Billie Eilish es una de las artistas más importantes de este fin de década. Y esta frase es un hecho contrastado, sin grandilocuencia barata: ante el efervescente hype surgido tras su miniálbum debut ‘dont smile at me‘, la jovencísima artista californiana –aún le quedan meses para cumplir los 18– ha respondido con un debut largo soberbio al que no le están flaqueando las rodillas lo más mínimo con el paso de los meses. Un gran disco que prueba que sigue siendo posible triunfar comercialmente desde un prisma original y audaz.
Temas como ‘bad guy‘, ‘bury a friend’, ‘wish you were gay‘, ‘when the party’s over’, ‘ilomilo’ o ‘you should see me in a crown’, marcados por unas producciones oscuras, a la vez contundentes y minimalistas, en las que su hermano FINNEAS –artífice de su peculiar sonido ultrasaturado– pervierte los tintes clasicistas de algunas de sus melodías (‘xanny’, ‘all the good girls go to hell’). ¿Es esa su gran baza? ¿Se le caerían «los palos del sombrajo» al fenómeno Billie Eilish sin esa parafernalia sonora? La respuesta es no y el mejor ejemplo es ‘i love you’.
Esta canción que llega al borde del final de ‘WHEN WE ALL FALL ASLEEP, WHERE DO WE GO?’ y que es, curiosamente, un dueto entre los hermanos O’Connell, hace algo más que superar la «prueba del algodón» acústico. Delicada y honesta, interpretada con una tenue guitarra acústica a la que se suman tímidos coros y pianos, pone la voz de Billie en un primer plano tan claro que casi incomoda. Se traduce así a lo sonoro la desnudez y extrañeza que siente la propia cantante ante un amor sin ambages, que la aturde y confunde porque nunca antes se había sentido «tan transparente» ante alguien. Esa fragilidad que tan bien transmite la preciosa espiral melódica del estribillo es una grieta en la permanente coraza que tiene en sus habituales ropas amplias, sus máscaras y cambios de imagen una poderosa metáfora visual.
Pese a no ser uno de los temas más escuchados del mismo (por ahora, aunque en Spotify supera en muchos millones el cacareado remix con Justin Bieber de ‘bad guy’), ‘i love you’ se antoja como la canción de este primer álbum de Eilish que mejor resistirá el paso de los años y que, por tanto, tiene más hechuras de convertirse en un clásico atemporal. De hecho, su interpretación en directo se antoja como uno de los puntos culminantes de sus shows: Billie y Finneas transmiten la intimidad del momento cantando juntos sobre una cama (al estilo de la que aparece en la portada del álbum), mientras el público alumbra sus abundantes lágrimas con sus teléfonos móviles.
Así se muestra en su vídeo oficial, que no es sino la grabación de su interpretación en el teatro griego de Los Ángeles, y que tiene como punto culminante ese instante en el que la cama echa a volar justo cuando Billie emplea el doble sentido de «red-eye» –que alude a un vuelo nocturno en vela o a una noche en vela repleta de lágrimas–, antes del precioso crescendo final de la canción, con unos arreglos que llevan al público a un clímax emocional antes de dejarse (y dejarnos) caer a la realidad del dormitorio. Un momento que ha podido presenciarse este lunes en el Palau Sant Jordi de Barcelona y que hoy, martes 3 de septiembre, se repetirá en el Wizink Center de Madrid.