‘Júlia ist’, mucho más que una erasmus borracha

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‘Júlia ist’, mucho más que una erasmus borracha

julia_istLas amigas de Ágata’ fue una de la grandes sorpresas del cine español del año pasado. Una película muy pequeña (fue el proyecto de fin de carrera de cuatro estudiantes de la Pompeu) y aparentemente intrascendente, que conseguía algo muy difícil: atrapar uno de esos momentos clave en la vida de muchos adolescentes, aquel día en que te das cuenta de que tus amigas “del cole”, “del barrio”, te aburren y prefieres estar con tus nuevas amistades de la universidad. Ese día en que tu infancia ha quedado irremediablemente atrás.

En la película, Elena Martín interpretaba a Ágata, la chica que vive esa desconexión. Pues bien, ‘Júlia ist’, el debut de Martín como directora (su estreno en salas ha sido muy minoritario, aunque permanece en algunas y también está disponible en Filmin hasta hoy, cuando culmina el Atlántida Film Fest), se podría ver casi como un spin-off de ‘Las amigas de Ágata’. Es como si hubieran pasado dos años y Ágata fuera una estudiante de arquitectura que se va a Berlín de Erasmus. Allí volverá experimentar otra desconexión, con su nuevo ambiente, y otro golpe de madurez: superar el miedo a la soledad y a las inclemencias emocionales, y asumir las responsabilidades que conlleva la emancipación.

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La actriz catalana debuta en la dirección (también es un trabajo de fin de curso) siguiendo un patrón narrativo y estilístico muy similar al de ‘Las amigas de Ágata’, con un naturalismo formal que bebe del cine de directoras francesas como Céline Sciamma (‘Tomboy‘, ‘La banda de las chicas‘) o Mia Hansen-Løve (‘Edén’, ‘El porvenir’). Y el resultado es igual de notable. Martín hace un ejercicio de autoficción (está basada en sus propias vivencias como estudiante de Erasmus) que destaca por su enorme autenticidad. Un autorretrato con onda expansiva generacional que sorprende por una afortunada paradoja: la ligereza de sus imágenes sustenta un relato de gran peso dramático.

La directora cierra el encuadre sobre su protagonista y desdibuja los contornos de la ciudad (Berlín, “una ciudad que carece de centro”) como forma de expresar su soledad y desarraigo. Luego, conforme el personaje se va integrando y ubicando, las imágenes empiezan a respirar. La película “deja sitio” a más personajes y temas: el (des)amor, la amistad, el vértigo que provoca la madurez, los retos profesionales, la desorientación existencial… Temas que la directora expone con la misma sencillez con la que la protagonista que se come un kebab en las gélidas calles berlinesas.

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En un cine español donde muchas veces se confunde naturalismo con costumbrismo, ligereza formal con desaliño estilístico e improvisación con malas actuaciones (véase la celebrada ‘A cambio de nada’), ‘Júlia ist’ (junto a ‘Las amigas de Ágata’) se alza como un referente inexcusable para las nuevas generaciones de cineastas. 8.

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