Primavera Sound llega a Madrid con la perfección de War on Drugs

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Primavera Sound llega a Madrid con la perfección de War on Drugs

Este lunes han comenzado en Madrid los conciertos Primavera en la Ciudad, con el protagonismo de las salas. En la misma noche era posible ver en la capital, en distintos emplazamientos, a Tokischa, a Cloud Nothings o a Black Country New Road con el abono de Primavera Sound. También se puede comprar entrada aparte para estos eventos. Entre unos y otras, La Riviera lucía llena cuando a las 22.30 The War on Drugs saltaban al escenario.

Ya fijarse en lo que tenían preparado frente a una sala con capacidad para tan sólo 2.000 personas era un pequeño espectáculo en sí mismo. Hasta 10 micrófonos aguardaban a idéntico número de miembros sobre las tablas en varias alturas, lo que incluía a un saxofonista, varias guitarras y teclados. Porque hay mucho de homenaje al Boss en el sonido The War on Drugs, pero también muchos otros detalles. A los mandos, lógicamente Adam Granduciel, oculto tras su melena, comedido como músico, pero exultante cuando le tocaba hacer un solo de guitarra, y hasta gritón cuando tenía que presentar a la banda o dirigirse al público.

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The War on Drugs se toman las cosas con calma. Con el primer tema, ‘An Ocean In Between the Waves’, se tiran casi 10 minutos. En los primeros instantes de ‘I Don’t Wanna Wait’ apenas suenan un par de instrumentos mientras la mayoría de músicos aguarda pacientemente su momento. Es un grupo meticuloso, consciente de que las pequeñas cosas pueden transmitir muy grandes, y por eso las cumbres de producciones como ‘Strangest Thing’ o la casi bailable ‘Harmonia’s Dream’ son tan extáticas.

Adam tiene que volver a empezar ‘Comin’ Through’ porque se le olvida la letra, pero se lo toma con humor. La complicidad con el público es palpable, y el momento en que llegan a sonar seguidas ‘Under the Pressure’ y ‘I Don’t Live Here Anymore’ son crema. La primera -su gran clásico junto a ‘Red Eyes‘- ruge, se crece, te eleva, mientras casi la totalidad de los asistentes quiere inmortalizar ese momento con sus móviles. Después, es cierto que no todo el respetable se queda para escuchar la última canción del setlist. Es lunes, más de medianoche, y el show está programado hasta las 0.30 con lo que queda de semana y conciertos por delante, histórico para la ciudad. Por suerte, el set acaba algo antes dejando al público satisfecho, que no exhausto. The War on Drugs han tocado apenas una docena de canciones, pero con tanto mimo y tanta recreación que hemos estado allí casi 2 horas.

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Previamente, Cloud Nothings habían decantado la balanza de la noche hasta lo noventero. Dylan Baldi tiene algo de Kurt Cobain en el timbre, solo que las canciones suenan mucho más rápidas y furiosas, auténticos tiros del calibre de ‘I’m Not Part of Me’. Con el último tema se alargaron hasta la extenuación, ocupando casi que la mitad de todo el concierto. Improvisan, parece que se desvanecen y después vuelven a chillar. Dylan Baldi está realmente enfadado en sus últimos alaridos. El trío ha tocado medio aprisionado por los 200 instrumentos de The War on Drugs que ocupaban todo el escenario cubiertos por sábanas negras. Pero de ahí parecieron sacar incluso más rabia todavía.

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