas antes de los bises -un par de veces falló, también, sin que estuviera planeado- o la dedicatoria de ‘Demasiadas mujeres’ al fallecido Sergio Larrinaga. C. Tangana estaba exultante, en la «noche más importante de su vida», y yo ya no me creo nada de aquello de que le importe más el punto de la lubina que ser el número 1 del ránking. Tras haber montado este pedazo de show de miras internacionales, está claro que es ser el rey lo único que le pasa por la cabeza. 9.