Al final los rumores no iban mal desencaminados: Lady Gaga acaba de firmar un contrato de dos años con el Park Theater de Las Vegas, donde hará una residencia de conciertos que arrancará a finales de 2018. Y con la noticia, como era de esperar, ya han saltado los típicos comentarios que la tachan de “vendida” y “acabada” por involucrarse en el asunto. Pero pensando fríamente, ¿hace bien ella en aventurarse en este nuevo proyecto?
Partiendo de lo estrictamente económico, obviamente, sí. Según informaciones de Las Vegas Review-Journal la diva se llevará al bolsillo 400.000 dólares por concierto, y teniendo en cuenta que por el momento ya hay 36 fechas confirmadas las cuentas hablan por sí solas. Por lo pronto Gaga ya tiene garantizados más de 14 millones de dólares con esta primera tanda de conciertos. Y la cifra se inflará lo más seguro tan pronto estas entradas vuelen cuando se pongan a la venta y haya que añadir otras tantas fechas.
La recaudación de un show en Las Vegas, indiscutiblemente, es enorme. Sin ir más lejos, Céline Dion en su primera residencia entre 2003 y 2007, ‘A New Day…’, recaudó 385 millones de dólares en total (sigue siendo la residencia de mayor recaudación en la ciudad del pecado); Elton John con su ‘The Red Piano’ generó entre 2004 y 2009 169 millones de dólares, y Britney Spears entre 2013 y 2017 con su ‘Piece of Me’ recaudaba hasta 132,5 millones de dólares. El negocio está más que asegurado y compensa muchísimo como alternativa a un tour mundial al uso, con el desgaste físico y mental que ello conlleva.
Teniendo presente que en este 2017 el exitoso ‘Joanne Tour’ ha estado algo gafado por sus problemas de salud, imaginamos que la residencia en Las Vegas le facilita mucho el estar a pleno rendimiento porque de esta forma se evita vivir constantemente en un aeropuerto y así puede centralizarlo todo en un único lugar. Por mucho que ella maquille estos futuros conciertos como un sueño hecho realidad, lo más probable es que se haya decantado por este formato porque tanto a ella como a su equipo, más allá de abaratar gastos, les facilita el poder reaccionar en caso de que puntualmente vuelva a sentir fuertes dolores. Nunca es del agrado de nadie tener que aplazar y/o reorganizar una gira mundial por los millones que se pierden. Y si no que se lo digan ahora mismo a Shakira, cuyo tramo europeo se tuvo que cancelar en el último momento por sus problemas en las cuerdas vocales y, de momento, se desconoce cómo se va a reprogramar.
Más allá del dinero, este futuro show en Las Vegas le puede servir a Lady Gaga para reafirmar lo que desde hace unos años es ya palpable: sus ganas de escapar del público que le dio la fama en 2008 y conquistar a un target de público más adulto y familiar, el que al fin y al cabo sacará la tarjeta de crédito para verla aprovechando una escapada en la ciudad de los casinos. La estratagema ya arrancó aliándose con Tony Bennett en 2014, siguió con su homenaje a ‘Sonrisas y Lágrimas’ en los Oscar, su aplaudida actuación en la misma gala después con ‘Til It Happens to You’, la publicación el pasado año de un álbum como ‘Joanne’ en el que rebajaba drásticamente sus dosis de mamarracherío y el éxito del medio tiempo de la Super Bowl, en el que hermanó a la perfección a la antigua con la última Gaga. Aparcando la excentricidad puede haber perdido a algún seguidor, pero no hay que olvidar que este año dio el campanazo con una canción tan inofensiva e intensita de manual como ‘Million Reasons’, que le ha abierto las puertas de par en par a una audiencia que, anteriormente, no le prestaba la atención que se merecía. A ellos, especialmente, va destinada esta residencia.
Sin noticias de nuevo disco a la vista, este 2018 su estrategia sigue viento en popa porque en septiembre podremos verla en la gran pantalla protagonizando el remake de ‘Ha Nacido una Estrella’ junto a Bradley Cooper, por lo que sus conciertos en Las Vegas bien podrían servir para presentar en vivo su banda sonora y recuperar al piano, ya de paso, parte de su repertorio más laureado. Actuar en un teatro con capacidad para 5.300 espectadores, sin duda, se presta a ello (está por verse cuál será el setlist finalmente). Y el precio de las entradas, por eso mismamente, dudamos que acabe bajando de las tres cifras.
Ahí está Bruce Springsteen por ejemplo, quien en vez de por Las Vegas se ha decantado por un pequeño teatro de Broadway con capacidad para 975 personas para ofrecer un show mucho más íntimo con entradas a precio de oro (las hay por 75 dólares, pero también por 850) que le permiten recaudar una salvajada por noche. Gaga de tonta no tiene ni un pelo. “Vendida” quizás, pero “acabada” va a ser que no.