Al ver el número de apertura, no tuvimos que esforzarnos mucho para traer el nombre de Neil Patrick Harris a la palestra ya que el propio Dani Rovira se encargaba de mencionarlo durante su número musical asegurando que «esto lo hacemos en España y con menos presupuesto». El caso es que nunca imaginamos que el parecido con la apertura de los premios Tony de 2013 era tan evidente hasta que hemos visto un montaje en el que se compara ambas y en el que la versión española sale muy mal parada.
Lo peor de todo es que ha sido Javier Olivares, productor y guionista de ‘El Ministerio del Tiempo’, quien se ha asomado a Twitter con el siguiente mensaje: “Dicen que piratear es delito. ¿Y plagiar?”, acompañado de la comparativa de ambas aperturas.
Os dejamos con el vídeo para que podáis decidir si se trata de plagio, homenaje, parodia o inspiración.
Después de muchas especulaciones y años de espera, Garbage han anunciado que su nuevo disco ya está terminado y entregado. Así lo ha anunciado el cuarteto en Twitter con un mensaje en el que aseguran que su sexto disco, que dará continuación a ‘Not Kind Of People’ de 2012, ya está entregado.
Es cierto que las noticias musicales referidas a Billy Corgan escasean cada vez más, pero también es cierto que el líder de los Smashing Pumpkings siempre nos deja algún titular digno de enmarcar. La última tontería tiene que ver con su amigo Marilyn Manson, ya que en una entrevista le han preguntado a Corgan por el tamaño del pene de Manson. Más allá de aventurarse en confesar las dimensiones del miembro de Manson, el músico lo resume atacando al entrevistador: “Bueno, es mayor que el tuyo. He visto tu polla y mide una mierda de media pulgada”.
Territorios Sevilla tendrá lugar los próximos 20 y 21 de mayo en el recinto del Centro Andaluz de Arte Contemporáneo de Sevilla (Isla de La Cartuja). Los abonos están a la venta en entradas.com.
El festival, que ya había anunciado a Tindersticks, The Wombats y El Guincho, suma hoy nombres como The Horrors, Milky Chance, Peter Björn & John, Belako, Sex Museum y Ángel Stanich.
Primal Scream, que acaban de presentar el primer single de su nuevo disco ‘Chaosmosis’, en compañía de Sky Ferreira, son el primer cabeza de cartel del Azkena Rock, liderando las 6 nuevas confirmaciones del día. Les acompañan Vintage Trouble, Supersuckers, Marky Ramone’s Blitzkrieg, The Coup y Cobra, que actuarán en Mendizabala los próximos 17 y 18 de junio. Los abonos están disponibles a través de entradas.com.
La nota de prensa especifica que «Marky Ramone’s Blitzkrieg: 40 years of punk» es el set con el que Marky Ramone homenajea al punk. Junto a Ken Stringfellow (The Posies), Captain Poon (Gluecifer) y Pere Cohete (From Head To Toe), repasará, principalmente, los temas más potentes de la mítica banda de la que formó parte.
Estos son los confirmados de momento:
PRIMAL SCREAM
GUTTERDÄMMERUNG feat. Henry Rollins
BLACKBERRY SMOKE
VINTAGE TROUBLE
REFUSED
RADIO BIRDMAN
SUPERSUCKERS
091
MARKY RAMONE’S BLITZKRIEG
THE COUP
DANIEL ROMANO
BUFFALO KILLERS
LUKE WINSLOW-KING
THE LONDON SOULS
COBRA
RAVENEYE
THE FLYING SCARECROW
…
Villagers, el proyecto de americana del irlandés Conor O’Brien, vuelve un año después de editar su tercer disco, el recomendable ‘Darling Arithmetic‘, con un álbum en directo de versiones de temas suyos (más una versión) titulado ‘Where Have You Been All My Life?’ (el nombre se extrae de una de las canciones incluidas, ‘The Soul Serene’). Grabado en un solo día en abril de 2015 en los estudios RAK de Londres, el álbum reúne varias de las canciones destacadas del repertorio de Villagers, lo que incluye ‘Memoir’, que escribió O’Brien pero interpretó primero Charlotte Gainsbourg, arregladas de nuevo junto a Richard Woodcraft (Neil Young, Radiohead, Dido), el ingeniero Ber Quinn y una banda de cinco músicos.
De primeras, el concepto «disco de versiones» puede dar urticaria y más si son propias, pero O’Brien ha conseguido hacer un disco que podría pasar por original para un oyente casual no familiarizado con su trabajo, en primer lugar, por su cohesión y, en segundo, porque varias de las canciones están mejoradas, como es el caso de ‘The Waves’, antes más electrónica y en cuya nueva forma O’Brien ha hallado probablemente su mejor canción. Las reinterpretaciones de ‘Everything I Am Is Yours’, ‘Courage’ y ‘That Day’, por otro lado, suenan ahora más cálidas, mientras ‘Memoir’ se revela como un pequeño clásico de nuevo country tan agradable en su sutil base rítmica como desolador en una letra que encuentra a su autor a la deriva por un amor roto.
Dado que ‘Where Have You Been All My Life?’ le sirve al autor de ‘{Awayland}‘ también para recrearse en la calidad de sus melodías, pareciera que enfrentar sus composiciones a una canción tan espectacular como ‘Whichita Lineman’ de Glen Campbell le pasaría factura; sin embargo, su personal interpretación de este gran clásico del pop de los 60 le hace justicia de sobra, entre otras cosas gracias a su delicado arreglo de fliscorno, que también suena tímidamente en ‘That Day’, antes de concluir en un bonito diálogo de instrumentos compuesto por un arpa y un hermosa ambientación de sintetizador, tan ingrávida que suena extraída de un sueño.
Aunque repleto de virtudes, se echan en falta varias cosas en ‘Where Have You Been All My Life?’, para empezar, la presencia de más pistas de ‘Becoming a Jackal’ o la inclusión de ‘Nothing Arrived’, la canción más escuchada de Villagers en Spotify y Last.fm, en lugar de otros números algo menos interesantes como ‘So Naïve’. Además, dado que el mayor peso de esta colección lo ejercen canciones pertenecientes al disco anterior, no hubiera estado de más abordar sus nuevos arreglos desde una mayor experimentación. Pero no, este no es finalmente un disco «solo para fans», pues constituye una introducción perfecta al introvertido mundo de Conor O’Brien, y ese es un triunfo que opaca cualquier defecto.
Calificación: 7,4/10 Lo mejor: ‘Courage’, ‘The Waves’, ‘Wichita Lineman’ Te gustará si te gusta: Joni Mitchell, Nick Drake, Cass McCombs Escúchalo:Spotify
El FIB, que se celebra a mediados de julio en Benicàssim y ya había anunciado nombres como Kendrick Lamar, Major Lazer o Jamie xx, entre otros, suma hoy una decena de nombres.
Muse ofrecerán un concierto único en un festival español, siendo cabezas de cartel. El grupo, que cuenta con uno de los discos más vendidos de 2015 en todo el mundo, ‘Drones‘, «ofrecerá un nuevo espectáculo en exclusiva para un festival en nuestro país».
Entre los confirmados de hoy también destacan Massive Attack, que acaban de presentar EP y publicarán otro EP y finalmente disco este año; Disclosure, The 1975, The Vaccines, Catfish and the Bottlemen, Hinds, Soledad Vélez, Ramírez Exposure, Kero Kero Bonito y Perlita.
Los Abonos de 4 días, que incluyen 8 días de zona de acampada gratuita (Campfest) están disponibles al precio de 147.50€ (+ gastos de gestión) en fiberfib.com, y también a través de los puntos habituales.
Este jueves 11 de febrero se celebra el 15º aniversario de Limbo Starr. Hay una fiesta en el Siroco de Madrid en la que actuarán varios grupos: Alborotador Gomasio, Brian Hunt, Disciplina Atlántico y Sebas Puente & Sergio Vinadé de Tachenko.
Alberto Robla, batería y coros en Alborotador Gomasio, los autores de ‘Los excesos de los niños‘, contesta nuestro Tipo Test.
¿Tienes canción favorita de todos los tiempos? En caso negativo, ¿una canción que te haya obsesionado últimamente?
‘There She Goes’ de The La’s, me parece una obra maestra del pop. Perfección melódica y estructural.
¿Qué canción ajena ensayaste por primera vez en tu vida?
‘You Really Got Me’ de The Kinks. La toqué con unos timbales porque aún no sabía tocar la batería, y… porque estábamos en la habitación de un colega.
¿Alguna canción que asocies a un recuerdo infantil?
‘Love Me Tender’ de Elvis Presley. Escuchaba esa canción una y otra vez en un maxi single en vinilo de mi hermano mayor, siempre fui un romántico.
¿Qué canción desearías haber escrito?
‘Un rayo cae’ de El Niño Gusano.
¿Qué canción odias con toda tu alma?
Las misóginas en general, me parecen bochornosas, cobardes y que encierran un sentimiento de inferioridad tremendo maquillado de «hombría» mal entendida.
Actuación vocal que adores.
Las voces armonizadas de Teenage Fanclub son mi debilidad.
Momento musical exacto de una canción que adores.
Cuando comienza la voz de Brian Wilson en ‘Wouldn’t It Be Nice’ (The Beach Boys), toda una declaración de intenciones.
¿Alguna canción que en algún momento te haya avergonzado que te guste o no existe tal cosa como el «guilty-pleasure»?
‘Cuando zarpa el amor’ de Camela me parece un hit en toda regla.
¿Mejor secuencia de canciones en un disco que hayas oído?
‘Grand Prix’ de Teenage Fanclub. Secuencia perfecta para un disco cuasi perfecto.
¿Algún disco que te encante pero cuya secuencia te parezca un desastre?
No tengo ninguno en mente que me parezca tan mal como para que me chirríe, no soy muy maniático para el orden. ¡Viva el caos bien entendido!
¿Qué necesita una canción para ser perfecta?
Un estribillo pegadizo y algo que transmitir: amor, rabia, dolor…
Un remix que te haya vuelto loco/a
‘Umbrella’ de Rihanna tocada por un grupo de rockabilly llamado The Baseballs, que no es un remix al uso. La escuchaba mucho en el gimnasio una época que iba…
¿De qué canción de tu propio repertorio te enorgulleces más o crees que está más infravalorada?
‘Revolución’ de nuestro disco ‘Los excesos de los niños’. Me parece la mejor letra de Koldo y creo que es la gran tapada del disco.
¿Qué canción vuestra te imaginas cantando a otro artista? ¿A quién?
‘Todos mis huesos’ cantada por Juan de Soziedad Alkoholica, con esa voz de ultratumba, sería la hostia.
Dani Rovira ha presentado este año la gala de los premios Goya por segunda vez consecutiva. Las críticas a la ceremonia han sido abundantes, entre otros motivos, por su duración (3 horas), carencia de ritmo, regusto anticuado y por varios de los discursos realizados en la ceremonia, entre ellos, el emitido por el presidente de la Academia de Cine, Antonio Resines, en contra de la piratería.
Rovira, harto de las críticas, ha tuiteado que se arrepiente de haber presentado los premios Goya, en un posible intento de que la Academia no le proponga presentarlos el año que viene, como seguramente sucederá. «Tras todas las críticas, desprecios, insultos, acusaciones y decepciones, he de decir que no me ha merecido la pena presentar los premios Goya», ha escrito. Curiosamente, aunque la ceremonia ha gustado muy poco a crítica y público, la opinión sobre el papel de Rovira en la misma ha sido, sobre todo, positiva. ¿De qué queja Rovira, pues?
Tal y como apunta La Vanguardia, el motivo de este tuit podría tener su origen en un retuit de Rovira a Natalia de Molina, quien, tras recoger su galardón a Mejor actriz, lamentaba en Twitter que el equipo de la gala cortara el final de su discurso, en el que pedía «techo, comida y dignidad para todos». Los tuiteros recordaban, a partir de este retuit, que Rovira había contado en la red social hace tiempo haberse comprado un piso en Málaga aprovechándose de la subasta de un embargo. “Techo, comida y dignidad para todos”, menos para el dueño del piso embargado de Dani Rovira, a ese que le jodan», leía uno de los tuits en crítica al cómico.
Tras todas las críticas, desprecios, insultos, acusaciones y decepciones, he de decir que no me ha merecido la pena presentar @PremiosGoya
AlunaGeorge sacan disco este año, ‘I Remember’. El primer single, ‘I’m In Control’, un número dancehall en la línea de ‘Good Times’ de Jamie xx, ha dividido a nuestra redacción, y ahora es el momento de ver su videoclip, dirigido por Emil Nava, quien ya se encargó en su momento del vídeo para ‘Attracting Flies’. El clip muestra a Aluna en su casa, en la peluquería, bailando frente a una pared, bebiendo naranjada en un autobús o de juerga con su pandilla de moteros, suponemos que en algún lugar del Caribe. George Reid no aparece por ninguna parte, como tampoco Popcaan, así que todo el protagonismo se lo lleva Aluna, que luce palmito, varios modelos y, sobre todo, mucha naturalidad.
Lana Del Rey ha estrenado el videoclip de su nuevo single, ‘Freak’, incluido en ‘Honeymoon‘. El vídeo está protagonizado por Lana y Father John Misty (atención a su cara de intensidad a partir del minuto 1.17), que interpreta a una especie de macho alfa seducido por Lana y su grupo de amigas etéreas. Estas, por su parte, hacen botellón en el bosque. El vídeo, que dura 10 minutos, concluye con imágenes subacuáticas de las bailarinas de Lana flotando al son del ‘Claro de luna’ de Claude Debussy. Todo muy post-moderno.
Hoy hace un mes que murió David Bowie dejando una discografía vibrante, que ha cautivado a varias generaciones y conquistará también seguramente a las venideras. Sin duda alguna son sus prolíficos años 70 los que más unanimidad y entusiasmo han despertado entre crítica y público. No en vano, a su muerte, han sido canciones como ‘Heroes’ y discos como ‘Hunky Dory’ los que han vuelto a las listas de éxitos. Pero todas sus etapas -incluso las más duras- tienen alguien que las reivindique como vemos en este especial en el que la redacción ha calificado su obra en busca del mejor disco de David Bowie. No hay grandes sorpresas en el ránking, aunque lo interesante ha sido el camino.
16º ‘David Bowie’ (1967)
Si «Ziggy Stardust» es el mejor disco de David Bowie para la redacción, puede entenderse el sendero hacia esa obra maestra como gradual y paulatino, con los dos primeros álbumes prácticamente empatados en nota (este tiene tres centésimas más, pero la mitad de votos, muestra del desinterés que siempre ha generado) y los siguientes resultando cada vez algo mejores que el inmediatamente anterior.
El debut del artista, homónimo, no ha despertado grandes pasiones nunca, ni se considera una de sus obras capitales (igual le pesa la maldición de haber salido el mismo día que ‘Sgt Pepper’s’ de los Beatles), pero Sebas E. Alonso lo defiende. «Probablemente esté demasiado marcado por sus influencias o por esa búsqueda de sí mismo en la que había deambulado por la escena mod, el musical, etcétera, pero suena como todo un precedente de lo que han sido después The Divine Comedy o Adam Green. Bowie lo grabó con 19 años, y su voz ya suena firme y segura. Se abre con una canción sobre ese tío Arthur que aún lee cómics, mostrando un gran sentido del humor y un retrato de la época de los que tanto gustarían tres décadas después en la era brit-pop a Blur. Hay vals muy monos (‘Little Bombardier’) y canciones chulas al margen de los singles ‘Rubber Band’ y ‘Love You Till Tuesday’, como ‘When I Live My Dream’. Lástima que sobren tres o cuatro canciones. Si no, sería uno de mis discos favoritos del artista. En todo caso, una joya perdida».
17º ‘David Bowie’ aka ‘Space Oddity’ (1969)
El segundo disco, también homónimo, de Bowie y por tanto conocido como ‘Space Oddity’, ya muestra a un artista que nos resulta más familiar, aunque sólo sea por la fuerza del que podemos considerar su tema titular. Pero el disco aparece algo mal considerado en nuestra tabla. Marcos Domínguez lo considera aún «irrelevante» en algunas de sus pistas y cree que el artista «está formando su personalidad musical».
Jaime Cristóbal sí le da casi un 8: «No llega al carácter excelso de sus obras cumbre, pero es un enorme disco, con ‘Space Oddity’ y canciones que aunque acusan todavía sus influencias ya presentan casi todos los elementos que harán a Bowie lo que va a ser: esa voz mitad Syd Barrett mitad Anthony Newley, letras ficcionadas, progresiones de acordes no tan obvias, a veces algo jazzy, pero que simultáneamente tienen mucho gancho melódico… Es el disco psycho-folkie de Bowie, pero bajo la superficie hay mucho más. Y el cierre con ‘Memory Of A Free Festival’ es magnífico». Sebas E. Alonso señala que el disco es un poco menos coherente que el anterior aunque destaca canciones como «‘Cygnet Committee’ tan pegadiza en su crescendo, la mona ‘Janine’, la dylaniana ‘God Knows I’m Good’ o ‘Wild Eyed Boy from Freecloud’, con una orquestación ya con Tony Visconti implicado de las que no se incrustan en los discos de cualquier chiquillo».
13º ‘The Man Who Sold the World’ (1970)
El disco por el que sin duda deberían empezar los más rockeros es ‘The Man Who Sold the World’, que incluye el hit titular. Así lo describe Marcos Domínguez: «Se nota que es un disco de transición entre ‘Space Oddity’ y ‘Hunky Dory’, con tendencias hacia lo progresivo (‘The Width of the Circle’, ‘Saviour Machine’) que no desencajan con los temas más puramente Bowie (‘All the Madmen’, ‘Running Gun Blues’, ‘The Man Who Sold the World’). Pero la máquina de fabricar clásicos todavía no le funciona a pleno rendimiento».
Más o menos comparte su opinión Jaime Cristóbal: «Con la llegada de Mick Ronson el puzzle se completa, y los elementos del sonido Bowie que aparecían en ‘David Bowie’ colisionan con una feliz explosión de guitarras distorsionadas. A nivel compositivo, sin embargo, las canciones se alejan del melodismo del disco anterior, haciendo que su escucha sea menos seductora, salvo en piezas contadas como la que da título al disco y algunas de las más folkies. Bowie temió hasta su siguiente álbum haberse quedado encasillado en «one hit wonder», y lo que es peor, de un tema novelty (‘Space Oddity’), pero se entiende por qué ‘The Man Who Sold The World’ no acabó de convencer».
2º ‘Hunky Dory’ (1971)
Para algunos su gran obra maestra, ‘Hunky Dory’ es la primera entrega de Bowie que hace a la redacción levantarse de la silla. María Clara Montoya lo define como «el álbum que todo hijo único hubiéramos querido que nos regalara un hermano mayor. Es como viajar a un lugar nuevo pero tan cálido que te hace sentir como si llevaras ahí mucho tiempo. Es el disco perfecto para acercarse a Bowie y no querer dejar de escucharlo nunca». Angèle lo puntúa con un 10: «Este álbum no es sino una sucesión de grandes melodías e increíbles arreglos que, junto a una interpretación vocal de excepción, conforman una de las piezas más interesantes de la carrera de Bowie. Sus temas se siguen consolidando con el paso del tiempo, no pierden frescura ni vigencia. No me imagino la vida sin ‘Changes’, ‘Oh! You Pretty Things’ o ‘Life on Mars'».
Jaime Cristóbal lo considera la «primera gran obra maestra de su discografía»: «El estribillo de ‘Changes’ sigue sonando extrañamente moderno para ser una balada de piano muy al estilo de la época. Es el instrumento conductor de casi todo el disco, la base de las otras dos joyas instantáneas de ‘Hunky Dory’: ‘Oh! You Pretty Things’ y ‘Life On Mars’. Sólo esas tres canciones ya merecen el 9, pero es que los album tracks, de ‘Kooks’ a ‘Queen Bitch’, son extraordinarios también. Como antesala del «Ziggy», este disco resulta una deliciosa obra de pop al piano que sigue refulgiendo como pocas en su discografía».
1º The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars (1972)
El álbum conceptual sobre una estrella de rock ficticia, deliberadamente ambigua, que ejerce de mensajero de los alienígenas es el elegido mejor disco de David Bowie. Incluyendo joyas como ‘Starman’, ‘Five Years’ o ‘Soul Love’, ya fue elegido como mejor disco de la historia por nuestros lectores en 2013. Jaime Cristóbal alaba no sólo la obra sino el período creativo del artista: «Quizá la obra cumbre de Bowie, desde luego la más icónica, y la que sedujo definitivamente al público británico y le convirtió en una estrella. Detrás de la vistosa parafernalia conceptual y novedosamente sexual, los astros se alinean para dar como resultado su primer disco realmente glam rock, con canciones quizá no mejores que en ‘Hunky Dory’, pero mucho más coherentes entre sí, en el primer disco en el que Bowie realmente sabía al 100% qué quería hacer. Si tenemos en cuenta además que en la época de «Ziggy» Bowie compuso ‘Rebel Rebel’, ‘The Jean Genie’, ‘All The Young Dudes’ y ‘John I’m Only Dancing’ pero que las acabó dejando fuera, estamos sin duda ante su momento artístico cumbre».
Mireia Pería elogia sus arreglos: «Hay canciones que valen por carreras. Más aún: hay segundos de canciones que valen más que las carreras de millones de grupos o cantantes. En ‘Rock ‘N’ Roll Suicide’, ese momento en que David se para justo después del primer «ohh-how how how» y después ataca con: «You’re a rock ‘n’roll suicide» y sus cuatro golpes de batería… Oh, ese instante vale por miles, millones, infinitas canciones, álbumes, trayectorias. Y es solo el colofón del disco. Porque con ‘The Rise and the Fall…’ me sucede una cosa que creo que no me pasa con más discos: que me da la sensación de ser una obra sobrehumana. Porque me parece imposible que una persona sola sea capaz de imaginar esas canciones, de componerlas, de pensar cómo tocarlas, cómo cantarlas. Y qué canciones, qué melodías, y con qué gracia, con qué supremo glamour y puterío las canta David. Y qué perfectamente está todo presentado. Es un milagro. Un milagro al alcance de todos, añado. Porque es tan difícil de abarcar el genio que iluminó a Bowie cuando se inventó a Ziggy como fácil es para nosotros gozar unas canciones que son la culminación del pop».
No obstante, no es un 10 para toda la redacción. Sebas E. Alonso lo cuestiona como su mejor álbum: «Hay un momento hacia la mitad (en torno a ‘Hang on to Yourself’), en el que no es que el disco flojee… pero digamos que hay material lo suficientemente cuestionable como para afirmar que el disco vuelve a pegar un subidón en calidad en ‘Ziggy Stardust’ (la canción) para un final de tracklist de órdago; y por tanto para afirmar que no necesariamente este tiene que salir siempre como el mejor y más completo álbum de Bowie. Se puede debatir. No estoy cuestionando el álbum, ni mucho menos, pero sí que el debate sobre cuál es el mejor disco de David Bowie suela ser tan cerrado. Yo veo el debate muy abierto».
10º ‘Aladdin Sane’ (1973)
‘Aladdin Sane’ es el primer disco de estudio tras «Ziggy Stardust» para bien o para mal, incluyendo en su segunda mitad, hacia el final, dos de sus principales singles, ‘Let’s Spend the Night Together’ y ‘The Jean Genie’. Mireia le da un 9,5 y Sergio del Amo cree que también resiste el desafío: «Más allá de su portada (probablemente, la imagen más icónica que ilustró su discografía), ‘Aladdin Sane’ pasa algo desapercibido al haberse editado después de una de sus obras magnas, ‘The Rise and Fall of Ziggy Stardust and the Spiders from Mars’. Pero aun con esas, este disco sigue siendo uno de los mejores de su carrera al incluir un tema capital como ‘The Jean Genie’ (en el que la guitarra de Mick Ronson se endureció como nunca), dejando la puerta abierta a otros géneros como el jazz (en el tema titular) o el doo woop (‘The Prettiest Star’). Siendo un amante de los riesgos, estaba claro que no iba a limitarse a firmar una segunda parte de «Ziggy Stardust»».
Pero hay diversidad de opiniones. Marcos Domínguez lo considera «algo irregular, con canciones eternas (‘Aladdin Sane’, ‘The Prettiest Star’, ‘Drive-in Saturday’) pero también otras menos inspiradas (‘Cracked Actor’, ‘Time’). Da la impresión de que sigue el rebufo de ‘Hunky Dory’ y «Ziggy Stardust» pero pierde algo de gas el concepto». Jaime está de acuerdo, pero con matices en cuanto a las canciones y en cuanto a su calidad: «Inevitable que sufra un poco en comparación con su fulgurante predecesor… y sin embargo es uno de sus discos más interesantes y menos recordados (a excepción de su icónica portada, claro)… temas como ‘Drive-In Saturday’ o ‘Cracked Actor’ están a la altura de muchos de sus clásicos «oficiales». La química Bowie & Ronson permanece totalmente en forma durante todo el disco».
15º ‘Pin Ups’ (1973)
Bowie vive un buen momento de popularidad en 1973, con «Ziggy Stardust» y ‘Hunky Dory’ penetrando en listas internacionales como la española, y se aprovecha para lanzar un disco con versiones antes de Navidad. Sebas E. Alonso lo encuentra simpático: «Fue número 1 en las islas y además de como la típica jugada oportunista quizá hay que interpretarlo también como un ejemplo de humildad. Aunque todos los artistas versionados Bowie los asocia a lo vivido en Londres entre 1964 y 1967, algunos proceden de otros sitios y parece simplemente un entretenimiento para las fiestas pertinentes con canciones tan destacadas como ‘See Emily Play’, ‘Everything’s Alright’, ‘Sorrow’ y sobre todo ‘Where Have All the Good Times Gone'». Jaime Cristóbal es mucho más vehemente: «Vale, es un disco de versiones, pero es tan bueno que merece un 9. El tributo particular de Bowie al pop y rock inglés de 1964-67 es una reivindicación eufórica, último capítulo de su brillante asociación con Mick Ronson. En el disco se «bowie-iza» la gran ‘See Emily Play’ de Pink Floyd, se ralentiza a ritmo de glam-rock el ‘I Can’t Explain’ de los Who o se reconstruye una versión de ‘Friday On My Mind’ de los Easybeats que casi mejora la original».
12º ‘Diamond Dogs’ (1974)
Además de ‘Rebel Rebel’, ‘Diamond Dogs’ contiene un trío de canciones pensadas para un musical que Bowie quería hacer. Como no le dejaron adaptar ‘1984’ de George Orwell, metió en este disco algunas de sus ideas, como la propia ‘1984’ y la experimental ‘Big Brother’. Sebas E. Alonso destaca: «se dice que buscaba un efecto Barry White, pero lo cierto es que hay un par de detalles a lo «catástrofe en el futuro distópico» que lo hacen sonar muy siglo XXI («Someone to claim us, someone to follow / Someone to shame us, some brave Apollo / Someone to fool us, someone like you»)».
La tercera parte no oficial de la trilogía «Stardust» es el último disco glam de Bowie para Jaime Cristóbal: «Ronson ya no está, pero sus arreglos perviven. Como ‘Aladdin Sane’, no llega a las cumbres de «Ziggy», pero está lleno de momentos brutalmente brillantes: ‘Sweet Thing’ parece engarzar el glam saliente con su siempre admirado Jacques Brel y una pizca del soul… que está a la vuelta de la esquina en su siguiente transformación. ‘Rebel Rebel’ es por derecho uno de los ultraclásicos de su discografía y ‘1984’ es totalmente sonido Philadelphia, pero también una excelente pieza».
6º ‘Young Americans’ (1975)
El disco más soul de David Bowie puede que no sea recordado por su originalidad ni su contribución a la historia de la música pero sí por la fuerza de canciones como la titular o ‘Fame’ y por lo bien que le sienta su giro estilístico. Obviamente es uno de los predilectos de la redacción. Además de una versión de los Beatles, ‘Young Americans’ incluye la coautoría de John Lennon en la propia ‘Fame’, que sería uno de sus improbables tops 1 en el Billboard Hot 100.
Jaime Cristóbal elogia la solidez del álbum: «A nivel de calidad lo veo prácticamente a la altura de «Ziggy»: un concepto de álbum súper definido, canciones increíbles. Y la transformación más radical de su carrera, visual y musicalmente. Aparecen (o reaparecen, como Visconti) varios elementos que definirán sus futuro: Carlos Alomar, el trasfondo soul de muchas de sus canciones de los 80…» Mireia Pería se extraña de que no esté mejor considerado: «Por ahí he leído que, antaño, se consideraba un disco menor. Me cuesta mucho entenderlo, porque esta apropiación del sonido Philadelphia y del soul más rutilante supone uno de mis discos favoritos de Bowie. ‘Young Americans’, la canción, por mí podría durar veinte minutos, soy incapaz de cansarme de esos coros. Pero es que además me fascinan ‘Win’ o ‘Can You Hear Me’ o la versión de ‘Across the Universe’… Oh, es todo tan premeditadamente desatado y con ese punto hortera que me chifla absolutamente».
5º ‘Station to Station’ (1976)
Con ecos de su disco de soul y otros que anticipan la trilogía berlinesa, a la que no pertenece, ‘Station to Station’, que incluye ‘Golden Years’ y una solemne versión de la inolvidable canción nominada al Oscar a finales de los 50 ‘Wild is the Wind’, entre otros experimentos, es entendido «como un disco de transición» por Marcos Domínguez.
Pero Miguel Sánchez lo defiende mucho más allá de eso y está entre los redactores que le dan el 10: «Es mucho más que un álbum de transición, es un trabajo singular, donde cada idea es un acierto. Fue con el que muchos nos metimos de lleno en el universo Bowie, probablemente zapeando al toparnos en La 2 con la versión del 81 de ‘Christiane F. – Wir Kinder Vom Bahnhof Zoo‘, protagonizada por una adolescente enganchada a la heroína y fan de David Bowie. Una de las escenas que recuerdo es cuando Christiane va a un concierto de, por supuesto, Bowie, y el susodicho concierto comienza con el tema titular de ‘Station To Station’, con un sonido frío y complejo que ejercía de enlace del plastic soul de ‘Young Americans’ al art rock de ‘Low’. Quedé prendado de esa escena y de esa banda sonora, en la que se recorren los tres álbumes de la etapa berlinesa de Bowie (mi favorita), junto con otros temas de ‘Station to Station’ como ‘Stay’ y ‘TVC 15’. Aunque técnicamente «Station» no forma parte de esa trilogía, dice mucho que se salga del puro ejercicio soul de ‘Young Americans’ y mute en una especie de proto post-punk con aires soul que hace impensable la existencia de bandas como A Certain Ratio sin temas como esa genialidad que es ‘Stay'».
3º ‘Low’ (1977)
La trilogía berlinesa se abre con el tercer mejor disco de Bowie para nuestra redacción. Es el disco favorito del artista de Sebas E. Alonso: «Puede que haya algún mínimo altibajo compositivo, pero el valor del disco es incalculable. ‘What in the World’ suena a Nintendo años antes de que existiera Nintendo, ‘Sound and Vision’ anticipa y define la era MTV también un lustro antes de tiempo, ‘A New Career in a New Town’ pone ahora los pelos de punta por su sample en la canción final de ‘Blackstar’ y nos da mucho que pensar sobre su título, y los sonidos de la cara B del álbum (‘Warszawa’, ‘Art Decade’…) son completamente alucinantes. No soy mucho de discos experimentales, y menos relacionados con Berlín, donde la palabra «experimental» ha terminado provocando récords de «eye-rolling» por metro cuadrado, pero de este sí. Este disco tiene alma. Este se las apaña para sonar mágico, para atraparte y dejarte absorto por completo, al tiempo que no deja de lado algún guiño personal: se supone ‘Be My Wife’ uno de los últimos intentos de salvar su matrimonio con Angela Bowie».
Jaime Cristóbal sigue una línea similar: «El mejor disco de la trilogía berlinesa. El equilibrio entre instrumentales y canciones de pop es extraño y maravilloso. En canciones como ‘Speed of Life’ se ve la antesala de gran parte del synth pop y nuevorromanticismo que dominaría los 80 británicos después». Marcos Domínguez elogia la labor del productor: «La sombra de Brian Eno en este disco es larga, muy larga. Sin embargo, encaja a la perfección con el cambio de dirección que busca Bowie. Completamente alejado de Ziggy Stardust, impulsa como nadie de la época la mezcla entre pop y experimentación sonora».
4º ‘Heroes’ (1977)
‘Heroes’, con sus referencias a la Guerra Fría, al Muro y a las armas que lo rodeaban, a la vanguardia de Berlín del siglo XX, a Neu! (‘Hero’) y a un ex miembro de Kraftwerk (‘Schneider’), es otro de sus discos más completos. Sebas E. Alonso: «Es uno de esos discos que has imaginado tantas veces grabándose que casi es como si hubieras estado en el estudio. El single ‘Heroes’ menciona al Berlín dividido, y contiene una frase inspirada en un beso de Tony Visconti con la corista Antonia Maass cerca del Muro -donde se realizó todo el disco-. Hay un tema sobre el propio «blackout» de Bowie y posiblemente una referencia a la visita en Berlín de la que por entonces era su esposa, Angie Bowie. El disco tiene un componente político, pero también personal, haciendo que sea totalmente empático, lo cual es bastante extraño si atendemos a su cara B. Pero es que misteriosamente mola más la cara B que la cara A, singles aparte, y seguro que esta impagable actuación en la tele italiana, puro giallo, tiene mucho que ver».
Marcos Domínguez lo compara con su predecesor: «Es el reverso de la moneda de ‘Low’. Donde el otro es oscuro, este se muestra lleno de energía. Los cuatro primeros temas son un subidón, e incluso «experimentales» como ‘V-2 Schneider’ son inusualmente potentes. La parte contemplativa/ambient, ‘Sense of Doubt’, ‘Moss Garden’…, guarda una gran belleza y recoge un sentido del misterio que se echa de menos en una buena parte del pop».
11º ‘Lodger’ (1979)
María Clara Montoya entiende ‘Lodger’ como «el cierre idóneo de la trilogía berlinesa»: «Aunque los Talking Heads encajan perfectamente en el reggae con tintes arabescos de ‘Yassassin’ o en la extrañamente atractiva ‘Repetition’ (que habla de un maltratador), sólo David Bowie habría sido capaz de alabar el hedonismo como lo hace en ‘Boys Keep Swinging».
Aun en la mitad alta de nuestra tabla resultante, el final de la trilogía berlinesa es el disco peor valorado de los tres por la redacción, paradójicamente, a pesar de ser el más accesible, como indica Mireia Pería: «Quizás es el más fácil de escuchar de la trilogía berlinesa, quizás gracias a que esté repleto de percusiones trotonas, de aires árabes y africanistas, de ecos a Talking Heads. Incluso destila cierta… ¿felicidad? Las canciones al menos suenan risueñas. En ‘Yassassin’ David canta: «tú quieres luchar, pero yo no quiero vivir», pero hasta entonando esa letra parece despojado de drama. Y en la pegadiza ‘DJ’, en sus sonoridades punk-funk… ¿no se ve a Franz Ferdinand? ¿No dan ganas de bailar la desatada ‘Look Back in Anger’, con ese bajo disco y las percusiones punks y tropicales? ¡Y esos coros! O la festiva ‘Boys Keep Swimming’. ‘Lodger’ no tiene temas de los considerados canónicos, pero puñetas… ¡lo mola todo!».
8º ‘Scary Monsters (And Super Creeps)’ (1980)
El álbum que incluye ‘Ashes to Ashes’ y ‘Fashion’ supone un puente entre los 70 y los 80. Nadia Leal lo define como «el paso directo del art-rock de la trilogía de Berlín hacia la década de los años 80 y la New Wave. Este disco es relevante no sólo por la trascendencia de sus singles, sino también porque supuso su última colaboración con Tony Visconti hasta el 2002». Jaime Cristóbal sitúa el álbum como el fin de una era, tanto en cuanto a cantidad como en cuanto a calidad: «Bowie cristalizado un instante antes de que sus discípulos le adelantaran en la siguiente curva, en un disco que es como el molde para el disco moderno de pop para los 80, muy inspirado en composiciones y arreglos. Pero quizá el dato más relevante de este disco es el hecho de que es su última «entrega anual» desde ‘Space Oddity’ 11 años antes. ‘Let’s Dance’ tardaría 3 años en llegar. En ese sentido, es como el gran final de una de las grandes hazañas discográficas de la historia de la música pop, algo realmente único. A partir de aquí Bowie ya será otra cosa. Brillante en muchos momentos, pero más errático».
Sebas E. Alonso se muestra algo menos emocionado: «El disco me gusta y entiendo su labor de puente entre décadas, pero no le perdono a Bowie no tener un disco ochentero a la altura de sus mejores obras. Cualquiera que se sumerja en ‘Scary Monsters’ buscando 10 canciones tan fascinantes en sus sintetizadores como ‘Ashes to Ashes’, la canción más hipnótica de una carrera hipnótica, saldrá decepcionado. Para mí este disco sí se pierde en lo «arty»».
14º ‘Let’s Dance’ (1983)
El álbum más vendido de David Bowie, bajo los mandos de Nile Rodgers de Chic para disgusto de Tony Visconti, que se enfadó y no volvió hasta ‘Heathen’ 20 años después, ocupa justo la mitad de la tabla, defendido por una buena retahíla de hijos de los 80, como Angèle: «Serán los recuerdos de mi infancia (del tiempo que pasaba pegada a la TV viendo fascinada todos los programas musicales que la tele pública nos ofertaba en los primeros años 80) los responsables de que este álbum sea el que más sensaciones positivas me transmite de la discografía de Bowie. Ideal para viajes, para poner en las fiestas, limpiar la casa, hacer el payaso, cocinar… Siempre (¡siempre!) encaja».
Sebas E. Alonso lo recuerda bien, pero con dudas: «La producción de Nile Rodgers es buena, pero los singles ‘Let’s Dance’, ‘Modern Love’ y ‘China Girl’ -que son espectaculares y están muy bien hechos- están demasiado marcados o mal repartidos. Hay mucho filler. De manera más grave todavía, el éxito comercial del álbum le terminó costando caro a Bowie: los intentos de repetir estos 10 millones de copias le salieron por la culata una y otra vez».
27º ‘Tonight’ (1985)
El primer intento de repetir el éxito de ‘Let’s Dance’ llega tan sólo dos años después. Sebas E. Alonso: «Nunca había prestado demasiada atención a este disco de Bowie y la verdad es que ojalá nunca lo hubiera hecho. ‘Tonight’ está hecho muy evidentemente para aprovechar el tirón del anterior. Vendió bastante pero a la larga ni Bowie lo defendía, argumentando que la demo de ‘Loving the Alien’ era mejor. Sale Tina Turner, un par de canciones reggae, co-autorías viejunas de Iggy Pop, una canción de salsa, una versión de ‘God Only Knows’ completamente atroz… soy abogado de causas perdidas pero esto es demasiado. Él mismo los llamaba «Phil Collins years»». Marcos Domínguez no reconoce al artista: «no consigue transmitir su personalidad en unas canciones y unos arreglos que parecen del todo ajenos a él». Jaime Cristóbal, en cambio, cree que no es para tanto: «‘Blue Jean’ y ‘Loving the Alien’ me parecen mejores composiciones que ‘Let’s Dance’ o ‘China Girl’, así que sólo por eso ya le pongo la misma nota. El resto es irregular, pero con todo, un buen disco, creo que se ha demonizado demasiado».
24º ‘Never Let Me Down’ (1987)
Otro de los discos mal considerados de Bowie se editaba inmediatamente después. Mireia Pería lo defiende un poquito: «Uno de sus denostados discos de los ochenta. Y en algunas cosas concuerdo: tiene esa producción tan excesiva propia de la época, es totalmente superficial pero… muy divertido. ‘Time Will Crawl’ es entretenida y pegadiza. Y ‘Never Let Me Down’ (la canción) me enternece, con ese falsete desafinado. El resto de temas no me emocionan tanto, pero entran muy bien. Lo dicho: intrascendente, poco pretencioso pero… extrañamente fresco.» Marcos Domínguez cree que «recupera un poco el sentido pop y la personalidad de Bowie, pero se le nota el paso del tiempo». Jaime en cambio lo reconoce abiertamente como «el punto más bajo de su carrera».
28º Tin Machine (1989)
Aunque para la redacción en conjunto el punto más bajo de su carrera (con alguna excepción como nuestro colaborador experto en rock Miguel Sánchez) es este intento de girar al rock con la banda Tin Machine, formada por Bowie junto a Reeves Gabrels, Tony Sales y Hunt Sales. Marcos Domínguez así lo entiende: «La transformación de Bowie en un ídolo del hard rock ochentero resulta difícil de digerir. Muchos sitúan a Tin Machine en sintonía con la eclosión grunge, pero es difícil encontrar algo de ese espíritu en unos solos de guitarra insufribles y el tono llenaestadios del disco. El single ‘Under the God’ parece una canción de cualquiera menos de Bowie, mejor nos quedamos con ‘Baby Can Dance’ y ‘Video Crimes’, además de la curiosa versión de ‘Working Class Hero'».
26º Tin Machine II (1991)
El segundo disco de Tin Machine, que llegó a haberlo aunque no sea fácil de encontrar, mejora un poco según Marcos Domínguez: «Empieza bien (‘Baby Universal’) pero enseguida se enfanga en los mismos lodos que el primer disco. ‘You Belong in Rock n’roll’ tiene un rollo U2 época ‘Rattle and Hum’ que la hace no descartable. ‘You Can Talk’ es ejemplo del Bowie ochentero más característico, a pesar de estar ya en 1991. ‘Goodbye Mr. Ed’ tiene una forma de crecer similar a cientos de canciones noventeras (me recuerda a ‘Who’s Gonna Ride Your Wild Horses’ de U2 otra vez, editada muy poco después), pero no por ello deja de desmerecer una escucha. Como nota curiosa, el batería Hunt Sales canta en ‘Stateside’ y ‘Sorry’, y de no ser por unos coros jamás pensarías que está Bowie de por medio. En conjunto, más interesante que su predecesor».
21º Black Tie White Noise (1993)
Nile Rodgers vuelve a producir a David Bowie en este disco que deja sensaciones encontradas. Jaime está muy a favor: «Suena refrescante y en forma, después de la extraña aventura de Tin Machine. Ideas, sonido contemporáneo, canciones inspiradas otra vez… un gran disco de Bowie. ‘Jump They Say’ sigue siendo un clásico de los early-90s, comercial y arty a la vez. La versión de Scott Walker es brutal. Y un acierto retornar a Mick Ronson, a Nile Rodgers… ¡a tocar el saxo!». Pero Mireia muestra cierta división interna: «A pesar de que me gusta mucho el toque de soul elegante del tema homónimo, de que ‘Jump They Say’ es mi single preferido de Bowie de los noventa, o de que ‘Pallas Athena’ sea una curiosa y todavía adictiva muestra de electrónica de la época, ‘Black Tie White Noise’ sufre de una sonoridad que, a día de hoy, parece obsoleta. Aquí es muy patente que hemos pasado del Bowie que marca tendencias al que simplemente las sigue. La producción parece de baratillo y el disco se acaba tornando plomizo. Lo peor es que ves claras las intenciones de David en este disco… pero también notas que no logra conseguirlas».
20º ‘The Buddha of Suburbia’ (1993)
Perdido en su discografía e incluso por momentos fuera del mercado, ‘The Buddha of Suburbia’ fue confundido como banda sonora de una serie de la BBC aunque no lo era realmente, como se hartó de decir nuestro protagonista, recordando que sólo compartía una canción con la misma. Sebas E. Alonso no se muestra muy entusiasmado: «Recuerda bastante a Berlín en sus experimentos y tiene alguna cosa más pop. Cabe preguntarse si ‘Sex and the Church’ sería aún interesante en la época o incluso a día de hoy. Pero creo que no». Pero Jaime Cristóbal lo defiende como una joya perdida y es quien lo rescata de las últimas posiciones de la tabla: «Prueba de su “renacimiento”, y seguramente el disco más a descubrir de Bowie, con grandes piezas de pop contemporáneo pero también de seductor ambient».
23º ‘Outside’ (1995)
El último álbum que contó con la participación de Brian Eno, quien recientemente había hablado con Bowie sobre una reivindicación de este disco, no es muy bien recordado por Nadia Leal: «Aunque este disco es trascendente a nivel musical porque supuso una nueva colaboración con Brian Eno, entrando al estudio sin ninguna canción escrita, dejando todo a la improvisación, su trascendencia mediática y artística fue bastante escasa». Jaime Cristóbal de nuevo es quien habla a favor: «Gran álbum de solidísimos singles (‘The Hearts Filthy Lesson’, ‘Strangers When We Meet’, ‘Hallo Spaceboy’ después remezclada por Pet Shop Boys), y otro de los «retornos sensatos» de Bowie en los 90, en este caso a Brian Eno, reconexión iniciada en ‘The Buddha…'».
18º ‘Earthling’ (1997)
El disco mejor considerado por la redacción de todos los años 90 y gran parte de los 80 y los 00 es la rendición de Bowie ante el drum’n’bass y la electrónica. Sebas E. Alonso lo explica: «Creo que nuestra selección de este disco como el mejor de los 90 más que nada revela nuestra media de edad o la media de edad de la parte de la redacción que ha aceptado meterse en estas: básicamente éramos quinceañeros sin criterio cuando se editó. No obstante, también puede indicar que de todos los sonidos que utilizó Bowie en aquella década, estos son los que más recientemente se han recuperado. Sea por lo que sea, ‘Earthling’ no es el mejor Bowie, contiene canciones muy serie B, pero sin duda este el disco que más me ha divertido recuperar de la época. Escucharle haciendo de Fatboy Slim, de Chemical Brothers y de Prodigy con lo del big beat es de lo más entretenido. Suele tener mala prensa que un artista de esta categoría siga modas en lugar de crearlas, pero para mí este disco o el coetáneo ‘Pop’ de U2 son mucho mejores que otros álbumes más intensos y «auténticos» hechos por estos mismos artistas inmediatamente antes o inmediatamente después». Marcos va más o menos por la misma línea: «Es un producto (electrónico) de su época, los ritmos drum’n’bass encajan como un guante en su concepción musical. El álbum es menos interesante cuanta más guitarra hay».
Sr John lo defiende abiertamente: «está aguantando muy bien el paso del tiempo a pesar de tocar varios géneros poco atemporales y de no ser de sus discos más reconocidos. Además, con este disco fue la única vez que le pude ver en directo. Salí encantado con las bases programadas (su gira de presentación pasó por Madrid, Zaragoza y Donosti)».
25º ‘Hours’ (1999)
Mucha peor suerte corre ‘Hours’ por mucho que contuviera una canción tan visible como ‘Thursday’s Child’, que tanto protagonismo tuvo en MTV. Sebas E. Alonso: «No esperaba encontrar este disco tan abajo. Tampoco está tan mal. Sobre todo la primera mitad de ‘Hours’ mantiene el pulso. El delirio indio-jevi del álbum no me interesa mucho, y eso incluye uno de sus singles, pero sólo por el «only for you, I don’t regret» de ‘Thursday’s Child’, el disco merece una reivindicación. Para mí es el último clásico de Bowie hasta ‘The Next Day'».
Marcos señala por qué temas empezar: «Escucharlo ahora nos chirría tanto como su portada. Lleno de medios tiempos insulsos, al menos tiene dos temas y medio que merecen la pena: ‘Thursday’s Child’, ‘Seven’ y la rareza instrumental ‘Brilliant Adventure'».
19º ‘Heathen’ (2002)
El retorno de Tony Visconti fue celebrado por muchos como el esperadísimo «comeback» de Bowie. Entre ellos, Angèle: «Cuando llegó ‘Heathen’, poco tiempo después de la banda sonora de Moulin Rouge! y la estremecedora versión de Bowie de ‘Nature Boy’ y el pedacito de ‘Heroes’ tan bien encajado, lo recibí con los brazos abiertos. Un disco con invitados de lujo (como Dave Grohl o Pete Townshend) y versiones de Pixies o Neil Young. Melodías dramáticas, guitarras eléctricas y sintetizadores son testigos del pop dando la mano al rock entre letras de superación y esperanza tras una tragedia (la temática se relacionó con los atentados del 11S, aunque Bowie aseguró que no se basó particularmente en tal acontecimiento al escribir las canciones). Discazo». Jaime también lo defiende: «Otro “retorno”, ya en el nuevo milenio, que arroja dividendos: frente al deslavazado ‘Hours’, es un gran disco, en el que se quitó al fin el sambenito de ir tras la última moda musical»; frente a la desconfianza de Sebas: «La composición es bastante justa, la mezcla de orgánico con electrónica no me causa demasiada impresión. Las versiones de Neil Young o Pixies tampoco me motivan demasiado, parecen los restos de la segunda parte de ‘Pin Ups’, nunca editada. Salvo ‘Afraid’ y un poco ‘A Better Future’, que es graciosilla, pero no comparto el entusiasmo de parte de la crítica. Ni siquiera encuentro una canción mejor que ‘Thursday’s Child'».
22º ‘Reality’ (2003)
El segundo intento de afianzar la figura de Bowie en el siglo XXI, de nuevo con Tony Visconti, divide al público. La redacción lo considera por debajo de ‘Heathen’, aunque para Sebas E. Alonso es ligeramente mejor: «‘Reality’ también tiene un par de versiones (Jonathan Richman, George Harrison) y pistas vagas (‘The Loneliest Guy’), pero los singles ‘New Killer Star’ y ‘Never Get Old’ me suenan más decididos. La recuperación de un viejo tema de los 90 que nunca salió en clave jazz ‘Bring Me the Disco King’ y ‘Looking for Water’ no están tan mal. Suele haber un animado debate sobre cuál entre ‘Heathen’ y ‘Reality’ es mejor, pero la verdadera cuestión es que ambos suenan muy por debajo de ‘The Next Day’. Ninguno esconde muchas alegrías para aquellos que los escuchen después de este».
9º ‘The Next Day’ (2013)
‘The Next Day’ es el «comeback» anhelado de Bowie, tantas veces intentado en décadas anteriores, materializado en una enorme colección de singles: ‘Where Are We Now?’, ‘The Stars (Are Out Tonight)’, ‘The Next Day’, ‘Valentine’s Day’ y ‘Love is Lost’. Al fin el artista vuelve a superar el 8 de media. Marcos Domínguez cree que «es lo que debería haber sido ‘Hours’, medios tiempos pero en sentido pleno. Maduro y reposado, se nota que es un disco que hizo porque le apetecía muchísimo hacerlo».
Con este texto de Raúl Guillén lo incluíamos entre los 5 mejores discos de 2013: «En una decisión a la altura de su grandeza, Bowie pone en valor su legado haciéndolo sonar tan contemporáneo como genuino. La impresionante labor de producción de uno de sus más fieles colaboradores a lo largo de todos estos años, Tony Visconti, tiene mucho que ver. Además de equilibrar el eterno sonido de saxo en los discos de Bowie con unas afiladas guitarras, obra de Gerry Leonard y David Torn, perfectamente soportadas en el músculo de la recurrente base rítmica, Gail Ann Dorsey y Sterling Campbell, Visconti ha sabido dotar el conjunto de vigor y actualidad. Con ese soporte, el artista británico se ha atrevido incluso a introducir matices poco frecuentados en su discografía, como los aires a Tom Waits con los que arranca ‘Dirty Boys’, con notable éxito. La mera intención de ser un autohomenaje al icono (no solo musical) que lleva siendo durante décadas habría sido suficiente para recomendar este ‘The Next Day’ como perfecta introducción para unas nuevas generaciones que ni siquiera eran adolescentes cuando se publicó ‘Reality’, su disco predecesor. Pero es que, aun sin alcanzar el nivel de sus álbumes más cruciales, se trata de un álbum soberbio capaz de satisfacer a sus más exigentes seguidores, un regreso a la altura de su leyenda, al fin».
7º ‘Blackstar’ (2015)
Probablemente a Bowie le hubiera gustado que precisamente este disco ocupara este lugar en su discografía ordenada de mejor a peor. ‘Blackstar’ es el 7º mejor álbum de Bowie para la redacción. Al margen de lo mágico de la cifra, son siete también las canciones que contiene este largo que ha servido de epitafio. Sebas E. Alonso: «Es muy difícil que una obra como esta, en la que el artista anticipa, diseña, analiza su propia muerte, vuelva a repetirse en la historia del pop. Muchos artistas no verán venir su propio momento final, otros no tendrán agallas o tiempo para retratarlo. Otros no podrán o no querrán utilizar sus últimas fuerzas para culminar una obra como esta. Cuanto más veo los vídeos de ‘Blackstar’ y ‘Lazarus’, cuanto más leo las letras, entre la autorreferencia y los dobles sentidos sobre su adiós, más alucino con lo que ha sido capaz de hacer. Estamos ante una rareza de enorme valor artístico en la que además lo más importante -las canciones- no fallan. Supongo que la era de las redes sociales, en la que hay que cuestionar todo como por obligación, nos obliga a mirar con lupa este disco, pero tengo muy claro que es seminal y va a ser estudiado y analizado durante décadas, y que desde ya, es envidiado por muchísimos grandes artistas, desde Madonna a Bob Dylan pasando por Scott Walker o Thom Yorke». Entre quienes hoy por hoy expresan sus dudas sobre el álbum, Angèle: «Este álbum me encantaría si pudiera recortar de cada canción los fragmentos que me encantan. Pero me chirrían ciertas armonías, me descolocan los vientos y cuestiono la duración de cada canción (cosa que no me pasa con otros álbumes de Bowie)». Eso sí, reconoce su valor: «Es evidente que ‘Blackstar’ iba a ser (y siempre será) un disco especial dentro de su obra. Dudo mucho que haya algo en él que aparezca ahí de forma casual».
No obstante, sonmayoría los que lo elevan por encima de la media, como indicaba Raúl Guillén en su crítica del álbum: «Resulta especialmente enternecedor comprobar cómo Bowie parecía estar lanzando guiños a sus fans con diversos autohomenajes, disgregados con mimo: el astronauta que yace en el clip de ‘Blackstar’, su cráneo lleno de coloridas joyas, la vestimenta negra con líneas diagonales plateadas en el clip de ‘Lazarus’, la armónica calcada de ‘A New Career In A New Town’ que marca ‘I Can’t Give Everything Away’… ‘★’ se ha transformado en un epitafio grandioso, una obra de la que su fallecimiento forma una parte intrínseca, y que multiplica sus sentidos y sus interpretaciones. Todo conforma su gran obra final, y no deja más remedio que descubrirse ante esta maniobra asombrosa: ‘★’ retrata su salida de este mundo, pero será, probablemente, el portal de entrada para muchas generaciones, presentes y venideras a una carrera artística referencial, que ha cambiado y cambiará vidas».
Macklemore & Ryan Lewis, uno de los grupos de hip-hop más exitosos de la actualidad si no el que más, estrenaba recientemente nuevo single… pero no uno cualquiera. ‘White Privilege II’ llega en un momento de especial tensión racial en Estados Unidos propiciada por la muerte de Trayvon Martin, Michael Brown y Eric Garner, entre muchos otros, y que ha desembocado en el nacimiento del movimiento activista Black Lives Matter. En el plano cultural, muchos son los artistas afroamericanos que se han sumado a este movimiento o lo han referenciado en su música, dirigiendo su atención de manera notable al denominado «privilegio blanco», un concepto antiguo pero hoy especialmente vigente dadas las circunstancias.
‘White Privilege II’ no es una canción obtusa pese a su duración. De hecho, su texto es bastante claro. En él, Macklemore reconoce su posición de privilegio en la sociedad americana y admite la vergüenza que supone para Estados Unidos que su mayoría demográfica (el 72% de Estados Unidos es blanco) explote con fines comerciales la cultura de una minoría. «Parece que nos preocupa más que nos llamen racistas que el propio racismo», entona el rapero en un momento dado de la canción, antes de mencionar a Elvis Presley, Miley Cyrus e Iggy Azalea como ejemplos de artistas blancos que se han aprovechado de la cultura afroamericana sin tener en cuenta su contexto histórico y social para fines estéticos o comerciales. Lo que se llama apropiacionismo.
El asunto del apropiacionismo está hoy en boca de todos, especialmente tras el éxito de la rapera australiana Iggy Azalea, autora de éxitos como ‘Fancy’ o ‘Black Widow’. Azalea aspiraba a ser la Eminem femenina pero su supuesto pasado racista ha terminado jugando en su contra. Ella y no tanto Elvis y Miley (que, en cierta medida, también) viene como anillo al dedo a la conversación porque su éxito se sustenta en la explotación desde una posición de privilegio, no de un sonido, sino de toda una cultura que no le es propia. Ojo, como defiende Azealia Banks, el problema no es que Azalea haga hip-hop o que se identifique como rapera en un mundo como el hip-hop dominado por hombres afroamericanos, sino que lo haga sin reconocer los problemas con los que la comunidad afroamericana ha de enfrentarse cada día. La diferencia con Macklemore es que este ya opinaba sobre este tema en una canción de 2005 titulada ‘White Privilege’: no es, por tanto, tan oportunista como parece.
Clave en la polémica de Macklemore & Ryan Lewis ha sido su éxito en los Grammy. En 2014, ‘The Heist’ ganó el premio a Mejor álbum hip-hop frente a Kendrick Lamar y Kanye West, entre otros, algo que provocó un sinfín de críticas a los premios por racismo. El propio Macklemore, de hecho, reconoció a Kendrick que no lo merecía y que se lo había «robado». Pero la culpa no es de Macklemore & Ryan Lewis, es de los Grammy. Estos presentan un problema fundamental: su sistema de votaciones es, en una palabra, un cuadro, pues aquellos que votan pueden votar en los géneros que consideren, al margen de su conocimiento de dicho género, por lo que existe una gran posibilidad de que éxitos comerciales ganen premios que no merecen, como fue el caso de ‘The Heist’, y es probablemente el motivo por el que ‘My Beautiful Dark Twisted Fantasy‘ de Kanye West, que sí ganó el premio a Disco hip-hop del año, no aspiró a Disco del año y ‘Recovery’ de Eminem sí.
El dilema es el siguiente: si los raperos blancos no reconocen su privilegio en su música, nos parecen racistas, y si lo hacen, corren el peligro de sonar condescendientes y deshonestos. ¿Cómo abordar, pues, un tema como ‘White Privilege II’? Abandonando el cinismo y reconociendo que, por lo menos, uno de los grupos de hip-hop más importantes de la actualidad ha tenido el valor de escribir una canción como esta. Sin embargo, algo falla en ‘White Privilege II’. El problema podría ser tan bobo como que ‘White Privilege II’ es demasiado larga. Si el deseo de Macklemore & Ryan Lewis era introducir el tema del racismo y la apropiación cultural en la conversación social del momento, quizás hubiera sido una buena idea hacer una canción como ‘Thrift Shop’ o ‘Same Love’ que la radio sí pudiera pinchar, en lugar de un híbrido hip-hop y spoken word de 9 minutos. Irónicamente, ‘White Privilege II’ parecía destinada a triunfar, pero no es un single y, por lo tanto, no está sonando en ninguna parte.
Y ahí está el problema: la idea de ‘White Privilege II’ es que el público escuche y comprenda la letra y analice el motivo de su existencia, y con público no me refiero solo a los 2 millones y medio de personas que han escuchado el tema en Youtube desde su publicación el pasado 21 de enero. ¿Cómo va a enterarse la gente que no consume internet del modo en que nosotros y nuestros lectores lo hacemos si no es por la radio o la televisión? Macklemore & Ryan Lewis acaban de interpretar esta canción en la tele, pero imaginad cuál hubiera sido su repercusión de haber sido una canción más convencional. ‘White Privilege II’ podría haber inspirado más que algunos artículos de opinión contados como este; sin embargo, su formato es problemático y actúa más en contra de la denuncia que expresa que en su favor.
Este no es, ojo, el principal motivo por el que ‘White Privilege II’ no termina de convencerme. Lo peor es que sencillamente, como obra de arte, es pobre. La versión hip-hop de Macklemore & Ryan Lewis siempre ha sido bastante aguada, poco estimulante creativamente, y ‘White Privilege II’ adolece del mismo problema. No parece que su mensaje vaya a a llegar más allá de los oídos impresionables que han comprado ‘The Heist’ y mucho menos que un tema de sonido tan anémico y sensiblero vaya a estimular algún tipo de conversación real. Claro, exactamente es este tipo de hip-hop blandito, insípido y sin aristas el que define a Macklemore & Ryan Lewis: ‘Same Love’, su canción anti-homofobia, ya era un número sentimentaloide que en absoluto lograba reflejar la verdadera crudeza de la situación que abordaba. Lo mismo ocurre en ‘White Privilege II’: el dúo se denuncia a sí mismo al mismo tiempo que sigue firmemente integrado en el problema. ¿Una ironía necesaria? Probablemente sí, pero también incómoda. Quizás cuando una canción como ‘Alright’ de Kendrick Lamar logre el número uno en Estados Unidos (fue top 81), podamos percibir un pequeño (pero verdadero) avance hacia la verdadera igualdad que el mundo necesita, y en cuya llegada el hip-hop juega un papel fundamental.
Macklemore & Ryan Lewis actúan el 1 de abril en Madrid.
Título: ‘Infamous Angel’
Artista: Iris DeMent
Sello: Warner Brothers (1992)
Los primeros compases de ‘Infamous Angel’ te dejan desarmado: me pasó una tarde de 1992, sentado leyendo, mientras escuchaba la radio. Al oír esos primeros 30 segundos de ‘Let The Mystery Be’ en los que una escueta banda de acústica, mandolina, dobro, contrabajo y suave piano preludiaba la aparición, como el sol entre las nubes de un día de invierno, de ESA voz, podría decirse que experimenté la euforia propia de una revelación casi mística. ¿La voz más bella que jamás había oído? Quizá. Todavía hoy sigo manteniendo que es la voz más sobrenatural y a la vez más terrenal que conozco. Sobrenatural quizá por la temática de esa primera canción, una suerte de declaración de agnosticismo en la que paradójicamente resonaban los ecos del country más tradicional, más una pizca del góspel que reaparece más tarde en el disco. O simplemente por esa primera imagen celeste/celestial que evocaba su voz, su timbre, su pura tesitura de soprano. Y a la vez terrenal, puede que por la sobriedad absoluta de la banda, de esa producción carente de efectismos, que podía haberse grabado con tres o cuatro micrófonos, un ejercicio de sobriedad perfectamente acorde a la voz. La voz de una cantante anónima, de un descubrimiento semi milagroso que venía presentado en la portada envuelta en un no-estilismo tipo Gran Depresión. ‘Let The Mystery Be’ abría el disco.
«Todo el mundo se pregunta de dónde viene / Todo el mundo se preocupa dónde va a ir cuando todo haya acabado / Pero nadie lo sabe con certeza, así que a mí me da igual / Creo que dejaré que siga siendo un misterio». ¿Existen el cielo o el infierno? Qué más da. Con esta temática tan inusual en pleno inicio de los 90 no sorprendía descubrir que esta cantante y compositora de 31 años venía de Arkansas, ni que era la decimocuarta hija de su padre y la octava de su madre. O que había sido educada en un estricto ambiente religioso de corte pentecostalista. Sin embargo a los 16 había descubierto que no creía en Dios, y para los 25, cuando escribió su primera canción, ya había decidido que lo suyo era la música y se había mudado a Kansas City, donde empezó a componer. El momento clave de esa incipiente carrera fue cuando su maqueta llegó a manos del gran John Prine, que inmediatamente le recomendó que fuese a verle a Nashville. Tras algunos «showcases» firmó con el sello Philo/Rounder para sacar ‘Infamous Angel’, que obtuvo tal éxito de crítica que la Warner firmó un acuerdo para reeditarlo en condiciones. El propio Prine firmaba las entusiastas notas interiores, alabando unas canciones que «hablan de recuerdos aislados de la vida, el amor y la experiencia».
Como por ejemplo ‘The Hills‘, segunda canción del álbum, un pausado recuerdo de las colinas de su infancia lleno de imágenes naturales y con un estribillo («The wind is rushing through the valley»…) de emocionante vibrato. Guitarras, pianos, contrabajo, suenan con el brillo de campanas, y culminan en un precioso solo del gran Al Perkins, mago del dobro tocado con slide, cuyos adornos son el otro gran protagonista del disco, complementando la voz de Iris en casi todas las canciones de manera bella, sutil, perfecta, con su resonancia metálica de eco antiguo.
Sigue ‘Hotter Than Mojave In My Heart’ que acelera el ritmo del álbum: se trata de un número de country de ritmo trepidante a pesar de la ausencia de percusión alguna, que es otra de las características esenciales de ‘Infamous Angel’: country-folk rural como se grababa antes de los años 50, sin baterías, en la más pura vena de uno de sus referentes más claros, las grabaciones de la Carter Family. Sin embargo, la onda veladamente erótica de la canción nos recuerda que es un disco de los 90: «Pero, ooh, desde el mismísimo comienzo / pusiste mi corazón más caliente que el desierto de Mojave». Dobles entendidos propios de una Loretta Lynn allá por los 60, por cierto también otra de sus primeras influencias (en las notas escritas por Iris cita su álbum de canciones de góspel como el primero que recuerda haber escuchado).
En esas mismas y extensas notas, en las que con mucha candidez incluso plasmaba sus inseguridades como compositora y confesaba que las canciones eran una combinación de sus experiencias y de su imaginación, rememora Iris que el siguiente corte, ‘When Love Was Young‘, permaneció meses en forma de melodía sin forma grabada en cinta en su casa de Kansas City hasta que finalmente la acabó. Es una hermosa balada que se aleja de las estructuras country que dominan el resto del disco, con una secuencia de acordes melancólicos sobre los que sobrevuela, como en todo el álbum, la resplandeciente voz de la cantante, esa que John Prine describe en las notas como «una voz con la familiaridad de otra que has oído antes… pero a la vez totalmente diferente».
‘Our Town’ nos acerca al final de la cara A con la rotundidad propia de la única canción que se lanzó en single (acompañada por cierto de dos formidables descartes). Mucho más agridulce que la otra gran perla de esta cara, ‘Let The Mystery Be’, la canción se narra desde el punto de visto de una mujer anciana en la víspera de abandonar su pequeña ciudad, con lágrimas en los ojos mientras rememora su vida entera allí: su primer beso, cómo pidió una cerveza una cálida noche de verano y así conoció a su futuro marido, que era el camarero, o cómo años después enterró a sus padres. Recuerdos imaginarios que Iris ideó al ver un pueblo abandonado en un viaje en coche por Oklahoma. En manos de otro artista la temática o hasta la propia melodía podría haber caído en la trampa de lo lacrimógeno, pero la voz y la pluma de Iris dotan a la canción de una gran dignidad. Mención especial a ese vídeo deliciosamente primeros 90, filtro color sepia incluido.
La cara A se cierra con la espléndida ‘Fifty Miles Of Elbow Room‘, única composición no escrita por la propia Iris (junto con el tema de cierre) y que traslada a las suaves laderas del country-folk un original con la inigualable aspereza del góspel negro de entreguerras. También supone la primera aparición en el minutaje de las armonías vocales. Es curioso cómo la voz de Iris es tan deslumbrante que hasta ese momento ni se echan de menos.
‘Infamous Angel’ abre la segunda cara, da nombre al disco y es otro de los mejores momentos del mismo. La letra es la más marcadamente religiosa, la historia de un «ángel infame» que lamenta haberse apartado de la senda correcta y se dirige de vuelta a casa. Musicalmente, se mantiene el formato sencillo de banda en directo, registrado por cierto en el célebre Cowboy Arms Hotel & Recording Spa de Nashville, histórico lugar en el que habían grabado décadas antes artistas como Johnny Cash o Porter Wagoner (y que un incendio destruyó en 2011, desgraciadamente).
‘Sweet Forgiveness‘, una balada dedicada al perdón en la pareja, preludia las tres canciones finales, ordenadas en una suite de temática familiar. La inicia ‘After You’re Gone‘, que Iris relata en las notas cómo compuso del tirón, casi como en una catarsis, tras regresar a su casa después de visitar a su padre, que había sufrido un ataque que acabaría con su vida. Como en el resto del disco, a pesar del tono melancólico no vence el melodrama en una canción de letra positiva y de celebración («habrá risa incluso después de que te hayas ido / Encontraré razones para enfrentarme a ese amanecer vacío / he memorizado cada línea de tu cara / Y ni la muerte podrá borrar la historia que ellas me cuentan»). La interpretación, tan sólo a piano y voz, dota a la canción de una bella solemnidad.
‘Mama’s Opry’ es otra de las enormes joyas: un entrañable y preciso retrato de su madre, gran aficionada a cantar sus canciones favoritas durante las largas jornadas de trabajo en su casa («The Carters and Jimmy Rodgers played her favorite songs»). En la letra más lograda de todo el disco (que hace bueno el viejo adagio «escribe sobre lo que conoces»), Iris describe con deliciosa viveza la música «que sonaba en el viejo fonógrafo» y cómo «sus ojos chispeaban cuando cantaba esas canciones / mientras tendía la ropa». En el segundo estribillo, minuto 1:38, un gran regalo: la armonía vocal del ruiseñor Emmylou Harris, que realza la bellísima melodía de la canción de manera magistral.
Esa segunda voz de Emmylou hace casi lamentar que no hubiese acompañado a DeMent en más canciones. Como consuelo queda la posibilidad de ver en Youtube los fragmentos de un especial de televisión de ese mismo año en el que interpretó varias canciones del álbum a modo de promoción (incluso repitiendo el vestido de la portada), y en el que Emmylou Harris aportaba otra bellísima armonía en ‘Our Town’.
‘Mama’s Opry’ acaba con una revelación: «Nunca olvidaré su cara cuando me confesó / que había soñado con cantarlas en el Grand Ole Opry» (el célebre auditorio desde el que se emite un programa de radio de música country en directo desde los años 20). Dato que da pie a que -en un encantador enlace conceptual- Iris decida ceder a su madre el cierre del largo, proveyéndola de ese Grand Ole Opry imaginario en el estudio en el que estaba grabando su debut. Así, la voz de Flora Mae DeMent canta el tradicional ‘Higher Ground’, tras una introducción hablada en la que Iris explica que la voz de su madre es su mayor influencia. En una tesitura inusualmente aguda, Flora Mae (72 años) comienza cantando con algo de inseguridad hasta que adquiere una emocionante rotundidad que vence las grietas de la edad en su voz. Según contaba Iris años después, la grabación resultó difícil porque no acertaban con el tono de la canción y su madre estaba muy nerviosa. En la última toma antes de dejarlo por imposible decidieron cambiar a un nuevo tono por sugerencia de su madre y finalmente funcionó. Precisamente en esos últimos segundos de la canción se oye a la anciana cantante decir «os dije que éste era mi tono».
Así concluye un disco hermoso, algo olvidado en décadas anteriores, pero que en los últimos años ha disfrutado de un cierto revival, primero gracias a la reedición del sello Plain Records en 2013 (primera edición en vinilo, ya que la de 1992 sólo fue en CD), y también por la utilización de ‘Let The Mystery Be’ como sintonía de la segunda temporada de la serie ‘The Leftovers’. Merecido recordatorio de un álbum que abrió camino a un cierto movimiento neotradicionalista del country y el folk en los EE.UU. Apenas tres años después empezarían a surgir artistas como Gillian Welch, con un disco titulado ‘Revival’ y una portada en la que aparecía también llevando un vestido antiguo. Para 2000, la llegada de la película ‘O Brother Where Art Thou’ encontraría ya al mundo finalmente preparado para los sonidos del folk y el bluegrass más tradicionales. También fue muy admirado por otros artistas, destacando la versión que de ‘Let The Mystery Be’ harían al año siguiente los 10,000 Maniacs a dúo con David Byrne, dentro de su ‘MTV Unplugged’.
Hace apenas tres meses Iris DeMent fue entrevistada en la emisora de radio NPR, y entre las muchas cosas interesantes que dijo hay algo que enlaza perfectamente con ese ambiente semi-espiritual que planea sobre todo este sensacional disco. Según contaba, sus padres tuvieron vidas muy duras, y para ellos la música no era un placer, sino un medio de supervivencia. Su madre necesitaba cantar, su padre necesitaba ir a la iglesia y empaparse de esa música, un desesperado «si no tengo esto voy a fracasar». Y añadía que así veía ella su carrera artística, como un intento de dar a la gente un asidero, el que vio que sus padres buscaban y el que le enseñaron a ella también. «Así que eso es lo que aspiro a hacer. Y supongo que no siento que pueda hacer música sin esa conexión con el espíritu». ‘Infamous Angel’, desde luego, alimenta el espíritu y a la vez es un enorme placer para los oídos.
Tras su interpretación del himno nacional americano en la Super Bowl, que ha gustado más que menos, Lady Gaga fue entrevistada por EXTRA en la que ha de ser una de las entrevistas más incómodas que ha hecho, si no la que más. Y ya la habíamos visto haciéndose un lío confundiendo el Orgullo Gay de Nueva York con el Festival del Mariachi, pero esto es otra cosa.
Preguntada por su actuación, la cantante procede a emitir una respuesta de lo más elocuente con relación a la historia antigua e, incapaz de desarrollar su tesis, se mete en un jardín sin salida y decide tirar por otro lado como si no hubiera dicho nada. «Es historia antigua, sabes, en la historia griega y romana… Actuar para los mejores atletas del mundo es el mayor honor. Soy italiana y, ya sabes, europea y… como americana para mí ha sido todo un honor». Como dice el tuit que os pegamos… «¿qué?»
Ana Béjar es una de las leyendas del indie español. Fue voz de Usura, grupo fundamental del noise-pop y ha liderado proyectos como Orlando o Todo. Nunca ha dejado de sacar discos, pero siempre se ha mantenido en un segundo plano de popularidad, sin llamar demasiado la atención, haciendo exactamente lo que quería hacer. ‘The Good Man’ es el primer disco que lanza con su nombre y aquí se muestra plenamente esa voluntad estilística de habitar un mundo propio lejos de las modas. Aunque sea teóricamente un álbum, sus –solo- cinco canciones lo convierten en un EP. Cantado en inglés en su práctica totalidad, en ‘The Good Man’ lo que más brilla es la voz de Ana, susurrante, dulce y expresiva pero también amenazante y lacerada. Cinco temas sosegados, íntimos, próximos al folk, sobre anhelos, deseos y añoranzas. Aquí Ana consigue un sonido menos árido que en su anterior disco, ‘Waiting’ de TODO, y se sitúa cerca de la PJ Harvey de los discos con John Parish, Thalia Zedek y la última Tracey Thorn, con ecos lejanos del country fantasmagórico de Bonnie «Prince» Billy.
Abre ‘In the Parlour‘, melancólica pero desbordante de energía tranquila. En ‘En el puente del aire’, la única cantada prácticamente en su totalidad en castellano, sorprende lo que recuerda su timbre al de Miren Iza (Tulsa). El tema es una nana doliente adornada con coros susurrantes y ligeros arreglos de cuerda. ‘Visitation’ es la pieza más airada y suplicante (“¿Te importará cuando me haya ido?”), con un bonito solo de guitarra acústica. La que genera más dudas es la experimental y parca ‘No Return’, a base solamente de un acordeón sostenido, elemento que, sin embargo, en ‘Tongues of Fire’ – la más PJ Harvey- consigue alcanzar una gran cota de emotividad, en un onírico desarrollo entre punteos de guitarra y los lamentos de Ana. Aunque el disco recuerde demasiado por momentos a sus referentes y caiga un poco en lugares comunes, sus cinco temas desprenden la suficiente fuerza y convicción para escapar del tópico. Y se hace corto. Cortísimo.
Calificación: 7,2/10 Lo mejor: ‘In the Parlour’, ‘En el puente del aire’, ‘Tongues of Fire’ Te gustará si te gusta: PJ Harvey, Thalia Zedek, Tracey Thorn Escúchalo: Spotify
Incorporaciones de lujo para el ciclo de Sound Isidro, que se celebra en Madrid. Animal Collective, acompañados de U.S. Girls como teloneros, tocarán en Madrid el próximo 7 de junio, en concreto en Joy Eslava. Las primeras 100 entradas cuestan 20 euros en los puntos habituales. Después, se subirá a 25 euros.
Como sabéis, Animal Collective presentan su nuevo disco ‘Painting With‘, un álbum en el que colaboran John Cale y Colin Stetson y que Avey Tare, Panda Bear y Geologist han concebido como «un ejercicio de optimismo colorista y de energía polirrítmica». Por su parte, US Girls presentan ‘Half Free’, su primer trabajo para 4AD.
Más grupos de los 90 que se reúnen. Tras el turno de Pavement, Lush, Slowdive, L7 o Ride, ahora es el de Belly, la banda de la Breeder Tanya Donelly. El grupo, que estuvo en activo entre 1991 y 1996, editando dos discos (‘Star’ y ‘King’ en 1993 y 1995 respectivamente) planea realizar una gira así como publicar nueva música.
Esto dice su comunicado oficial: «Belly se alegran de anunciar una reunión para dar algunos conciertos este verano en Estados Unidos y Reino Unido. Las fechas se anunciarán según se confirmen, pero ahora podemos deciros con bastante seguridad que los conciertos de Reino Unido serán a mediados de julio y los americanos a lo largo de agosto y posiblemente septiembre».
En cuanto a sus nuevas canciones, dicen que hay varias canciones de Belly en diferentes momentos de escritura y grabación. «Las iremos sacando una a una durante los próximos meses».
Nace Trafalgar Festival, un nuevo festival de música que tendrá lugar los días 24 y 25 de junio en las playas vírgenes de Los Caños de Meca (Cádiz). Los primeros artistas confirmados son Crystal Fighters, Buzzcocks, Sleaford Mods, Corizonas, El Guincho, Circa Waves, Neuman, Pájaro, Damien Jurado, Beardyman, Ten Fé y Monsieur Adi.
Además de estos conciertos y de los que quedan por confirmar, Trafalgar desarrollará una serie de actividades deportivas paralelas dentro del marco Off Festival, además de otras actividades relacionadas con la gastronomía, el arte local y la naturaleza.
Los 2.000 primeros abonos ya están disponibles a través de entradas.com a un precio de 30 euros.
Hoy, la bella durmiente del pop, Lana del Rey, reanuda la promoción de su último disco, ‘Honeymoon‘, con la publicación de un nuevo vídeo para uno de sus cortes destacados, ‘Freak’, junto a su amigo y esperamos que próximo esposo para toda la vida Father John Misty, autor de ‘I Love You, Honeybear‘. Mientras llega, la cantante ha adelantado un trozo del clip en forma de «teaser» que muestra la Tierra desde el espacio y, después, al propio J. Tillman vagando unos campos cual Curro Jiménez. Lana tambien ha compartido una imagen de ella con sus chicas, las bailarinas de ‘Music to Watch Boys to’, que también aparecerán en el vídeo.
Tyler, the Creator se ha cubierto a sí mismo de mariposas para su nuevo vídeo, que pone imágenes a ‘Perfect’, uno de los cortes más neo-soul incluidos en su último disco, ‘Cherry Bomb‘, y que ha dirigido él mismo. Curiosamente, la presencia del rapero en el tema es anecdótica, y todo el protagonismo recae en su vocalista principal, la colombiana Kali Uchis, que aparece aquí con look retrofuturista. Austin Feinstein de Slow Hollows también hace un cameo.
Le1f nos visita. El rapero, uno de los más destacados del denominado «queer rap» desde la edición de su primer EP, ‘Hey’, actuará el próximo 21 de febrero en la Sala El Sótano de Madrid, tal y como confirma Red Bull Music Academy. El rapero compartirá velada con Zebra Katz. Fabianni de Agorazein será el telonero.
Le1f editó su álbum debut, ‘Riot Boi’, el año pasado. Este incluye ‘Koi‘, una de las últimas producciones de SOPHIE.
El 4 de marzo, por su parte, actuarán Carl Craig y Viktor Flores.
¿Echando de menos a Bon Iver? Nosotros (y Tamara Falcó, seguramente) también. El artista, que no saca disco desde 2011, ha sido noticia últimamente por estrenar un par de temas nuevos en directo o por versionar a Simon & Garfunkel junto a su amigo James Blake, pero también por asegurar que no tiene planes de sacar disco próximamente.
Mientras esperamos este largo, una canción nueva de Bon Iver ha llegado a la red, aunque no es tan nueva. ‘Heaven, Mass’ pertenece a la cinta en edición limitada que Eaux Claires Music & Arts Festival, el festival que Vernon comisaria junto a Aaron Dessner de The National, regala a sus asistentes y que incluye caras b y/o rarezas de sus artistas programados. Bon Iver ha tuiteado que el tema data «de 2009 o 2010», por lo que podría haber sido escrita para su segundo disco.
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Primal Scream ft Sky Ferreira / Where the Light Gets In (11%, 31 Votos)
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