Travis Scott convierte el Wizink en una utopía de fuego, sudor y pogos

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Travis Scott convierte el Wizink en una utopía de fuego, sudor y pogos

Hace más de 2.000 años, el Circus Maximus era el mayor estadio del Imperio romano, con capacidad para más de 150.000 personas. En 2024, es un concierto de Travis Scott. La superestrella del trap ha regresado a España por primera vez en 6 años con dos fechas exclusivas en el Wizink Center de Madrid, y todavía hay entradas para hoy.

Primitivo. Tribal. Rachetas y ragers only. Los conciertos del rapero de Texas tienen un ambiente único y una reputación ganada a pulso, pero no necesariamente positiva. Hace casi una semana, las 85.000 personas que asistieron a la fecha de Scott en Milán saltaron tanto que las autoridades italianas recibieron numerosas llamadas preguntando si estaba produciéndose un terremoto. En agosto de 2023, en la ubicación del Circo Máximo original, los pogos fueron tan potentes que se registró un temblor de magnitud 1.3 en la escala de Richter.

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Por otro lado, el lema de «No es un moshpit si no hay heridas» que Travis canta en ‘STARGAZING’ cobró un lado macabro en noviembre de 2021, después de que una estampida colectiva durante su concierto en el festival de Astroworld, su propio evento, dejase diez fallecidos y más de 300 afectados.

Con este background, sigue habiendo personas que prefieren el caos de la pista a la tranquilidad de la grada, pero hay un porqué. Los conciertos de Travis Scott no van tanto sobre la música, sino sobre la experiencia, y para algunos la de anoche seguramente fuese una de las más intensas de su vida. Estos son los gladiadores del siglo XXI. ¿El anfiteatro? Un Wizink Center acomodado con una pantalla absurdamente grande donde normalmente estaría el escenario, que ha sido trasladado al centro de la pista en forma de plataforma alargada imitando las ruinas de ese paraíso perdido que Scott sigue buscando.

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La estructura remite directamente a su intentona de actuar en las pirámides de Guiza, con unos grabados de extraños personajes al estilo del multidisciplinar George Condo. Este también se encargó del apartado artístico de ‘My Beautiful Dark Twisted Fantasy’, y los parecidos son ciertamente razonables. «Pero si parece una peli, por favor, qué locura», exclamaba atónito un asistente al presenciar lo que habían montado.

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Media hora antes del circo, se nota el hype en el aire. Lo único que se ve en la pista son las cabezas de los valientes y el movimiento de los abanicos a toda máquina. Dos horas después, todos estos jóvenes inundarían los puestos cercanos al Wizink, sedientos de agua. «¿Coca-Cola? ¿Nestea?», preguntaba un vendedor. «No, no, solo agua», insistía un chico que parecía salido de la guerra. La aparición de Chase B, hypeman y DJ, advertía del inminente comienzo del show. Este no es nada menos que espectacular.

«Saludos desde Utopia. Antes de que empiece el espectáculo, abrid esa mierda», dice una voz femenina animando a los asistentes a partirse la cara, amistosamente, desde el primer minuto. A la vez, unas infernales letras rojas en las que se lee ‘CIRCUS MAXIMUS’ aparecen en la pantalla. Inmediatamente, vemos a Travis, en su atuendo de quarterback salido de Mad Max, dirigirse al escenario con toda la calma hasta que sale volando al escenario mientras suena la caótica percusión de ‘HYAENA’.

Es un momento muy intenso en el que solo importan las llamas, que inundan tanto la base como el techo del recinto, y los botes del público. ‘THANK GOD’ y ‘MODERN JAM’, que llenó la sala de vivos colores, se suceden de seguido, con la voz de Travis siendo una amalgama perfecta de reverb y autotune.

En el primer momento de calma, Travis es sorprendentemente gracioso: «Qué tal bebé», suelta antes de mandar amor a la ciudad de Madrid. «Este es el hogar del toro, el hogar de los matadores, el hogar de los ragers». Scott habla de manera acelerada, como ansioso, pero en un tono normal, por lo que no se le entiende del todo bien. «Se suponía que íbamos a ir a un estadio, pero no llegamos a tiempo». Los vecinos del Bernabéu han tenido suerte.

El resto de parones se dieron a favor de conectar más con el público. Una de las estrategias de Travis para conseguir esto consiste en alumbrar con el foco a diferentes secciones de las gradas para ver de cerca a los asistentes en la pantalla. Cuando veía a alguien sentado, no seguía el show hasta que la persona se levantase, llegando hasta abuchearlos delante de todo el Wizink. «Que alguien les diga que se levanten de una puta vez», refiriéndose a una pareja sentada en las gradas más altas del recinto. Puede ser brusco, pero es divertido. Claro, cuando mandaba levantar las manos o cantar una parte, no quedaba otra que obedecer por miedo a ser humillado. Por otro lado, también sacó a cuatro personas a bailar con él en el escenario ‘sdp interlude’ y ‘Type Shit’.

El concierto es un repaso a toda su carrera, incluyendo canciones tan tempranas como ‘Upper Echelon’ o ‘Mamacita’, pero con el foco puesto en ‘UTOPIA’. Algunas como ‘Praise God’, que empezó con un bang que sacudió todo el recinto, o ‘Antidote’, que dejó literalmente 10 segundos, son acortadas a servicio del show. Tampoco faltan clásicos como ‘90210’, fácilmente su mejor canción, o ‘BUTTERFLY EFFECT’, uno de los momentos en los que la pirotecnia fue protagonista. A propósito de esto, el fuego es lo mínimo que hay en cada set. De ahí, hasta el momento de locura absoluta desatado con ‘FE!N’. Cualquiera que tenga un problema de fotosensibilidad o epilepsia, mucho cuidado. Yo nunca he sufrido nada de este tipo, pero las luces son extremadamente potentes.

Este es uno de los momentos de mayor intensidad del concierto, con Travis pinchando el tema cinco veces seguidas, a cada cuál más arrolladora. Las canciones de más hype son las que más se benefician de la interminable energía del estadounidense. Sin embargo, los momentos más reflexivos, como el de ‘MY EYES’, también conseguirán satisfacer a los fans que disfrutan íntegramente de la música.

Las casi dos horas de concierto se pasan como si nada. Después de la fiesta colectiva con ‘goosebumps’, el set llega a su fin con ‘TELEKINESIS’. Llegados a este punto, y en grada, es normal estar sudando a tope. No me quiero imaginar estando en pista. Vemos a Travis cantar el tema con SZA y Future mientras la cámara le sigue hasta su camerino, pasando por todas las salas internas del Wizink. Es una gran forma de irse disimuladamente. Travis Scott sigue buscando Utopia. De momento, sin éxito, pero le está quedando un viaje apasionante.

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