Para empezar, llama la atención que en OT 2020 los nominados de cada semana no serán siempre dos de los cuatro seleccionados por el jurado. En este caso, no habrá límite en cuanto a número –si en alguna edición ya se llegó a decir «hoy deberíais estar nominados todos», ahora podrán cumplir ese sueño húmedo–. Además, el equipo de profesores de la academia podrá renunciar a salvar a uno de los alumnos como venía haciendo por norma hasta ahora. Y, para más inri, el favorito del público no tendrá inmunidad, como hasta ahora, aunque sí un privilegio que será diferente cada semana, desde «cantar en solitario, escoger pareja, elegir repertorio o salvar a alguien nominado».
Estas decisiones, explicó el equipo con Tinet Rubira al frente, tienen como objetivo dinamizar el programa, mejorar la competitividad de todos los concursantes y evitar que se adocenen –en referencia a algunos episodios de la anterior edición, en los que los concursantes se rebelaron contra los horarios de trabajo del programa–. Además hay otra novedad, que no es baladí: tras la ruptura con Universal Music, no habrá un acuerdo único con una compañía discográfica para desarrollar la carrera de los concursantes.
Aunque Sony Music publicará los discos de las galas, cada triunfito «encauzará su futuro según su perfil y público potencial» y se incluirá en la academia la figura de un consejero en cuestiones de management que ejercerá de orientador. Además, se les permitirá, si llega el caso, interpretar temas propios e incluso publicarlos como singles durante su estancia en la disciplina del programa. En ese sentido, se incluirá en los deberes de los alumnos una clase de composición, por la que les asesorarán Chiqui de la Línea –mentor de Rosalía en su formación académica sobre flamenco–, Pancho Varona, Leti Sala, Rozalén o David Otero, por ejemplo.
Se diría que el objetivo de todas estas novedades es mejorar en el hallazgo de talento que, tras la carambola de la edición 2017 –la de Amaia, Aitana, Ana Guerra, Lola Indigo, Alfred, etcétera– sufrió un bajón notable en 2018 –en la que apenas Natalia Lacunza y Alba Reche han dado muestras de poder asentarse–. Pero no nos engañemos: también hay una intención manifiesta por dar más espectáculo televisivo… más allá de la música. Así se explicaría la decisión de eliminar el tradicional pasillo de despedida para granhermanizar el adiós del expulsado: el programa terminará de inmediato y, en el post, Noemí Galera se llevará a aquel a un set cerrado donde le invitará a llorar a moco tendido y le permitirá escoger al único compañero del que le dejarán despedirse.
A todo esto, la clave de un talent-show estará en el casting y, en ese plano, todo suena un poco a que se buscará ya más la repercusión en las redes sociales que una buena voz o una personalidad única. Como si Paquita Salas formara parte del equipo, dijeron buscar «artistas demandados por el consumidor, con un perfil 360 y una imagen, un discurso y una motivación definidos» –esto es real– entre los 30 candidatos del casting final que optan a entrar a la academia.
El programa ha dicho de él que es el «mejor casting de la historia de OT». Si nos atenemos a las actuaciones que hay en el canal oficial de Youtube, entre versiones de The Cranberries (‘Zombie’, tampoco vayáis a esperar una cara B), Springsteen, Alejandro Sanz y Mecano, no parece que haya cambiado tanto el perfil. De entre ellos, si nos atenemos a las cifras, se intuye que Della Du, Sandra Groove, Hugo, Eli, Anaju, Flavio y Nick pueden ser de los que tengan más tirón. En unas horas, sabremos quién acumula más likes, independientemente de lo bien que interpreten. Y, más importante, si estamos ante una edición de bisbales y amaias, o una de vicenteseguís y mariosálvarez.