Dua Lipa devuelve el rosa al mundo con la gira de ‘Future Nostalgia’

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Dua Lipa devuelve el rosa al mundo con la gira de ‘Future Nostalgia’

Más de 2 años después de la edición del segundo disco de Dua Lipa, después de varios aplazamientos por-la-pandemia, no tengo muy claro qué queda de «Future» y qué es ya más bien «Nostalgia» en canciones tan quemadas a estas alturas como ‘Physical’ y ‘Don’t Start Now’. Dua, que entretanto ha triunfado con colaboraciones como las realizadas junto a Bad Bunny y Elton John, y con las propias reediciones del álbum -hasta 2, ha hecho- sigue utilizando las dos canciones señeras de ‘Future Nostalgia‘ para abrir y cerrar este show. Todo es tan encantador y tan rosa como lo imaginabas… hace más de 2 años.

Como si se le hubiera puesto entre ceja y ceja presentar al público el disco absolutamente al completo, para que todas sus partes pasen a la historia en su majestuosidad y por mucho tiempo que haya pasado, las canciones de ‘Future Nostalgia’ son el hilo conductor de la gira de regreso de Dua Lipa, que al fin y al cabo tiene el empeño de seguir llamándose de tal manera.

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Incluso en ese empeño la artista llega a sacrificar hits del primer álbum que se escuchan más, como ‘IDGAF’, que solo aparece a modo interludio, o ‘Hotter than Hell’, que no aparece en absoluto. No sabía que ‘Boys Will Be Boys’ era una cosa con la que se podían encender mecheros y linternas, ni que la propia ‘Future Nostalgia’ se pudiera plantear como bis tras hora y media de show. Hace tiempo que más que escuchando ‘Future Nostalgia’, debido también a un aluvión constante de novedades pop que incluye discos del tamaño de Bad Bunny, Kendrick Lamar, Harry Styles o Post Malone casi todas las semanas, lo que estamos haciendo en realidad es preguntarnos cómo demonios Dua Lipa piensa dar continuidad a una era tan perfecta y sublime.

Ella lo está pensando también, pues hace meses que maneja opciones en las entrevistas, y esto es algo que no te quitas de la cabeza durante el show de ‘Future Nostalgia’. Un show medido pero bastante austero, carente de espectacularidad, en el que las pantallas son las que pone el recinto, el Wizink Center en este caso, y las proyecciones de fondo aportadas apenas son destacables. Todo allí iba sobre Dua.

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Unos paraguas en ‘New Rules’, un par de patinadores no tan pro en ‘Cool’ y un bogavante gigante de corte camp, que no hace nada y habría pegado más a Katy Perry en la medio fallida ‘We’re Good’ son algunas de las ideas básicas escenográficas de este show que lleva 2 años en ciernes. Justo es decir que al público le da exactamente igual que este sea uno de los shows de diva más sencillos que se recuerdan, y el delirio es colectivo cada vez que Dua Lipa mueve una cadera, la lanzan y patina por el suelo en ‘Break My Heart’ o mueve el culo de espaldas al ritmo del cencerro de ‘Pretty Please’. Muchos os indignasteis cuando apostamos por ella como nueva «Reina del Pop». No creo que nadie a estas alturas pueda negar que Dua se ha ganado el trono a pulso.

En aquellos tiempos se criticaba la supuesta falta de carisma de la cantante, algo que se fue quitando con lo exhibido en videoclips tan jugosos como ‘IDGAF’ o ‘New Rules’. También se corrió la voz de que su directo era flojo tras lo paseado por FIB o Mad Cool. Era mentira. Lo que sucedía es que la cantante lo apostaba casi todo a su banda en directo, en lo que resultó ser una propuesta arriesgada y diferente en un mundo escénico saturado de trucos y parafernalia. Como asumiendo que hay cierto tipo de cosas que ya no se pueden superar, como aquella Super Bowl en la que Katy Perry salió subida a un tigre, viralizó un tiburón, sacó a Missy Elliott, rockeó con Lenny Kravitz, además voló y encima a algún cascarrabias dejó insatisfecho, Dua apuesta casi todo a las canciones, manteniendo la importancia de su banda en vivo. Algo muy loable.

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Acompañada de hasta 4 coristas de timbre muy parecido al suyo -una de las muchas cosas que ha aprendido de su admirada Madonna-, como es muy visible en el final de ‘Be the One’, cuando las 4 vocalistas terminan la canción mientras ella se cambia de ropa; Dua tan sólo tiene que pasearse por el escenario y aprenderse 4 pasos para dejar al público con la boca abierta. ‘Cold Heart’ la interpreta tranquila, confiada y sentada, de chill, mientras Elton John aparece en una pantalla. En ‘Electricity’ el culmen de todo es la realización de un corro de la patata de espaldas junto a sus bailarinas.

Y aun así el público vitorea en todo momento, deslumbrado por un «hit after hit» que no decae del todo ni con la colaboración de Angèle, que no ha sido tan exitosa fuera de Francia y Bélgica, ni con los diferentes cambios de vestuario. Todo es un constante karaoke colectivo. Es lo que pasa cuando se traen los deberes hechos de casa.

Especialmente vibrantes son los momentos en que suenan hits que se han pinchado un pelín menos en los clubs como ‘Love Again’, ‘Hallucinate’ y sobre todo ‘Levitating’ en su versión disco, que interpreta subida en una grúa que la acerca a los laterales del Palacio. Pero es el momento «discoteca» mi favorito personal, cuando se recuperan colaboraciones con Calvin Harris y Diplo como ‘One Kiss’ y la mencionada ‘Electricity’, a la par que se pinchan durante unos instantes ‘Hollaback Girl’ de Gwen Stefani y el featuring de Missy Elliott en ‘Levitating’. Decorado con tantas banderas de arco iris que parecíamos estar ya en el Orgullo, el WiZink Center no quería saber nada del tal DaBaby. Solo de Dua.

Sería exagerado decir que ‘Future Nostalgia’ nos salvó la vida durante la pandemia, pero sí contribuyó a lo grande a que todos fuéramos felices durante momentos concretos en que era muy difícil serlo. A que durante unos minutos nos olvidáramos de todo lo malo que estaba pasando. Habría sido catárquico poder ver este show entonces o a finales de aquel año impronunciable. Tengo la esperanza de que la memoria me la juegue y asuma que vi este concierto, que viví esta catarsis, cuando más lo necesitaba y no podía parar de escuchar este disco. Que Dua Lipa, vestida de rosa, irrumpió sobre el escenario para hacerme olvidar un mundo que solo ofrecía muerte, miedo, enfermedad, aislamiento, y a la postre odio y caceroladas. 8,4.

David Moya

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