Primavera Sound Madrid abrió puertas en Arganda del Rey por primera vez este viernes 9 de junio, una vez superados los problemas que había dejado la lluvia durante toda la semana y que llevó a la cancelación de la jornada de jueves.
La disposición de autobuses para ir a la Ciudad del Rock desde el Cívitas Metropolitano era espectacular, si bien hubo un elemento con que no contó la organización: la operación salida del fin de semana. El resultado fueron unos atascos considerables para acceder a Arganda durante la tarde, que pusieron por encima de las 2 horas el tiempo de llegada al recinto desde el centro de Madrid. A la vuelta, no había atasco alguno, pero sí cola de una hora para las lanzaderas de vuelta a Méndez Álvaro, Plaza Castilla o el Cívitas. La organización habría agradecido en ese sentido la clásica jornada de prueba y error del jueves, siempre un día menos multitudinario, para un cálculo mejor. Eso sí, una vez allí y como prometían desde la dirección, el recinto no puede ser más cómodo en la disposición de elementos.
Con un formato más cuadrado y menos rectangular que el Fòrum, se reduce el tiempo de llegada de un escenario a otro: no renuncias a ver a un artista durante un rato porque te pille demasiado lejos. No existen las colas en baños ni barras, al menos de manera significativa, y apenas podemos quejarnos de algo de barro en contados puntos del recinto. Pero nada de lo que se aventuraba tan sólo un día antes en redes sociales. Apenas parecía haber estado lloviendo durante los días previos. Y nada pasó cuando cayeron 4 gotas en torno a las 4 de madrugada.
En la línea artística, se recuerdan pocas jornadas tan variadas, ni después de 20 años yendo a festivales: el rock de The Mars Volta, el soul de Gabriels, el lo-fi de Moldy Peaches, la electrónica de Four Tet, el synth-pop de Depeche Mode, el rap de Kendrick Lamar, el art pop de Nation of Language, el teatro de Christine and the Queens, la EDM elegante de Fred again.., la experimentación de Yves Tumor, el reggaetón rapero de Trueno, el j-pop de Kyary Pamyu Pamyu, la sesión de Daphni, el funk de Channel Tres… cada cambio de escenario parecía un cambio gigantesco de tiempo, no solo de espacio.
Así arruinaron los fans de Depeche Mode el concierto de Japanese Breakfast
De milagro debido a los atascos, pero llegamos a Japanese Breakfast, que tocaba en el escenario Santander a las 18:50 y arrancó con ‘Paprika’, la espléndida apertura de su tercer álbum ‘Jubilee’. En el estribillo, Michelle Zauner le da rítmicos golpes al gong que hay situado en mitad del escenario. Su preciosa voz –delicada y poderosa a la vez- y su dominio vocal es sin duda uno de los grandes atractivos de la banda, que actuaba por primera vez en Madrid. Siguió la magnífica y bailable ‘Be Sweet’, pero el público no hacía ni caso. Los fans de Depeche Mode habían hecho una barrera en las primeras filas impidiendo el paso a cualquiera, y lo que hacían o dejaban de hacer Zauner y los suyos en el escenario les importaba más bien poco. Entre las continuadas y molestas charlas entre colegas era difícil disfrutar plenamente del concierto, que sonaba magnífico. Ojalá hubieran tocado en un escenario más pequeño ante gente que de verdad quería estar ahí viéndolos.
‘In Heaven’ o ‘The Body Is a Blade’, dedicadas a su madre que falleció de cáncer, son conmovedoras, y en directo más aún. ‘Boyish’ es una amarga canción de desamor que toca el alma; ‘Savage Good Boy’ un divertido número indie-rock anticapitalista. Zauner y su banda le ponen corazón a cada instante, y se nota que disfrutan de su tiempo en el escenario. El setlist equilibró tanto canciones de ‘Psychopomp’ como ‘Soft Sounds from Another Planet’, prestando más atención, eso sí, a su último trabajo.
En el escenario Estrella Damm, otro de los principales, Baby Keem empieza con retraso. Aparece solo y detrás de él se proyectan imágenes sugerentes: a veces abstractas y psicodélicas, a veces de ciudades postapocalípticas, de agua cayendo, de fuego, etc. El joven rapero aguanta perfectamente el tipo siendo la única persona en un escenario tan grande, y consigue que la gente se mueva con sus canciones. Es un show discreto pero divertido, donde no faltan recursos resultones como lanzadores de humo. En ‘Honest’ hace que la gente ponga las manos arriba, y con ‘Family Ties’ (sin Kendrick Lamar) el público lo da todo. Lástima que en el punto más álgido, el concierto se termine abruptamente. Baby Keem se va a su hora originariamente marcada, pero habiendo empezado tarde, su set no llegó ni a la media hora.
The Mars Volta son un torbellino de rock y ritmos latinos recién traídos de El Paso, exultantes en el carisma de Cedric Bixler-Zavala. Su música deambula entre géneros simpática, con energía contagiosa y desvergonzada, aunque el camino del amor al odio es muy corto, y odias a The Mars Volta un poco cuando los cambias por otros artistas en escenarios cercanos… y continúas oyendo a The Mars Volta a todo volumen.
El principal afectado es el concierto de Gabriels. Soul por un lado intimista y por otro revitalizante, que solo puede brillar en este último caso, debido al sonido que llega desde otros escenarios. Aun así, Jacob Lusk, en esmoquin, y su banda de coristas, vientos, etcétera, defienden como pueden favoritas personales como ‘Professional’. Entre los momentos mágicos que deja Primavera Sound Madrid, todo el público coreando “Cumpleaños Feliz” para la técnica de sonido del set de Gabriels, Louisa, que no daba crédito.
Y todavía duraba lo de Mars Volta cuando saltaban al escenario Moldy Peaches. Era un verdadero «a quién quieres más, a papá o a mamá», elegir entre Depeche Mode y Moldy Peaches, pero por suerte el retraso de los primeros disminuyó el drama.
El show de Adam Green y Kimya Dawson estuvo entre lo mejor de la jornada. El primero, con tintes de marinero en su vestuario, la segunda cubierta con una manta y la cara pintada de rata. El resto de la banda, vestida de Pierrot, directamente en pijama, de animalito, o de algo indescifrable. Adam parecía algo enfadado con su micro en las primeras canciones, pero por nada que el público pudiera advertir, y sus encantadoras melodías y surrealistas letras fueron emocionando a los seguidores del lo-fi, más numerosos y de edad más variada de lo esperado.
‘Jorge Regula’, ‘Steak for Chicken’ o ‘Rainbows’ con aquella letra sonora «tienes que tener polla, para tener una polla en la boca» están entre sus momentos más celebrados. De hecho, no hace falta esperar a su gran hit ‘Anyone Else But You’, tocado en antepenúltimo lugar, para hablar de «highlight». El «highlight» bien pudo ser la mezcla de ‘Nothing Came Out’ con un par de frases de ‘Private Dancer’ y ‘We Don’t Need Another Hero’ de Tina Turner. O el infernal solo de flauta dulce de Adam (LOL). O por supuesto el final con pogo de ‘Who’s Got the Crack’.
Depeche Mode lo dieron todo. Más que el público
El primer concierto realmente multitudinario del día fue el de Depeche Mode. El escenario Santander fue llenándose para asistir al espectáculo de la mítica banda. Salieron media hora tarde, lo cual provocó que el resto de conciertos de los escenarios principales que vinieron después también se retrasaran. Una gran M aparecía por fin en la pantalla, inaugurando el show, donde se iban proyectando diferentes recursos visuales, por momentos hipnóticos, que lograban crear una atmósfera oscura e inquietante. Aunque, por supuesto, lo más electrizante que sucedía en ese escenario era la propia música y sus responsables. Dave Gahan aún posee la actitud que uno espera de la estrella del rock que es: pavoneándose con gracia, posando para el público, derrochando carisma por todas partes. Su voz sigue sonando espectacular, y su presencia es arrolladora.
Los británicos acaban de publicar su disco ‘Memento Mori’, y abren su set con dos canciones del mismo, ‘My Cosmos Is Mine’ y ‘Wagging Tongue’, que brillan en sus versiones en directo. Aunque enseguida echan la vista atrás y tiran de su largo catálogo de éxitos como ‘Walking In My Shoes’ o ‘It’s No Good’.
Efectivamente, en su primera vez en España tras la muerte de Andy Fletcher, al que se dedica el tema ‘World in My Eyes’ con proyecciones suyas con los ojos abiertos y cerrados, Martin y Dave optaron por un espectacular “greatest hits”. Siguieron encajando algún tema del nuevo, como el excelente ‘Ghosts Again’, y algún capricho como ‘John the Revelator’. Pero es que la sucesión de clásicos fue tremenda: ‘Everything Counts’ con unas proyecciones de “manos ladronas” y un ritmo más electro, ‘Precious’, ‘Home’ con Gahan al final bailando el tarareo del público una vez que Martin la había finiquitado, ‘Stripped’, ‘Enjoy the Silence’… y luego lo de los bises.
El acertado retraso de media hora del show -de lo contrario hay gente que se lo habría perdido- nos hizo plantearnos si prescindirían de ese bloque. Pero sonaron ‘Just Can’t Get Enough’, ’Never Let Me Down Again’ y ‘Personal Jesus’ y ahí fue emocionante ver a los fans de Kendrick Lamar que aguardaban, grabar vídeos para el recuerdo. Por lo demás, el público de las últimas filas había permanecido mucho menos entregado que Dave y Martin.
Altibajos en el set de Kendrick Lamar
Si hubiese que elegir un rapero de los últimos 10 años, es prácticamente imposible no pensar en Kendrick Lamar, por su urgencia social y su visionario acercamiento al género. Sus letras le han valido un premio Pulitzer, su talento ha conquistado tanto a la crítica como al público desde sus inicios. Ver a Kendrick Lamar en Madrid por primera vez era cuestión de tiempo, aunque se ha hecho de rogar más de lo que debería. Su primer show en la capital española se enmarca dentro de la gira de su más reciente trabajo, ‘Mr. Morale & the Big Steppers’, pero sobre todo, le sirve para repasar sus singles más exitosos.
Con nadie más sobre el escenario que su propia presencia y una enorme tela con pinturas que reivindicaban y celebraban la cultura negra, empezaba la introducción de ‘The Heart Part 5’ encadenada a ‘N95’. Kendrick, con un chándal rojo brillante y gafas de sol, es una presencia magnética. Se mueve de un lado al otro con energía y recita sus versos a un ritmo que impresiona por su altísimo grado de dificultad. El público, joven y ecléctico, está entregado y consciente del privilegio que supone estar presenciando un espectáculo suyo.
Poco más adelante, unos bailarines vestidos de blanco y negro se unen al artista en el escenario. Con expresivas coreografías, acompañan las canciones mientras la gran tela que hacía de fondo cambiaba y mostraba distintos cuadros. ‘ELEMENT.’ es la primera que moviliza a la gente, pero tan solo un par de temas más tarde la supera ‘King Kunta’, coreada con entusiasmo por los asistentes. El sonido del concierto es impecable, también lo es el carisma de Kendrick, que consigue trasmitir que todo lo hace sin aparente esfuerzo.
Sin embargo, algunos momentos funcionan mejor que otros, y es ligeramente decepcionante ‘LOYALTY.’, una canción que no termina de convencer en su versión en directo, ya que la voz de Rihanna es el alma de esta y ocupa un lugar amplio e irremplazable. Tampoco lucen con la misma intensidad las canciones de su nuevo álbum como el resto, aunque hay excepciones como ‘Count Me Out’. En general, al artista se le ve más cómodo repasando sus éxitos y viendo cómo la gente disfruta de ellos. ‘Money Trees’ es un momento particularmente eufórico, donde hasta uno de los bailarines se monta en un monopatín mientras el público la corea con energía.
Hacia el final del set, Baby Keem es invitado al escenario para defender ‘Family Ties’. ‘Alright’ –uno de los mejores cortes de su obra maestra ‘To Pimp a Butterfly’- y ‘Savior’ ponen punto final a un concierto que sirve como despliegue del gran talento de Kendrick Lamar. Pese a algunas irregularidades de ritmo, poco más se puede objetar de un espectáculo convincente y siempre bien ejecutado.
Uno podría pensar que Four Tet, programado al mismo tiempo que Depeche Mode, estaría vacío, pero nada más lejos de la realidad. El set de Kieran Hebden estuvo a reventar desde el principio. El productor inglés ofreció una irresistible sesión de electrónica cañera donde lo mismo encajaba canciones como ‘Only Human’ –con ese fantástico sample de ‘Afraid’ de Nelly furtado’-, otras con texturas más ambient (‘Mango Feedback’) o incluso un divertidísimo remix de ‘Love Story’ de Taylor Swift. Suena disparatado, quizá hasta hortera, pero el buen gusto y el refinado oído de Hebden para capturar atmósferas permanecen intactos en su directo. La energía del público no decae en ningún momento y un contagioso buen rollo se instala entre los asistentes desde el inicio. Four Tet remezcla también sus colaboraciones con sus colegas Fred Again.. y Skrillex, adaptando ‘Baby again..’ y ‘Butterflies’ a su set. El resultado es una auténtica fiesta llena de momentos memorables, donde Hebden demuestra ser uno de los mejores DJs del mundo en estos momentos.
Christine and the Queens hipnotiza incluso en la dificultad
Llevamos años esperando a Christine and the Queens en España. Uno de los talentos más interesantes salidos del panorama internacional de la última década, logró vender más de 1 millón de copias de su debut ‘Chaleur humaine‘ sumando no solo su Francia natal, sino también Reino Unido. Cuando actuara por aquí, pensamos que el artista lo haría con su impresionante corte de bailarines, pero no ha sido posible. Está en otra etapa de su vida, en concreto presentando con los recursos que puede una obra tan intensa como la dupla formada por ‘Redcar les adorables étoiles’ y ‘Paranoia, Angels, True Love’.
Esta última había salido durante la misma jornada de Primavera Sound y no había tiempo para que el público asumiera esta historia de ángeles caídos inspirada en ‘Angels in America’ de Tony Kushner, que narra la historia de un grupo de personas enfermas de sida que reciben la visita de ángeles desde el cielo.
También es metáfora sobre la transición de Christine, que se arranca el vestido de novia ya durante la primera canción, ‘Ma bien aumée bye bye’, con toda la cara de felicidad posible, y que luego se arranca la parte superior de su ropa, dejando ver sus pechos, únicamente cubiertos los pezones por tiritas. Christine nos va narrando el significado de cada canción, nos indica que lo que estamos escuchando, más que una obra de teatro, es un “poema”. Ahí integra algún hit pasado como ‘Saint Claude’ o ‘People I’ve Been Sad’, pero lo verdaderamente impresionante es presenciar su expresión corporal bailando sobre una plataforma o retando al excelente percusionista que le acompañaba junto a 2 músicos más.
Es ahí cuando muestra que es un animal de escenario capaz de captar atención incluso aunque sea a la 1 de la madrugada, con una obra tan complicada, y compitiendo con varios escenarios simultáneos. Allí nadie abrió la boca para ponerse de charleta, y “Red” se mostró de lo más agradecido. Pocas cosas más emocionantes este viernes que sus primeros planos en las pantallas, incluyendo ese tatuaje «WE ACCEPT YOU».
La diferencia entre Fred Again.. y otros dj’s
En el escenario Santander Fred Again.. comienza su directo. Sobre el escenario un DJ a la izquierda y él, con un teclado y un micrófono a la derecha. El escenario es alargado y en el centro, cerca del público, hay una pequeña caja de mezclas. En las pantallas, situadas a los lados y en la mitad, aparecen vídeos hechos con la cámara frontal de los colaboradores de sus canciones cantando sus respectivas partes. Una puesta en escena sencilla pero muy efectiva, que otorga ese aire cotidiano, como de diario, que tienen los proyectos del británico. Al principio del concierto, en las pantallas salen unos textos de Fred Again.. en inglés y en español, donde da las gracias por estar allí y cuenta que era la primera vez que tocaba en Madrid.
‘Kyle (I found you)’ fue la primera en sonar, que empieza siendo una balada y va progresivamente subiendo hasta estallar. Le sigue ‘Baby again..’, segunda vez que la escuchamos en la jornada, con una espectacular progresión que rompe por todo lo alto tras construir durante unos minutos su clímax. ‘Jungle’ es otro banger espectacular, y vivirlo rodeado de gente en un festival es exactamente para lo que la canción está hecha.
En ocasiones, Fred corre hacia el centro del escenario, aporrea su caja de mezclas mientras la cámara lo graba, ayudándote a comprender mejor su proceso creativo. Estos pequeños detalles son los que marcan la diferencia entre él y un DJ corriente. También que hay baladas tocadas con teclado en mitad del set, momentos en los que nos hace cantar con él el sample de ‘Angie (I’ve Bee Lost)’, otros de pura euforia elaborada de forma extravagante (‘Sabrina (I Am Party)’… Si alguien tenía alguna duda del valor de Fred Again.. como músico, anoche quedaron completamente despejadas.
Por su parte, Skrillex trajo su pirotecnia –visual y sonora- a Madrid tras casi incendiar el escenario en Barcelona la semana pasada. Viendo su show, no extraña nada, ya que múltiples y altísimas llamaradas de fuego le rodeaban cada poco tiempo. El estadounidense ofreció todo lo que uno puede esperar de él. Fue una fiesta macarra hasta la médula y divertidísima que no escatimó en nada: luces epilépticas, láseres, humo, lanzallamas. Y, lo más importante, llena de buena música, de alegría contagiosa…
Skrillex logra que su personalidad salga mucho más allá de su mesa de mezclas. Frecuentemente chapurreaba español dirigiéndose al público (“¡vamos, guapos y guapas!”, “Madrid, mi amor”) y nos animaba a cantar con él “¡eeeooo!”. El set estuvo marcado por su gran disco reciente ‘Quest For Fire’, del que sonaron la espectacular ‘Xena’, ‘Leave Me Like This’, ‘Ratata’ o ‘Rumble’, entre otras. Aunque tampoco faltaron varios remixes de hits como ‘Dákiti’ de Bad Bunny y JhayCo o ‘Humble’ de Kendrick Lamar y, por supuesto, ‘Baby again..’ (¡again!), siendo la tercera y última vez que la escuchábamos anoche.
Lo único que se le puede echar en cara al maravilloso desfase de Skrillex es que Four Tet y Fred Again.. no salieran a tocar con él, ¡con lo fácil que lo tenían!
La madrugada nos dejaba un batiburrillo de estilos impagable, muy poco habitual en festivales, y completamente efectivo. Sonaron realmente profesionales y contundentes, sobre todo para ser un trío Nation of Language. Entre guiños al glam de David Bowie, a la querencia por el synth-pop analógico de Metronomy y el kraut pop de Stereolab, hicieron bailar a una serie de incondicionales que no cabían o no quisieron caber en el show de Kendrick Lamar. Avisaron de que van a regresar muy pronto a nuestro país.
Después, podías pasarte por el latineo del argentino Trueno, tan pronto sobre beats reggaeton como en plan banda de rap (y reivindicando que España no es un país racista, con una camiseta de Vinicius Junior); o por el delirio experimental de Yves Tumor, en plan glam con efectos especiales recién salidos de 2023; o por el set de Kyary Pamyu Pamyu.
Como ya nos advirtió nuestro compañero Jordi Bardají, este era uno de los shows más coloridos de Primavera Sound, recién llegado desde Japón. Kyary Pamyu Pamyu junto a sus dos bailarinas hizo a la gente partirse de risa en su mezcla de EDM, brostep, hyperpop y tonos pastel. En concreto tarta de fresa. Temas como ‘Fashion Monster’ resonaron en nuestras cabezas incluso cuando aquello terminaba, mientras la gente no daba crédito entre coreografías y vestuario. Ojalá solo Kyary Pamyu Pamyu sonando en las lanzaderas a Arganda del Rey, pero a todo volumen.
La lluvia apareció muy tímidamente durante el set de tecno, house y acid de Daphni, algo monótono al menos en la media hora que le escogimos, pero de allí no se iba casi nadie. VTSS B2B LSDXOXO subieron los bpm’s de manera considerable, ofreciendo la sesión más acelerada de la madrugada, y Channel Tres optaba por un set más melódico, de ritmo disco-funk en torno a las 4 y 5 de la madrugada. Fue una jornada larga pero muy agradecida en su diversidad, a veces tan desconcertante que, al llegar a Méndez Álvaro, un guiri se acercó para preguntarnos «si ya estábamos en el centro de Milán» (sic). Sebas E. Alonso, Fernando García.