‘Las ventanas se encienden’ es el inesperado gran hito en la última etapa de Mucho

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‘Las ventanas se encienden’ es el inesperado gran hito en la última etapa de Mucho

Esta noche del sábado 25 de enero llega Mucho Noir Club a la sala Razzmatazz de Barcelona. Se trata de una singular forma de presentar en directo ‘¿Hay alguien en casa?‘, el último disco de Mucho, que dejó de ser un grupo para pasar a ser el proyecto unipersonal de Martí Perarnau IV, músico curtido en muchas batallas de pop con Sunday Drivers, Egon Soda y un largo etcétera. El concepto consiste en «un club itinerante de música electrónica en directo», en el que Perarnau y su banda hará «música sin interrupción desde que abran puertas, será una experiencia musical hipnótica mientras presentamos las canciones del último disco».

Dado que Perarnau continúa siendo uno de los más fieles colaboradores de Zahara, co-autor de su hit ‘Hoy la bestia cena en casa‘ e integrante fundamental de su banda de directo independientemente de su formato (también en su «tour bajona»), ha sido frecuente ver a la jienense sumarse al este club itinerante para cantar alguna canción en directo con Mucho. Y lo ha hecho en la que, de manera inesperada, se ha convertido en el gran hito de esta última etapa del proyecto, ‘Las ventanas se encienden’. Inesperada porque no fue señalada como ninguno de los cuatro adelantos/singles escogidos para promocionar el disco. Sin embargo, ni ‘Ahí te quedas, Perarnau‘, ‘El enemigo ahora vive en todos nosotros‘, ‘Putochinomaricón‘ y ‘¿Hay alguien en casa, McFly?‘ logran, pese a ser fantásticas, alcanzar –y por muchas decenas de miles– los más de 680.000 streamings que posee aquella. Lo cual tiene aún más mérito.

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El secreto no es fácil de señalar. En su mayoría, comparte instrumentación, influencias y referencias líricas con sus compañeras de álbum. Pero no cabe duda de que ‘Las ventanas se encienden’ tiene algo especial. Quizá sea su sutil crescendo, amasado con esos sintetizadores de sonido pretérito que predominan en el álbum, junto a unas guitarras flotantes cuya combinación la convierte en una canción-de-carretera digna de los mejores The War On Drugs. O quizá esa letra que toma un estado de suma depresión («Yo ya casi ni siento / los crujidos de lamento / que tratan de doblegar / mis energías cada invierno»), incluso con lectura social («Tengo que brindar dentro de mí / las ganas de compartir, / para poder existir / en este oscuro redil / del qué tan orgullosos os sentís») y lo contrapone a un último hálito de energía para seguir adelante («Toda mi vida ha sido una mentira / y aquí ya no hay quien sienta / Aún así continuaré, continuaré»). Como sea, es evidente que se ha convertido en un auténtico himno de Mucho, posiblemente para sorpresa del propio Martí Perarnau IV.

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