Unos pocos asientos libres en grada han impedido a Sen Senra alcanzar el sold out en su primer Wizink sin restricciones, pero para el gallego esto no es lo más importante. Él busca algo más: “Qué te voy a contar mi neno, no te equivoques, no compares, porque una cifra no mide tu talento ni tu valía”, exclamó frente a su entregado público, consciente de que es uno de los mejores artistas de su generación y que, aun así, en un momento en el que parece que cualquiera puede hacerlo, no es capaz de agotar el recinto. Cuesta saber qué habría sido de la carrera del gallego si no hubiese coincidido con la pandemia, pero el sold out estaría asegurado. En cuanto a lo que se merece un concierto así, más de una fecha sería obligatorio.
Sen Senra actuó como sacerdote de una misa de 2 horas en la que primó tanto la elegancia como el minimalismo. Gabardina de cuero marrón, gafas negras y unos brillantes dedales de lujo adornaban su imagen. Este salió a la tarima con una actitud altiva y orgullosa, la cabeza bien alta, y se bañó en el vitoreo del público mientras calentaba el cuello lentamente. “Enanito”, se escuchó, y sí, pero con muchas agallas, porque todo el espectáculo era él. Con la excepción de un cruceiro y un piano, no había nada más en el escenario. Los tres músicos presentes, intencionadamente apartados en una esquina. En las pantallas, o salía él o no salía nada. Se nota que ha trabajado para que esto no resulte un coñazo.
‘Perfecto’, ‘Tumbado en el jardín viendo atardecer’ y ‘Taba Sucio’ se sucedieron sin parón, ganándose al público gracias a un envolvente sonido y una magnífica presencia. Irónicamente, cuando se paseaba por la pequeña pasarela que sobresalía, este se hacía más grande. Su disfrute, contagioso, y su imagen, magnética. Esto dio momentos como el de ‘Blue Jeans y Un Crop Top’, en la que el público se encargó de jalear, juzgando por las caras que ponía, un orgasmo de Sen Senra. Bailecitos, miradas, sorpresas y un repertorio inigualable, que abarcó toda su carrera e incluyó su último disco de forma íntegra, fueron clave para mantener el ritmo y la atención del público durante todo el show.
Todas las canciones suenan mejor en directo, pero existe una tendencia a tranquilizarlo todo que puede resultar excesiva para algunos. ‘Por Ti’ fue un íntimo dúo entre el público y una tenue guitarra, ningún rastro de un beat, al igual que ‘Ya No Te Hago Falta’, que hasta tuvo momento a cappella. Algo parecido ocurrió con ‘Nos Dará Alas’, con una guitarra que sonaba ahogada y compacta de más. Consciente de esto, el gallego se escondió algunos ases bajo la manga: una preciosa canción “que no va a salir nunca”, un inesperado y sorprendente invitado y un emocionante final. Además, una sopesada sucesión de canciones que inyectaba energía cuando era necesario, valiéndose de sus cortes más ‘reggaetonish’, y calmaba las aguas cuando tocaba.
‘Cielo Azul’, inédita y presentada de forma acústica al piano, es tan bonita que inspiró este comentario: “No he llorado porque se me caen las pestañas”. Sin embargo, el momento más inesperado llegó con ‘Familia’. “Hoy tengo mucha suerte, porque está con nosotros Juan Habichuela”. Instantáneamente, alguien se lamentó: “Queríamos a C. Tangana y viene este”, pero se comería sus palabras. Nieto del mítico guitarrista Juan Carmona ‘Habichuela’, fue el único invitado de la noche. En cuanto empezó a tocar la guitarra flamenca, nadie echó de menos a Pucho, y solo existía un sentimiento de agradecimiento a Senra por haber sacado al verdadero talento. La ovación fue estruendosa.
“Hay momentos que solo suceden una vez en la vida, es la cruda y hermosa realidad. No va a haber bis y os pido que viváis este momento como la última vez que nos vamos a ver aquí”, sentenció. En el momento justo, alguien lanzó la bandera de Galicia. A esta, le siguió la arcoíris. Un emocionado Sen Senra recogió ambas con orgullo, vistió el micro y terminó con una versión cañera de ‘No Se Preocupe’ y con miles de personas siguiendo, literalmente, el mantra de la canción: “El que no salte, se va pa’l hoyo”.