No va a ser casual que esta semana el Sonorama haya anunciado a Nacho Cano como un gran bombazo para su cartel 2019 justo unos días después de que se haya publicado ‘Descanso dominical: Tributo a Mecano‘. Porque casi todos los nombres incluidos en este disco han tocado, tocarán o podrían perfectamente tocar en el festival celebrado en Aranda de Duero cada verano desde hace más de 20 años: Love of Lesbian, Iván Ferreiro, Miss Caffeina, Zahara, Elefantes, Vega, Shinova, Reyko… son nombres de presente o pasado independiente. ¿Hacemos una porra para ver cuáles de ellos se contarán entre los «amigos del festival» que, dicen, acompañarán al pequeño de los Cano en su directo allí?
Por su parte este disco confusamente subtitulado «Tributo a Mecano» (¿no será tributo a la obra en sí, más bien?) pretende conmemorar los 30 años de ‘Descanso dominical’, que se cumplieron… hace casi un año. Timing fallido aparte, este trabajo pretende celebrar el quinto álbum de estudio del trío madrileño, que supuso su consagración como superestrellas internacionales (no olvidemos que este disco se vendió como churros en Italia y, sobre todo, Francia). Y, como tales, no ponemos en duda que marcaran las infancias o adolescencias de muchos, si no todos, los artistas congregados. Ahora bien, otra cosa es que la deriva artística seguida por cada uno de ellos refleje esa influencia. ¿Qué es lo ideal? ¿Respetar el original? ¿Olvidarse de él y llevarlo al terreno más cómodo para cada uno? No está nada claro, y el resultado en este caso es dispar y raruno, como mínimo.
Entre los más ajenos a priori se cuentan los ya citados Love of Lesbian & Iván Ferreiro, que hacen de la mansedumbre y el sopor bandera en una sosa ‘La fuerza del destino’ (tiene huevos hacer sosa esta canción) que, para colmo, corrige la errata por antonomasia del pop español, ese «tú contestastes que no». ¿Los hermanos Cano han autorizado cambiar esto pero no «mariconez»? Elefantes se atreven con la ya universal ‘Mujer contra mujer’ transformándola en un pop rock cadencioso, con algún arreglo mono de teclado y un solo de guitarra que quiere acercarse a Wilco (aunque se queda a medias). Un pan sin sal, pese a la bonita voz de Shuarma. Tampoco terminan de clavarlo Shinova con ‘Hermano Sol Hermana Luna’, pese a que la solemnidad acústica de su arranque suena interesante. El guitarrista Daniel Casares con Juan Sueiro, en su revisión de ‘Por la cara’ –la verdad es que nadie la hubiera echado de menos, ¿no?–, y Mäbu, con la adaptación sencillota de ‘»Eungenio» Salvador Dalí’ –les ha tocado bailar con la más fea– se cuentan también entre los que ni chus, ni mus.
Tampoco puede decirse que los artistas de evidentes ecos de Mecano, por cuestiones estéticas o emocionales, triunfen en el intento. Si parecía que Nancys Rubias no podían faltar aquí (Mario Vaquerizo es fan fatal confeso), su ‘Los amantes’ parece una canción de las propias Nancys Rubias (y no, no es un elogio). Tampoco le veo la gracia al tratamiento ¿electro-tanguero? de ‘El blues del esclavo’ que perpetra Aleks Syntek. Ni se explica muy bien lo académicos que han estado Chico y Chica con ‘Fábula’, en la que se echa en falta un poco de manga ancha y humor (¿no les habían invitado por eso?), que al fin y al cabo mucho de eso tenían Mecano. Zahara, con una producción de Juan Sueiro demasiado espaciosa que busca sonar moderna a golpe de adlib, no consigue que en la próxima Nochevieja nos planteemos sustituir el original por su ‘Un año más’.
Mucho mejor resultan, en cambio, algunos artistas más inesperados y/o desconocidos. Sorprenden muy gratamente el tratamiento tecnopop a lo Parade que Veintiuno dan a ‘No hay marcha en Nueva York’, el juego de contrastes de espacio y profundidad que le da Vega a ‘Laika’, la preciosa conversión de ‘Quédate en Madrid’ como balada catatónica al piano que hace Conchita y el tratamiento, yendo de lo pequeño a lo épico, que Miss Caffeina aplican a ‘Hèroes de la Antártida’. Y, sobre todas ellas, la maravillosa revisión que Reyko hacen de ‘El cine’: si su visión del tema como un numerazo de deep house minimalista ya es un puntazo, la maravillosamente seductora voz de Soleil (todas las citadas en este párrafo, más Zahara, podrían hacer un gran papel en ese concierto de Nacho Cano) la propulsa a ser una de las mejores versiones de Mecano que se hayan hecho nunca. Y, personalmente, me convierte en fan irredento del dúo de Mushroom Pillow.
En resumen, los resultados artísticos son tibios, y en buena parte de los casos no pasan de la mera curiosidad. Así que no queda muy claro qué se perseguía en este disco auspiciado y coordinado por el mayor fan y biógrafo pseudooficial del trío, Javier Adrados. Desde luego, la ausencia de nombres tipo Alejandro Sanz, Melendi, Vanesa Martín o similar hace pensar que el objeto de este disco no era hacer caja sin más. ¿La idea es abrir el repertorio de Mecano a un público que no había nacido cuando se editó este disco? Porque es evidente que, salvo un par de nombres, el seguidor medio de estos grupos no está precisamente por debajo de la treintena. ¿O quizá se pretendía reivindicar este disco de cara a un público tirando a underground? Porque, de ser así, quizá nombres que han manifestado abiertamente su afinidad al trío, como Javiera Mena, Doble Pletina, Joe Crepúsculo, Terrier, Francisca Valenzuela, Betacam, Rata Negra (como herederos de Juanita y Los Feos) o hasta Future Islands y Arca, hubieran sido mejores alternativas –nunca mejor dicho– que varios de los implicados.
En todo caso, si se trata de poner en valor la calidad, dignidad y valor de este disco, quizá una buena reedición, con demos, material inédito y notas de los Cano y Ana Torroja hubiera sido mucho más pertinente. Porque si de algo ha servido este disco es para reescuchar la edición original y pararse a pensar lo delirante, para bien y para mal, que pudo llegar a ser este grupo: hoy parece del todo imposible pensar que nadie (que no sean Ojete Calor, Ladilla Rusa y compañía) se plantee seriamente publicar una canción tan paleta como ‘No hay marcha en Nueva York’, cantarle a la primera perra astronauta, las rimas descacharrantes de ‘»Eungenio» Salvador Dalí’ (solo lo del título es digno de tesis) o, sobre todo, dar luz a una canción tan políticamente incorrecta (y racista) como ‘El blues del esclavo’. Ríete tú de la «mariconez». Aunque, en una vuelta de tuerca imposible, una relectura de la letra hace pensar que, como Los Simpsons, Mecano ya predijeron el actual panorama laboral de nuestro país. Así que está claro: no hay mejor tributo a Mecano que escuchar los viejos discos de Mecano.
Calificación: 5/10
Lo mejor: ‘El cine’ por Reyko, ‘Quédate en Madrid’ por Conchita, ‘Laika’ por Vega, ‘Héroes de la Antártida’ por Miss Caffeina, ‘No hay marcha en Nueva York’ por Veintiuno.
Te gustará si: eres fan completista de Mecano.
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