Por qué ‘Arrebato’ sigue enganchando más que la heroína

-

- Publicidad -

Por qué ‘Arrebato’ sigue enganchando más que la heroína

‘Arrebato’ aterrizó en la Gran Vía de Madrid como un ovni cinematográfico. Fue en junio de 1980, en el desaparecido Cine Azul (aquel que en 2004 se trasformó en “sala gay” y hoy es un Fridays). Un año después lo hizo en Barcelona, en la sala pequeña del Arkadin (cerrado en 1999). No la vio casi nadie. Apenas estuvo unas semanas en cartel, en una época en que las películas duraban meses. Se presentó en algún festival, se pasó en sesiones nocturnas, en cine clubs… Y poco más.

A partir de ahí, silencio. Iván Zulueta, en esa época ya adicto a la heroína (el “chute” que se ve en pantalla es real), se recluyó en su casona familiar de San Sebastián, y Almodóvar, quien colaboró en la película doblando en falsete al personaje de Helena Fernán-Gómez (sin ella saberlo), cogió el testigo de lo que luego sería la exitosa Movida.

- Publicidad -

Pero el impacto de ‘Arrebato’ permaneció grabado en la memoria colectiva de la modernidad madrileña de los 80. Todos decían haberla visto, aunque en realidad fueran unos pocos. Las copias en Betamax y VHS, más gastadas que las vidas de los protagonistas de la cinta, circulaban de mano en mano como las papelinas de “caballo”. TVE la emitió una vez, pero con los rollos cambiados. Poco a poco se fue convirtiendo en la gran película maldita del cine español.

En 1999, por fin salió de las catacumbas. El programa Versión Española emitió un pase especial y poco tiempo después El País editaba un DVD con una copia (bastante cutre) de la película. Hubo que esperar hasta 2021, cuando se editó en BR en EEUU, en una versión remasterizada (‘Rapture’ es su título en inglés), para poder disfrutarla en condiciones (está disponible en Filmin y FlixOlé). En total, más de cuarenta años (el filme se rodó en 1979) de travesía underground con un inesperado desvío en el camino: el reciente álbum ‘Plena pausa’.

- Publicidad -

El primer disco en solitario de J de Los Planetas es una muestra del poder de seducción y fascinación que sigue ejerciendo ‘Arrebato’ y la obra de Zulueta en general. Su película es única, una rareza del cine español como lo pueden ser ‘Vida en sombras’ (1949) o ‘El extraño viaje’ (1964). A pesar de las referencias estilísticas del underground neoyorquino (el director visitó la Factory de Warhol), su mirada es tan particular, tan personal, tan inclasificable, como puede ser la de Lynch en ‘Cabeza borradora’ (1977).

La adicción a las drogas, el cine de vampiros, los álbumes de cromos, la crisis de pareja, la independencia creativa, la autodestrucción, el síndrome de Peter Pan (Pedro P se llama el protagonista), el costumbrismo (del que luego tanto partido sacaría Almodóvar), la polisexualidad, el blandiblú… Todos estos temas y fetiches están tratados y mezclados en ‘Arrebato’ de forma deslavazada, con una producción y una escritura anoréxicas, pero también con una fuerza visual, una libertad expresiva y una potencia lírica inusitadas, “arrebatadoras”.

- Publicidad -

Su inquietante poética sigue intacta, puro terror psicológico y existencial, con esa cámara que cobra vida y los fotogramas teñidos de rojo sangre. Pero ahora también se ha añadido su valor documental. Hay escenas de la Gran Vía llena de salas de cine o de la plaza de los cubos filmada como una película de Antonioni que resultan enormemente sugestivas, capaces de evocar una parte de ese espíritu del Madrid de la Transición. Y es que, como explica Jordi Costa, ‘Arrebato’ supuso el fin de la dionisiaca y subversiva Contracultura y el comienzo de la promocionada y subvencionada Movida. Una película muchos años maldita que hoy se reverencia como Pedro P admirando en “plena pausa” un álbum de cromos de la infancia.

Lo más visto

No te pierdas