Stereolab sirve en Primavera Sound café para muy cafeteros

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Stereolab sirve en Primavera Sound café para muy cafeteros

El viernes del Primavera, la “Comarca” (la zona que agrupa los escenarios que no son los dos principales) apareció holgada de público, en contraste con el gentío de verde que la colapsó el jueves. Lo que me lleva a pensar que a) todes les fans de Sabrina Carpenter ya estaban en Mordor b) les fans de Sabrina Carpenter no son de madrugar y van a llegar para la media noche, que es cuando toca su ídola. Por los reportes que me llegan, parece ser que la opción ganadora es la A: mis contactos me explican que Mordor lleva abarrotado desde primera hora.

Abro la jornada a las seis de la tarde en el escenario Schwarzkopf con Tramhaus, otros neerlandeses jóvenes y fascinados por los 90 ruidosos y los Idles. Su cantante, flaco, alto y desgarbado, tiene toda la pinta de haber ido ayer con la camiseta de Brat, pero ahora lo vibra mucho como líder de combo ruidoso. La juventud de la banda contrasta con la del público: a esta hora y aquí, pocos bajan de los 40. Pero hay incluso un pequeño pogo hacia el final. Eficaces (tocan muy bien) y entretenidos, pero aún no muy destacables.

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Waxahatchee venció en el Cupra, a pesar del chunda-chunda que llega del escenario adyacente. Sin embargo, su sonido es exquisito. Tras el arranque en acústico de ‘3 sisters’, el concierto eleva los corazones con su country-folk animado. Lleva una gran banda, steel guitar y banjo incluidos. Y Spencer Tweddy, el hijo de Jeff, a la batería. Suena de fábula. ‘Ice Cold’ destila entusiasmo vital, aunque algo de frío necesitamos: estamos a pleno solazo, pero por Waxahatchee no se mueve nadie. Y mejor no moverse, porque para ‘Right Back to It’ aparece nada menos que el propio MJ Lenderman, ante el griterío del respetable. Y se queda también para ‘Burns Out a Midnight’. Empieza a soplar una ligera brisa, el sol se apiada un poco de nosotros, y Waxahatchee va dejando la imagen de aplicada guitarrista para irse soltando, hasta dejarnos en una bola de sonido apasionado en ‘Fire’.

Sharon Lopez

The Hard Quartet son un súper grupo indie, liderado por Stephen Malkmus (Pavement), con Matt Sweeney y Jim White de Dirty Three y Emmett Kelly. Señores haciendo ruidaco noventero, para mayor placer de los que estamos allí, fans de Pavement en una gran mayoría. Aunque el tiempo no parece que pase para Stephen Malkmus: siempre luce igual. El sonido hace un poca de bola, pero es un placer verles intercambiarse los roles, se nota la camadería. A ratos aparcan el rock alternativo para dedicarse a la americana. Pero cuando Stephen canta en ‘Hey’, no puedes evitar escuchar a Pavement, aunque él sea solo uno más. Las canciones caen morosas, se está a gusto, sin perturbar. “¿Estáis esperando a Stereolab? Nosotros también”, antes de sacudirnos la modorra con algo de ruido en ‘Chrome Mess’, pero vuelven a sus tonos más dulces y tranquilos para cerrar con ‘Advice to the Graduate’ de Silver Jews.

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Sergio Albert

A Zaho de Sagazan vengan por la versión de ‘Modern Love’, pero quédense por su synth-pop sofisticado y melodramático, a la Mylène Farmer. Su escenario está asépticamente decorado como un estudio fotográfico. Zaho nos regala una performance muy teatral, histriónica. Se pone trance en ‘Tristesse’ o italo en ‘Ô travers’. Nos exige que BAILEMOS, aunque yo estoy muy a gustito sentada en las gradas. Zaho nos explica que la siguiente canción es una balada: “soy una persona muy sensible y lloro mucho. Hasta que dejé de llorar en casa y lo hice sobre el piano”. Sus discursos rompen un poco el ritmo de su fenomenal concierto. Pero son muy bien recibidos en las primeras filas, repletas de fans fervorosos. De hecho, Zaho se lanza al foso, les abraza, canta con ellos una preciosa ‘La symphonie des éclairs’. Después de llorar… “¡es hora de bailar!, nos dice y se queda en mono negro deportivo. “Mi manera de evitar la tristeza es moviendo mi cuerpo”. Y aquí se desata la locura entre flashes, ritmos marciales, happy hardcore, Zaho moviéndose, corriendo, bailando. Una buena rave. Me pierdo su célebre versión de ‘Modern Love’ con mucha pena, pero he de ir a coger sitio a Stereolab.

“Esteu tots aquí?” nos pregunta en catalán Laetia Sadier. El comando viejuno-nacional del Primavera Sound seguro que está todo aquí. Incluso un montón de extranjeros jóvenes fans de la banda. Basan su repertorio en su nuevo disco ‘Instant Holograms On Metal Film’: 6 canciones de las 12. Nada de concesiones, café para muy cafeteros… Pero funcionó muy bien. La conjunción y la complicidad de los músicos, la inconfundible voz de Laetitia Sadier, ejerciendo hoy de gélida maestra de ceremonias, ese funk con lounge de los 60 que, a la vez, parece que venga del futuro… Suenan muy bien, la pena es que hay demasiadas cotorras en primeras filas. ‘Miss Modular’ es una de las pocas concesiones, antes de dedicarse un buen rato a desgranar la instrumental ‘Electrified Teenyboop!’. Pero lo mejor es para el final, su inmortal ‘Cybele’s Reverie’, la mejor canción que voy a escuchar esta noche. La versión es bastante fiel a la original. Es gracioso ver a Laetita marcar los golpes del puente “Les pierres, les arbres, les murs, racontent”. Al final hasta se saca el trombón de baras y todo y todo es magia y felicidad. Lo único que les puedo reprochar es algo bastante personal: que un grupo con posicionamiento político tan claro de izquierdas no haga ni una sola mención a Palestina.

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Los que no se posicionan explícitamente, pero sí implícitamente son TV on the Radio, con sus pañuelos palestinos al cuello. El combo de Brooklyn ha regresado tras una pausa de 11 años. En el Cupra tiene un público muy nutrido. El sonido del escenario les sienta muy bien, suenan más expansivos. Su rock alternativo dosmilero entra y suena como un tiro, a Tunde Adebimpe se le ve pletórico. Su concierto es fiero, pero más fiero es el final con su clásico ‘Staring at the Sun’.

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