Orbital, Death Grips, Opus III, Beastie Boys… estos eran algunos de los nombres que le rondaban en la cabeza a Doja Cat hace meses durante la creación de su nuevo disco. Incluso llegó a afirmar -por si alguien lo ha olvidado– que el sonido estaría inspirado en el de las “raves alemanas de los 90”. Después troleó al personal diciendo que estaba haciendo un disco de “jazz experimental” y después uno de “rock”.
‘Scarlet’ puede ser el troleo definitivo de Doja Cat, pues, comparado con esos proyectos inventados, es el menos interesante. Centrado en un sonido de hip-hop y R&B clásicos que efectivamente saben al año ’97’, ‘Scarlet’ es un trabajo coherente con su discurso, pero que termina aburrido de sí mismo. También es peor que sus discos más pop aunque ella reniegue de ellos.
La campaña de ‘Scarlet’ ha sido un pequeño incordio. Empeñada en ponerse a sus seguidores en su contra, Doja se las ha dado de punk y ha pedido a sus fans tóxicos que se “busquen un trabajo” y le dejen en paz. El problema es que el punk funciona de abajo a arriba, y no de arriba a abajo, así que la “polémica” ha sido fastidiosa, pero de relevancia ha ido algo corta.
La fama y la toxicidad de las redes sociales, y de esa cosa llamada relación parasocial, son temas que atraviesan ‘Scarlet’. También la relación de Doja con las críticas, que la artista convierte en letras desafiantes como la de ‘Demons’. Aquí, Doja responde a quienes creían no sabía rapear y lanza sus opiniones “a la basura”. ‘Scarlet’ es el examen definitivo de Doja en el rap, un disco que Amala Dlamini ha hecho exclusivamente para demostrar que sabe escribir barras y rapear como “los mejores”. A veces literalmente: en ‘Ouchies’ es evidente que está imitando a Nicki Minaj, con la que ha colaborado. No hay beef.
‘Demons’ es uno de los mejores singles de la carrera de Doja Cat, y su loco sonido de cuerdas psicópatas no tiene nada que ver con el de ‘Paint the Town Red’. El gran éxito de Doja en 2023, número 1 global, otro primer single que devorará al disco que presenta, samplea ‘Walk on By’ de Dionne Warwick y es una canción de rap que sabe ser tan asequible como la más popular de Eminem (solo que con mejor gusto) gracias a un estribillo que va al grano, que es pop aunque Doja no quiera. «Mi felicidad es vuestra miseria», rapea en los versos, orgullosa.
En ‘Paint the Town Red’, Doja viene a contarte que ella prefiere ser famosa por mala a ser buena o políticamente correcta. El problema es que ni ella es tan mala (se necesita algo más que pelearte con tus propios fans en Twitter para serlo) ni ‘Scarlet’ es un disco que pase de lo políticamente correcto. Es tan clásico en sus mejores momentos, como ‘Ouchie’, que sí recuerda a los Beastie Boys, el durillo ‘Wet Vagina’ o el envolvente -y fantástico- single ‘Agora Hills’, como lo es en los más anodinos, los cuales pueblan una segunda mitad que es demasiado redundante, durante demasiado tiempo.
Y también poco divertida. En ‘Scarlet’, Doja encuentra maneras graciosas de atacar a sus “stans”, como en el rap agresivo de ‘F.T.G. (Fuck the Girls)’, donde, en la primera mitad del largo, rapea: “¿Desde cuándo sois mis hijos bastardos? Criaros a vosotros mismos”. Después, las llamadas telefónicas de ‘Agora Hills’ son un puntazo. Sin embargo, la sensación que deja ‘Scarlet’ es que Doja ha confundido el ser tomada en serio con el dejar de ser divertida. ‘Attention’ es una canción demasiado seria y, cuando, en la letra, Doja desafía a sus fans porque “me seguís pero no os interesa la música”, cabe preguntarse si realmente esta la música más interesante que Doja puede ofrecer. Sabemos que no. Sabemos que Doja es capaz de más que de sonar a unos noventa desactualizados, o de calcar nota por nota el sonido de Erykah Badu (‘Often’), o de perderse rellenando hueco en una segunda mitad que se hace bola entre producciones de R&B y neo-soul (‘Love Life’) que difícilmente alguien más allá de sus seguidores recuperará.
Entre los momentos que logran ofrecer algo más en la segunda mitad de ‘Scarlet’ se encuentra el sample de ‘I’m Not in Love’ de 10cc en ‘Shutcho’ y su suculenta melodía vocal (para eso Doja tiene un gusto exquisito) y, sobre todo, la pista final. ‘Balut’ está lejos de ser la mejor canción de ‘Scarlet’, pues su recuperación del trip-hop primigenio es un mero homenaje, no una revisión demasiado personal o contemporánea. Pero atentos a la letra: “copiar a los grandes es mi estrategia número uno / pero ojo que las estadísticas no se pueden copiar”. Ahí ya nadie puede decirle nada.