El notable ‘Hola‘ de Single ha sido nuestro «Disco de la Semana». Un disco que conecta en buena medida con el pasado musical de Teresa Iturrioz e Ibon Errazkin, puesto que su elegante melancolía acústica entronca en cierto modo con el repertorio de los adorados Le Mans. Pero, como hemos comentado ya, este quinto trabajo del dúo no se reduce a una mera recuperación de aquel sonido, sino que muestra, en realidad, su forma actual. Una forma que han ido tamizando los años y los discos –unos más bailables, otros más experimentales, otros ambas cosas a un tiempo– de los donostiarras.
Uno de los mejores y más inmediatos ejemplos de esto que contiene ‘Hola’ es la preciosa ‘El sueño’. Una canción que arranca con arpegios de guitarra adornados con unos sutiles toques de metalófono evocando, precisamente, a unos compañeros de sello coetáneos de Le Mans: los franceses Spring. Al trío autor de discos tan encantadores como ‘Tokio Drifter’, al menos hasta que en el estribillo irrumpen los coros de Ibon –aquí una de las grandes novedades de ‘Hola’, puesto que es la primera vez que canta en una grabación– dan réplica onírica, a modo de sirenas, a la voz de Teresa. Y es que su letra –inspirada por ‘Rapture‘, una rara pieza de folk psicodélico que Judy Henske y Jerry Yester publicaron en 1969– habla de un estado de sueño muy profundo, equiparándolo con un suave hundimiento hasta las profundidades del mar, como bien plasma el magistral Aramburu en la portada creada ad-hoc para el single digital.
Una ensoñación en la que, entre olas, delfines y monstruos marinos, lleva a Teresa a reencontrarse con «viejos amigos que perdí». Como Eva García Benito, figura de la primera ola del indie madrileño en grupos como Solex, Patrullero Mancuso o Los Caballos de Düsseldorf, fallecida hace dos años, a la que han dedicado este disco. Pero también, como nos confesaba Teresa días atrás, esa idea alude a otros amigos que también han quedado en el camino, como Josetxo Anitua de Cancer Moon. «Todavía le oigo llamarme en sueños», nos aseguraba la cantante y letrista, exponiendo cuánto de literal tiene la fantasía de ‘El sueño’.
Una fantasía que, a medida que avanza, se va volviendo instrumentalmente más intrincada, con guitarras que evocan a alguna de esas antiguas películas musicales que, cuentan, tanto les han inspirado en esta ocasión. Entrelazadas, además, con teclados algo abstractos que parecen aludir al genio nipón Isao Tomita, otro «amigo» que ha dejado este plano de existencia en tiempos recientes. Una preciosidad, en fin, que condensa esa particular belleza que pocos como Single son capaces de crear de lo mundano.