Dellafuente / Descanso en poder

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Dellafuente / Descanso en poder

Hace ya más de dos años que Dellafuente nos contaba la insatisfacción que sentía formando parte de una escena –la de la «música urbana», convenía en llamar, aunque hoy en día se está poniendo en cuestión por entenderse con un sesgo racista– de la que, decía, ya hacía tiempo que sentía hartazgo. «Me parece muy poco novedoso, muy poco sorprendente. Llevo un tiempo pensándolo. (…) Ahora todo el mundo se pone Autotune y pega 4 berridos. Se ha vuelto todo muy normal», decía ya entonces, dando una primera idea de querer diferenciarse de la masa, no encasillarse. Por eso a Pablo Enoc, como avanzaba en el documental ‘Dellafuente: Mil futuros‘, le llevaba un tiempo rondando la idea de «matar a Dellafuente», escenificar su propio sacrificio artístico y comercial para dar carpetazo a esa etapa y abrir paso a una nueva. De ahí el título de este nuevo trabajo, ‘Descanso en poder’ –parafraseando el giro que se le ha dado al tradicional «descanse en paz» para denunciar asesinatos con sesgo racista u homófobo; si hubiera elegido el momento a propósito, no le sale–.

No es tan sorprendente, por tanto, esta muerte anunciada en forma de disco. Pero sí lo es por el momento concreto, apenas unos meses después de que el propio Dellafuente ya diera un claro volantazo artístico autoeditando el primer e interesantísimo volumen del proyecto Taifa Yallah, en el que coqueteaba con el rock progresivo con matices andaluces. Al contrario que aquel trabajo, ‘Descanso en poder’ llega como parte de un acuerdo con Sony Music –dentro del cual se han enmarcado el lanzamiento de singles como ‘Me pelea‘, un par de temas con Morad y ‘Tenamoras‘, con Mala Rodríguez– que le ha dado libertad para lanzar por su cuenta cosas tan interesantes como el citado disco rockero o los temas UK-garage de ‘Salomon Sessions‘. Su primer largo para la multinacional –que llega cuatro años después de ‘Ansia viva‘– es una especie de autodisparo en el pie con el que desafía a sus seguidores y a la compañía. Presumiblemente, se lo tomarán mejor los primeros.

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No es que me invente yo la afrenta, sino que él mismo la revela voluntariamente en la ‘Intro’ con la que abre el álbum, que no es otra cosa que una conversación (no tenemos claro si con el director creativo Ismael Jiménez o con su productor e ingeniero de confianza, Antonio Narváez) en la que se plantea este disco como «un híbrido entre darle al mercado algo interesante a la vez que se coman lo que nosotros queremos decirle». «Hay un discurso antisistema en todo esto, también», responde su interlocutor. No sé si es tan político, pero sí valiente, llamativo y bien paradójico que un disco tan esperado sea una suerte de epitafio (aunque cabe esperar un renacimiento, quizá inminente, en forma de disco: «El milagro coming soon», canta en ‘Libertad y salud’).

A partir de ahí, lo que importa más es que Dellafuente entrega un material de gran calidad sonora –cuentan que se ha hecho un esfuerzo en esa lid, contando con la participación en las mezclas de Brian Hernández (colaborador de El Guincho en trabajos para Los Punsetes y Rosalía) y Vlado Meller (Michael Jackson, Frank Ocean, Shakira)– que, después de todo, le representa como el artista único que es, incluso enmarcándose dentro del sonido callejero contemporáneo. Sí es cierto, dándole razón a sus propias críticas, que la parte más ortodoxa y previsible del disco resulta la más prescindible: tengo la impresión de que, por bailables y divertidillos que resulten, los temas más reggaetoneros con el puertorriqueño Ñejo (‘Palante y patrás’) o sus paisanos Pepe : Vizio (‘Flores pa tu pelo’) tienen más de fillers con cierto tinte sarcástico que sustancia.

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Y eso es algo que evidencia el resto del disco, repleto de claroscuros y mucho más sustancioso en el plano lírico, girando en torno a su hastío por la escena y a su particular idea del éxito –artístico y personal: la felicidad con su pareja y su hijo emergen en varios momentos–, mucho más modesta que la ostentación habitual en el rap y otros géneros con los que se le ha venido asociando en los últimos años. Dice mucho de su sencillez la cohorte de colaboradores que ha escogido para estar a su lado en ‘Descanso en poder’: al margen de Ñejo y El Guincho –cabe recordar que, antes del magnético ‘Yalo yale‘ aquí incluido, el canario ya se encargó de la base de ‘Me pelea’–, El Chino sigue contando con artistas locales o de su máxima confianza, junto a los que ha fraguado algunos de sus mayores hitos. Es el caso de Maka, uno de sus maestros y mejores socios, que pone el punto flamenco en ‘Toco el cielo’, una atractiva co-producción de Choclock, Narváez y el propio Dellafuente que supone otra gema de su estilo más característico. Y también el de Rels B, que devuelve el favorazo de ‘Buenos genes’ haciendo una interpretación llena de pasión y potencia en ‘Pa que no te duermas’, otro de los puntos álgidos de ‘Descanso en poder’.

Esos momentos de luz arrojan sombras que caen proyectadas en cortes como ‘La recomellía‘ –que expone tanta satisfacción como dudas por lo logrado hasta ahora–, el interludio-martinete ‘Saturación’ –donde alude a cierta ansiedad para justificar su hipotética desaparición– o ‘Libertad y salud’ –en la que se reivindica como productor en solitario con una base audaz trip-hop, cuyo poderoso vídeo muestra una versión virtual de sí mismo que prende todo en llamas–. En línea con los coros épicos de esta, otro granadino, Alonso Díaz (Napoleón Solo, Soleá Morente), dirigió el Coro de la Orquesta Ciudad de Granada para el espectacular arreglo vocal que realza la magnífica ‘Nubes’. En esta sinuosa co-producción de David Marley –otro oriundo de la maravillosa ciudad a los pies de Sierra Nevada–, Dellafuente cierra ‘Descanso en poder’ despidiéndose de quien es/era entre citas a Ray Heredia y, con una solemnidad espeluznante, entreabriendo la puerta al futuro mientras nos observa desde su refugio, ese castillo en el aire de arquitectura andalusí que ocupa la portada de ‘Descanso en poder’. Ahora solo cabe disfrutarlo a la espera de que llegue el prometido milagro de su resurrección como icono de la «música folklórica atemporal», como él mismo se etiqueta.

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Calificación: 7,4/10
Lo mejor: ‘Nubes’, ‘Toco el cielo’, ‘Pa que no te durmas’, ‘Libertad y salud’, ‘Yalo yale’.
Te gustará si te gusta: Rosalía, Maka, Mala Rodríguez, Juancho Marqués.
Youtube: ‘Nubes’

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