Vaya por delante que Goldfrapp jamás, y remarco lo de jamás, han publicado un disco menor. Desde que debutaran en el año 2000 con ‘Felt Mountain‘ todos sus lanzamientos siempre han tenido algo remarcable, en mayor o menor medida una serie de canciones que siguen alimentando su leyenda. Y es más, tiene mucho mérito que a lo largo de los años han hermanado tanto a los fans que prefieren su faceta más bailable (ahí están ‘Black Cherry’, ‘Supernature’ y ‘Head First‘) como aquella más introspectiva, pastoral o downtempo (‘Felt Mountain’, ‘Seventh Tree‘ y ‘Tales of Us‘). Tras el precioso y contemplativo último disco, siguiendo su modus operandi (el cual únicamente se rompió con ‘Supernature’, ya que seguía la estela de ‘Black Cherry’) ahora tocaba, en teoría, un disco diseñado para las pistas de baile. Pero finalmente este ‘Silver Eye’ que nos ocupa es algo tramposo en ese sentido, ya que lo que más sobresale entre estas nuevas diez canciones son medios tiempos electrónicos de carácter oscurantista en vez de posibles singles hedonísticamente luminosos.
El primer adelanto que conocimos, ‘Anymore‘, ha acabado siendo con el paso de las semanas todo un grower que bien podría haber formado parte de aquel festín electroclash que fue ‘Black Cherry’. Y puestos a marcar paralelismos con su discografía, ‘Systematic’ nos devuelve a los Goldfrapp bañados en purpurina glam de ‘Supernature’, del mismo modo que ‘Everything Is Never Enough’. Por eso en el párrafo anterior señalamos lo de tramposo, porque a excepción de esos números ‘Silver Eye’ realmente apunta hacia una dirección más electrónicamente tranquila.
Por mucho que hayan llamado a John Congleton (quien anteriormente ha trabajado con Wild Beasts o St. Vincent, entre otros) o The Haxan Cloak para que les eche un cable co-produciendo algunos de los temas, Goldfrapp siguen sonando a Goldfrapp. Y ahí es donde algunos pueden sentirse un poco decepcionados. El dúo de siempre ha tenido entre uno de sus objetivos sorprender, no atarse a un sonido particular para no caer en la mera reiteración. No obstante, esto es lo único que se le puede achacar a su séptimo largo de estudio, básicamente porque aquellos que les hayan seguido la pista de cerca durante estos diecisiete años no se encontrarán con nada lo suficientemente novedoso como para decir que ‘Silver Eye’ inaugura una nueva etapa sonora.
Nunca llueve a gusto de todos, más que nada porque siempre estará ahí el eterno debate entre los que preferirían algo más de riesgo y los que ya están conformes con los sonidos que la banda ha explorado a lo largo de su intachable carrera. Sin embargo, como siempre en todos sus discos, ‘Silver Eye’ tiene unas joyas ocultas que valen su peso en oro. Sin ir más lejos, los temas en los que The Haxan Cloak ha metido la mano son los que más resaltan: ‘Faux Suede Drifter’ es de una preciosidad abrumadora, una pieza en la que Alison te abraza con su voz aterciopelada y una de sus mejores baladas junto a ‘Time Out From the World’; ‘Zodiac Black’, una de las canciones en las que más se puede apreciar la influencia de The Haxan Cloak y que perfectamente podría haber formado parte de la mitad más tenebrosa de ‘Felt Mountain’, y ‘Ocean‘, que cierra el álbum en lo más alto con una base casi industrial a caballo entre Depeche Mode y Nine Inch Nails. Ya sólo por este tridente ‘Silver Eye’ es de notable.
En cuanto a las letras, lo nuevo de Goldfrapp está plagado de referencias naturalistas (el título, por ejemplo, ya de por sí es una metáfora de la luna) y simbología pagana cargada de misterio, como es el caso de la montaña con ojos de ‘Everything Is Never Enough’ o esas estrellas que se reflejan en las aguas oscuras de ‘Zodiac Black’. Aunque, asimismo, otro eje vertebral del largo es la metamorfosis como motor para encontrar la felicidad: ahí está ese hombre mitológico que se convierte en un animal salvaje en ‘Tigerman’; o un tema vocalmente muy Kate Bush como ‘Become the One’ que, en estos tiempos en los que algunos pasean despreciables buses transfóbicos, es un canto de esperanza para esa comunidad transexual que día a día lucha por la total aceptación social (a modo de dato, Alison escribió esta canción tras ver en Channel 4 la serie documental ‘My Transgender Summer Camp’).
No estamos ante el álbum más memorable de Goldfrapp, pero eso no quita que a pesar de algunos momentos menores ‘Silver Eye’ sea del todo disfrutable. No sabemos cómo lo hacen, pero siguen sin firmar un mal disco. Y eso, ante todo, es lo más importante del asunto. Está por ver qué nos traerán dentro de unos años (siguiendo el patrón, lo próximo debería ser un disco más calmado, ¿o no?), pero esa es otra historia que a su debido momento ya contaremos.
Calificación: 7,3/10
Lo mejor: ‘Anymore’, ‘Faux Suede Drifter’, ‘Zodiac Black’, ‘Ocean’
Te gustará si te gustan: más los Goldfrapp introspectivos que los bailables.
Escúchalo: en Spotify.