El «fade out» no ha muerto: está de vuelta

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El «fade out» no ha muerto: está de vuelta

Elige cualquier año de la década de los 80. Por ejemplo, 1984. Todos o casi todos los éxitos de ese año acaban aplicando una disminución progresiva del volumen en los últimos segundos de la grabación. ‘What’s Love Got to Do with It’ de Tina Turner, ‘Amante bandido’ de Miguel Bosé, ‘Borderline’ de Madonna, ‘Lobo-hombre en París’ de La Unión, ‘Forever Young’ de Alphaville, ‘Ni tú ni nadie’ de Alaska y Dinarama, largo etcétera. Es el llamado “fade out”. Existen excepciones: ‘Purple Rain’ de Prince o ‘Hawaii-Bombay’ de Mecano acaban con final cerrado, pero la mayoría de éxitos de la época no.

La razón, por supuesto, tiene que ver con el formato de reproducción predominante de la época. No había streaming, solo radio, de modo que los locutores necesitaban que las canciones que pinchaban terminaran en “fade out”. De esta manera, durante las emisiones, podían hablar por encima mientras la canción se desvanecía y así pasar a la siguiente.

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La técnica del “fade out” se fue perdiendo durante los 90 y definitivamente pareció extinguirse durante la primera década del siglo actual. El streaming mató el fade out. Slate examinó el fenómeno hace ya 10 años, en un artículo publicado en 2014, en el que revelaba que dentro del top 10 de los años 2011, 2012 y 2013 solo una canción acababa en “fade out”: resulta que ‘Blurred Lines’ de Robin Thicke supo hacer historia de otra manera. Hoy en día la mayoría de éxitos acaban en un suspiro, durando 2 o 3 minutos. Elige un año. Por ejemplo, 2023: ‘Flowers’, ‘Rush’, ‘Vampire’, ‘Kill Bill’, ‘Padam Padam’: todos ellos se despiden con finales abruptos.

Evidentemente, la técnica del “fade out” no nació en los 80, aunque fue esa década su momento de mayor predominancia. Es imposible no mencionar lo chapuceros “fade outs” que se escuchan en muchos éxitos de los años 50 y 60, por ejemplo en ‘Be My Baby’ de las Ronettes o ‘Don’t Worry Baby’ de los Beach Boys, en un momento en que no había un solo segundo que perder grabando canciones a vinilo. Las limitaciones del formato hacían que muchos éxitos por ejemplo de la Motown, en sus segundos finales, “desaparecieran” como de repente. Parecía que había venido tu amigo por detrás a retirar la aguja.

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Los precedentes del «fade out» previos a la consolidación de la música grabada pueden ser tan curiosos como el concierto de Gustav Holt de 1918 ‘Los planetas’, que, en la sección final ‘Neptuno’, incluía un coro femenino cantando en una habitación fuera del escenario, sonando cada vez más «lejano» mientras alguien cerraba lentamente la puerta y el sonido «desaparecía» por completo. En un momento en que la música se grababa de manera mecánica en un disco de cilindro, la manera de registrar un «fade out» era transportar el fonógrafo lejos de la fuente de sonido. Las grabaciones de una banda de marcha viniendo y volviéndose a ir, o de un tren llegando y marchando, en la grabación de 1930 ‘Beyond The Blue Horizon’ de George Olsen & His Music, se cuentan entre los primeros ejemplos.

En otros casos la técnica se podía usar como un arte en sí mismo. Más allá de la necesidad de “terminar” una canción bajándole el volumen, otros artistas han empleado la técnica del “fade out” para dotar una canción de una sensación de eternidad, de promesa eterna. En todos los minutos que dura el final descendente de ‘Hey Jude’ de los Beatles caben dos o tres canciones. Puede que Depeche Mode grabaran el “fade out” más hermoso de la historia en ‘Enjoy the Silence’. En 1979, Christopher Cross lo usó magistralmente en el final de ‘Ride Like the Wind’: esos “pa pa pa” finales te hipnotizan hasta hacerte olvidar que la canción se dirige al ocaso. Entre los artistas contemporáneos que han explorado las mieles del “fade out”, Tame Impala lo hizo de manera sublime en ‘Let it Happen’. El propio Kevin Parker, en una entrevista con JENESAISPOP, aseguró ser fan de la técnica. «Yo mismo abusé de ella en ‘Currents’”, nos contaba el australiano a principios de 2020. “Un «fade out» debe ser merecido, si no, es mejor no usarlo. Me encantan los «fade outs» porque cuando suceden, parece que dirigen la canción hacia la eternidad, el horizonte”. La nueva versión de ‘Borderline’ había renunciado al “fade out”, tristemente, y hoy no está disponible en plataformas.



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Pero el “fade out” no ha muerto del todo. Puede que tenga menos sentido que nunca en la época de las playlists y las plataformas de streaming. Las canciones hoy quieren durar 2 minutos y va que chuta. Pero, en los últimos años, no son pocas las canciones que han recuperado tan manido truco por razones estéticas. El factor nostalgia también está consiguiendo que el “fade out” vuelva a estar presente en la música pop de nuestro tiempo. Olivia Rodrigo lo sabe: su éxito ‘bad idea right?’ acaba en “fade out”, completamente entregada a la nostalgia de los noventa. Si Karol G homenajea a Selena en ‘Mi ex tenía razón’, el “fade out” es obligado. Mae Stephens y Meghan Trainor han sabido usarlo en el caramelo de ‘Mr. Right’. En España, también Mikel Izal en ‘La rabia’, o Mujeres en ‘Horizontal en llamas’, han explorado la técnica.

Los ejemplos de canciones que acaban en “fade out” se han sucedido en los últimos años sin prisa pero sin pausa, pasando más o menos desapercibidas pero recuperando la técnica a su manera. Solo en 2023, ‘When We Were Young’ de Belle and Sebastian, ‘Margaret’ de Lana Del Rey, ‘alife’ de Slowdive o ‘Puppy’ de Arlo Parks han bajado el volumen en los últimos segundos de sus respectivas grabaciones. En el último lustro, ‘The Path’ de Lorde, ’Confirmation’ de Westerman o ‘Gullible Fool’ de La Roux ha usado el “fade out” de manera especialmente acertada y deliberada. Un macrohit del tamaño de ‘The Greatest’ de Sia (2016) empleaba la técnica aunque no lo recuerdes. Daft Punk, maestros, supieron aplicarla lo mismo a ‘Give Life Back to Music’ que a su producción para The Weeknd ‘I Feel it Coming’: ambas canciones acababan prometiendo un sublime horizonte.

Nada de esto tiene en realidad mayor misterio. En una entrevista con Billboard, el historiador musical Nolan Porterfield argumentaba que en la mayoría de ocasiones los “fade outs” se usan o porque quedan bien o porque el músico no ha escrito un final propiamente dicho para la canción. Tampoco parece haberlo escrito cuando la canción termina de manera completamente abrupta, dejándote sin aliento. Pero en todos los casos, si se hace bien, el “fade out” puede convertirse en la guinda del pastel de una canción. Ahora solo falta que vuelvan las intros de 1, 2 o incluso 3 minutos: Ariana Grande ha puesto su grano de arena.

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