Mike Milosh está aprovechando la promoción del lanzamiento del esperado segundo disco de Rhye para dejar un par de cosas claras: primero, que Rhye nunca fue un dúo, sino un proyecto suyo –Robin Hannibal grabó con él el celebrado ‘Woman’, sí, pero su trabajo en el proyecto quedó ahí–; y segundo, que en estos 5 años transcurridos ha estado lejos de estar inactivo. Más bien al contrario, el artista canadiense se ha dedicado a consolidar este proyecto con una banda en directo con la que ha ofrecido cerca de 500 conciertos, poca broma. De hecho, ese sonido de directo es el que ha conformado el sonido de ‘Blood’, su nuevo álbum
Y es que, en esta ocasión, las canciones han partido de las ideas que él y sus músicos han desarrollado durante las giras, y no al revés. Por eso la pátina electrónica en este nuevo disco cede peso ante sonidos más orgánicos y, en general, estamos ante arreglos mucho más sutiles y delicados. Pianos, coros, cuerdas y guitarras (eléctricas, pero también acústicas) constituyen un elegante, mullido y cálido tejido, perfecto para unas composiciones que se alejan casi completamente de los arrebatos bailables del debut, aquí limitados apenas a unas ‘Feel Your Weight’, ‘Count to Five’ y ‘Phoenix’ muy ‘Random Access Memories’ –serán esas guitarras tan Nile Rodgers–. En ese punto, se echa de menos aquella maravilla que Roosevelt creó a partir de la teórica «cara B» ‘Summer Days’.
Prácticamente todo el resto de ‘Blood’, a excepción de la fantástica ‘Taste’, alcanza a duras penas la cadencia de medio tiempo. Música perfecta para una quiet storm que recupera el soul y R&B sensual post-Barry White, con Sade como principal referente, pero también Luther Vandross o Anita Baker. Sensualidad que no solo debemos entender como sinónimo de sexo –que también: las apelaciones a la anatomía son constantes–, sino más bien de intimidad: susurros, miradas, caricias, confesiones y abrazos son el ecosistema en el que se desarrollan las historias de deseo, pero también de miedo, inseguridad y desesperanza, de Milosh.
En el plano de la cuasi-balada, ‘Blood’ llega a ser algo monocorde, con cortes que, pese a su innegable elegancia, recuerdan demasiado a otros pasajes del disco más carismáticos (‘Song for You’ y ’Blood Knows’ lastran el conjunto del álbum). En ese sentido, ‘Woman’ ganaba la partida porque ofrecía más variedad y, por tanto, se hacía más dinámico. Pero eso no quita que Rhye alcance momentos de auténtica sublimación en cortes como ‘Please’, ‘Stay Safe’ o ‘Sinful’ (una especie de reprise de ‘Taste’ con un tratamiento instrumental distinto al resto que se agradece horrores) que, en este caso sí, son perfectamente identificables y pugnan por ser lo mejor de un disco que funciona maravillosamente bien en conjunto, con algunos destellos puntualmente irresistibles. Quizá, se echa en falta alguno más de estos.
Calificación: 7,4/10
Lo mejor: ‘Taste’, ‘Please’, ‘Count to Five’, ‘Stay Safe’
Te gustará si te gustan: Sade, How To Dress Well, Kindness, Anita Baker
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