Amaia eclipsa, Hazte Lapón se despiden y La Estrella de David arrasa en BIS Festival 2019

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Amaia eclipsa, Hazte Lapón se despiden y La Estrella de David arrasa en BIS Festival 2019

El BIS (Barcelona Independent Sessions) empezó en 2013 como un festival bianual para aglutinar las propuestas de pop alternativo – sellos y bandas – de Barcelona. Con los años, se ha consolidado como un festival cuyo territorio se extiende a toda España, sin perder el espíritu de mostrar lo más granado de la escena indie nacional del momento. La edición de 2019 se ha saldado con una muy buena entrada; a ojo, en la Fabra i Coats había bastante más gente que en el año anterior, a pesar de coincidir con otro de los eventos clave del pop nacional, el Madrid Popfest. Pero esta no sólo ha sido una edición exitosa en asistencia, sino también en lo artístico; quizás la mejor de todas las ediciones. [Fotografías de Dani Cantó, cedidas por BIS Festival.]

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Tras Cabiria, le toca a Confeti de Odio, el proyecto en solitario de Lucas de la Iglesia, con una propuesta en directo que… mola si él te mola, de entrada –hay disparidad de criterios entre mis acompañantes: odio por un lado, admiración por el otro-. En formato trío, con batería (Juan de Axolotes Mexicanos/Carolina Durante) y bajo. Lucas viste como un nerd de finales de los 80 y luce una actitud que roza el mongolismo mientras canta sus letras brillantes, entre el patetismo y el egocentrismo, que no parecen alterarse por los acoples iniciales. “Hemos perdido dos aviones hoy, así que sólo puede ir a mejor”, nos espeta. Lucas se agita como un cantante melódico pasado de vueltas. Los pregrabados no es que sean descarados; es que hay un momento en que directamente, sin la banda, canta sobre la música grabada, como un apasionado del karaoke dándolo todo. Regresa la banda para atacar uno de sus hits, ‘Pocos Likes’, “que va de lo único que realmente me importa en la vida”. También toca ‘Hechizo’ (tema que se publica hoy en streaming), un bailadísimo y tropical ‘Hasta romper el móvil’, un ‘Tú y tu puta barba’ atacado con furia punk y remata con su antihimno ‘Hoy va a ser un día horrible’. Y en cuanto acaba, no sabes muy bien si meterle una colleja o darle un abrazo.

Lo de la fascinación de Medalla por el heavy de los 80 sobrevoló todo su concierto. ¡Ay, esos teclados y esos guitarrazos! Su propuesta, que también incluye el indie épico, punk a la Preoccupations y el rock urbano fue, a la postre, lo más convencional de la noche (léase en modo no peyorativo). Destaca una ‘Murciélago’ arrolladora, que también resuena a heavy gótico. Pero tienen ese puntito paródico que les hace divertidos y los despoja de pretenciosidad; cualidades ejemplificadas en un ‘Deporte en vano’, con un multicoreado: “No quiero que te lesiones”. Tienen el detalle de, además, reivindicar que el BIS es el único festival que les ha dado de alta en la Seguridad Social.

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Hazte Lapón celebran su último concierto en Barcelona con una señora banda y… guitarras prestadas (se cuentan tres encima del escenario), según confesión de Lolo Lapón. Eso no es impedimento, a pesar de algunos parones para afinarlas, para que todo el repertorio suene contundente, lleno. De hecho, personalmente me recuerdan en sonido y canciones a los Pulp de 1995, aunque con Lolo remedando al Harry Dean Staton de ‘Paris, Texas’. Arranca con un ‘Hushpuppy’ desgañitado y emocionante, lo que va a ser una constante durante toda su actuación. Contundencia pop y el irónico sentido del humor de Lolo salpimentando las pausas; ‘Mudanzas’ la presenta como “una canción sobre la muerte… como todas las mías”; ‘Odiar’ pierde solemnidad a cambio de potencia… y coña rumbera a cuenta de ‘Malamente’ al final. También cae la versión de ‘Carretera perdida’ de Gúdar. La complicidad/confrontación que se escenifica con Saray se ejemplifica con esas miradas que le dirige Lolo mientras, tras una pausa dramática, entona “nunca dejes de quererme” de ‘Fantasías brutalistas’ o el divertido parlamento que nos suelta antes de ‘Vidas de santos’: “esta es una canción sobre por qué dejamos el indie. Es un martirio moderno, te hace sufrir. Pero es Saray la que no tiene vocación de mártir”. La escalada emocional se siente en ‘La vida adulta’ y esos “¡Yo lo hice por ti!” gritados. Aunque el colofón, claro, es el vendaval ‘Yo los he visto’, en que Lolo se despoja de la guitarra, de la gorra, juega a ser Jarvis Cocker y acaba en el foso, rodeado del público (enardecido, como no). Hazte Lapón sacan su mejor disco, niquelan el directo y se separan. Es que hay que joderse.

La puntualidad del BIS es tan a rajatabla que ‘Doble Check’, el primer tema de los Axolotes Mexicanos me pilla en el baño. Corriendo hacia la entrada, me topo con el revuelo; uno de mis amigos está alterado. “¡Es Amaia!”, me grita. Y he de ejercer de improvisada fotógrafa. Amaia atiende muy amable a las diferentes peticiones de fotos, aunque está ansiosa por entrar a los Axolotes: “¡Es que quiero bailar!”. Dentro está desatada la máquina punk de los hermanos Pedrayes. Olaya es graciosísima, pura verborrea: se enfada con su grupo, su grupo la trolea… y suenan como un tiro. ‘Te miro mientras duermes’, ‘Farmacia’, ‘Vaga’, ‘Sin ti’… Olalla se lía pero da igual, porque afirma que “están flipando porque es la primera vez que esta sale bien”. Se lo pasan bien, lo hacen pasar bien. Y, de repente, Olaya invita a Amaia -que estaba en las primeras filas botando- a subir. Y las ganas de Amaia de cantar ‘Astor’ son genuinas; tanto, que empieza los primeros versos antes de tiempo y tienen que repetir el inicio. Un momento de puro disfrute fan. El huracán Amaia engulle tanto la atención que el siguiente invitado, su antiguo compañero Stephen Lyne, pasa casi desapercibido (para el público, que no para los Axolotes). Son nuestros Helen Love y, que nadie me mate, pero en directo suenan mejor que Helen Love.

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Personalmente, no acababa de entender por qué La Estrella de David cerraba el BIS. En mi cabeza, la lógica me dictaba que habían de ser Hazte Lapón, por ser su último concierto en la ciudad, o los Axolotes Mexicanos por ser los más fiesteros… Pero esta lógica se demostró errónea. David Rodríguez cerró porque era la máxima figura, el concierto más esperado, el… En fin, que todo el público estábamos ansiosos de corear sus hits. Es increíble comprobar como los temas de ‘Consagración’ se han convertido en clásicos, en canciones idolatradas por un nutrido grupo de fans, empezando por todos los grupos que habían actuado previamente. Ahí, apiñados en primeras filas, andaban Lucas de la Iglesia y los miembros de Hazte Lapón. El concierto fue una absoluta locura; creo que hacía tiempo que no veía tal nivel de devoción. Aunque de entrada no lo parecía, ‘Viva la vida’ se atranca de primeras, pero luego fluye, magistral, gracias a la complicidad que David establece con Javi Betacam, plenamente integrado en la banda. La canción suena aún más 80’s sofisticados que en el single. A partir de aquí, el subidón y un coreo masivo que ni un concierto de Queen: ‘Me ha parecido que estuvo en mi cabeza’ (con el guitarra haciendo las veces de La Bien Querida), ‘Vejaciones en la costa’, en que la batería se oye muy fuerte y a David flojo, pero a esas alturas ya da igual, porque se escucha más al público que a los del escenario. David nos mira con ese gesto que no sabes si denota sorpresa o hastío. Los pogos empiezan en ‘La primera piedra’, la emoción se desata con ‘Eroski’ (vi a gente llorar), la locura absoluta con ‘Aceite’; público encaramado a las vallas, mareas de asistentes lanzándose contra el escenario mientras se canta a cuello roto ‘Noches de Blanco Satán’, ‘Maracaibo’ y, claro, ‘Cariño’. Si no lo digo reviento: una experiencia (casi religiosa) más que un concierto.

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