Este jueves 15 de junio el Sónar ha vuelto a abrir sus puertas en Barcelona, en el 30 aniversario de su nacimiento. Sónar celebra este hito con la instalación ‘Processing… 30 Years of Sónar’, que repasa las tres décadas de historia del festival a través de una experiencia inmersiva creada con inteligencia artificial. Pero, sobre todo, Sónar cumple años sin dejar de clavar la mirada en el futuro, por ejemplo, a través de otra de las instalaciones que se pueden disfrutar dentro del recinto, Plaça de Barcelona, una instalación interactiva organizada por el Ayuntamiento de Barcelona que incluye experiencias de realidad virtual, entre otros alicientes. El programa de Sónar +D vuelve a ser imperdible.
En la llegada al recinto de La Fira llama la atención que el escenario principal, SónarVillage, está este año completamente cubierto por un tejado, lo cual garantiza un mayor disfrute de la programación sin que influya el miedo a colapsar de calor en cualquier momento. Cualquiera que asistiera al Sónar el año pasado (y en años anteriores) recuerda que el calor del sol fue abrasador.
A eso de las 17.00 de la tarde presenta Marina Herlop su nuevo show. La catalana aparece en el escenario con el peinado más loco que ha llevado nunca, una mezcla entre los moños de Leia y las trenzas de burbuja. A Herlop le acompañan siete músicos sobre el escenario, varios de ellos clarinetistas, además de un percusionista que es clave en el nuevo sonido de directo de Herlop, en el que lo electrónico y lo orgánico casan.
La música sigue sonando como venida de otro planeta: las armonías estiradas de Herlop y sus beats de tempos descompasados, realmente atípicos, dialogan ahora con percusiones que parecen inspiradas en el gagaku japonés e incluso con el sonido de las castañuelas. Puede que en algún momento no sepas en qué idioma está cantando… hasta que recuerdas que Herlop a veces canta en un idioma inventado (cuando no usa el catalán). Sus canciones siguen fascinando a cualquiera que se topa con ellas, algo evidente en el respeto que le profesa el público, que permanece embobado ante sus melodías alienígenas y giros imposibles.
Quería catar el directo de 700 Bliss, pero solo me da tiempo de escuchar los últimos beats tribales que salen proyectados desde el SónarVillage, por lo que sin pensarlo mucho regreso al SónarHall a personarme en uno de los conciertos más importantes de la jornada, el de Oneohtrix Point Never. El acceso está bloqueado cuando llego, mientras grupos de gente esperan a poder entrar. Abierto el acceso, algunas personas salen disparadas hacia la primera fila.
Oneohtrix Point Never sale puntual, a las 17.45, y nos da la bienvenida de la mejor manera posible, con un sample (aparentemente) sacado de ‘Replica’, su mítico disco de 2011. A partir de ahí, Daniel Lopatin va alternando su habitual magia cósmica con los sonidos liminales extraídos de ‘R Plus Seven’ y otros pasajes de sintetizador de aires vintage y nostálgicos. Mientras, los visuales dibujan una extraña forma pentagonal (con forma de piano) que ejerce de portal hacia otra dimensión. Progresivamente, el set de Lopatin se va transformando en un set inclinado al tecno abstracto y parece directamente el de otro artista. Sin embargos el público responde entusiasmado. Nada que objetar.
Una de las propuestas de la programación de Sónar 2023 que mejor hibridan música y visuales es la de Nosaj Thing y Daito Manabe, que presentan su show conjunto ‘Continua’. Al principio, los beats de hip-hop experimental de Jason Chung se mueven a tempo glacial. Mientras, las visuales de Manabe proyectan imágenes acuáticas, borrosas, que buscan (o eso parece) hipnotizarnos. La unión de música e imágenes crean la ilusión de que el público de SónarPark se encuentra sumergido en el agua. Pero, de repente, el beat se anima, se acelera y se instala en el dancehall, acelerando también a los presentes.
Más cerebral es el show de Kode9, que se celebra en el auditorio del SónarComplex. El británico Steve Goodman -fundador del sello Hyperdub, la persona que fichó a Burial- presenta ‘Escapology’, un proyecto que investiga un posible futuro en el que Escocia se separa del Reino Unido y se dirige hacia las estrellas. La pantalla emite imágenes de una bandera de Reino Unido ardiendo o de un mapa de Reino Unido mutante. Un extraño paisaje de campos verdes y cielos rosas protagoniza gran parte de la historia. Los textos, filosóficos, no transmiten un mensaje claro. Algunos incluso se proyectan rápidamente, sin que sea posible leerlos. Por su lado, la música puede pasar de un footwork elegantísimo a un deep house sísmico y rotundo… que quizá hubiera funcionado mejor en otro recinto. El contexto del auditorio, con la gente sentada como si estuviera en el cine, no termina de crear una conexión con artista y propuesta.
El set de Jokko Collective se centra en una faceta bastante más abstracta de la esperada, no tanto en los brutales beats que encontramos en su mixtape de 2020. No es, por tanto, un show rítmico del todo, sino que deliberadamente se instala en un lugar mucho más místico, de ecos tribales y ancestrales, emparejados con unos visuales espectaculares que nos sumergen bajo el agua o nos enseñan imágenes de la naturaleza. El ritmo bailable del tecno solo asoma tímidamente en algunos puntos del show, pero ellos son un colectivo y por tanto hablan diferentes lenguajes musicales: en Sónar demuestran que son grandes creadores de atmósferas. En vivo, mejor disfrutadas.
La primera jornada de Sónar 2023 se despide con el espectacular set de tecno-house futurista de Black Coffee, que reúne a prácticamente toda la asistencia delante de su escenario en el SónarVillage, en el que es evidentemente uno de los sets más divertidos del día: se nota, se palpa en el ambiente, que la gente tiene muchas ganas de fiesta. Uno de los platos fuertes con el que encarar viernes y sábado con más ganas todavía.
Te invitamos a descubrir lo mejor de la programación de Sónar 2023 haciendo repaso a sus nombres imprescindibles, sus joyas imperdibles y su recomendable línea LGBTQ+.