“Han sido tantos años…” reflexiona Beyoncé recogiendo el premio a Álbum del año por ‘Cowboy Carter’ en la 67ª edición de los Grammy acontecida esta noche en Los Ángeles. Por un momento parece que Knowles quiere convencer a la audiencia de que también ‘I Am… Sasha Fierce’ (2009) mereció tal reconocimiento, cuando es el peor disco de su carrera. Perdió, merecidamente, contra ‘The Suburbs’ de Arcade Fire.
Knowles no siempre ha competido en esta categoría, ni con sus dos primeros discos, ni con ‘4’ (2011). Después, se ha convertido en una creadora de álbumes excepcional, pero tampoco convenció a la Academia ni con ‘BEYONCÉ’ (2013), ni con ‘Lemonade’ (2016) ni con ‘Renaissance’ (2022). Su sino parecía que le llovieran Grammys, sí, pero los de las categorías menores.
El Grammy para ‘Cowboy Carter’ es justo, pero sabe agridulce. Por un lado, es merecido, pues vuelve a ser una obra excelente, ambiciosa, enciclopédica, que seguir descubriendo con el paso de los años. No tantos artistas publican álbumes tan sumamente conceptuales, pensados y elaborados. Hay que celebrar a Beyoncé por ello. Por otro lado, llega un año después de que Jay-Z se humillara -y humillara a su mujer, de paso- en la gala del año pasado, al reclamar, exigir, un premio para Beyoncé que nadie le debe, ni le pertenece solo por llamarse Beyoncé.
Beyoncé debió ganar con su disco homónimo de 2013 porque fue visionario, revolucionario y cambió las reglas del juego. Ahí, los Grammy -que, en otros momentos de la historia, sí han estado muy acertados- no supieron leer el momento cultural en que se encontraba la industria del pop y premiaron un disco de Beck del que ya nadie habla, si es que alguna vez se habló de ‘Morning Phase‘. Pero Beyoncé también merecía este galardón -el mayor de la industria- por ‘Cowboy Carter’ y ya era hora de verla recogerlo. Tampoco merecía que los bomberos de Los Ángeles la cagaran anunciando el título del álbum, pero eso es otro tema.
‘Cowboy Carter’ no es un disco menor de Beyoncé, ni es su peor trabajo. ‘Cowboy Carter’ ha vendido 1 millón de copias en Estados Unidos; está certificado con un Disco de Platino, por tanto, y ha producido un primer single que ha sido un sólido hit global, ‘Texas Hold ‘Em’, el primero en muchos años que logra Beyoncé totalmente en solitario. Es cierto que ‘Cowboy Carter’ no es el disco más vendido de Beyoncé, pero tampoco ha sido un fracaso estrepitoso de ventas: ahí sigue rascando copias en Estados Unidos, apareciendo en la parte baja de la tabla de Billboard, pero apareciendo. Después de su victoria, volverá a los puestos altos.
Es cierto que la propia Knowles ha contribuido a la idea generalizada de que ‘Cowboy Carter’ es un trabajo menor en su discografía. Ni ella, su autora, ha mimado el álbum en absoluto en los meses posteriores a su lanzamiento. Al contrario, parece haberse olvidado de su existencia. Solo se ha acordado de él cuando ha tocado actuar en la Super Bowl de Navidad. Un disco publicado en marzo. Ahí, Beyoncé hacía justicia a la que es, sin duda, otra de sus obras maestras. En 2025 emprenderá una pequeña gira con que promocionará ‘Cowboy Carter’ en Estados Unidos y en dos ciudades europeas, Londres y París. No vale la pena tocar en más sitios un disco prácticamente olvidado por el público generalista. La victoria de ‘Cowboy Carter’, por eso, parece honorífico; premia, también, la trayectoria de Beyoncé.
Podía parecer que los Grammy iban a premiar, más bien, a Billie Eilish, que inexplicablemente se ha llevado 0 gramófonos. Los Grammy han solido premiar obras que son autorales (Alison Krauss, Bob Dylan) o lo parecen (Adele, Harry Styles). Pero, este año, Knowles no tenía prácticamente competencia. ‘brat’ de Charli xcx, un disco que habla de meterse rayas en el baño de la discoteca, no se iba a agenciar el Grammy a Álbum del año. Tampoco Taylor Swift en un momento de saturación y de inspiración adormilada. El resto –Sabrina Carpenter, por ejemplo- no eran una amenaza para Beyoncé. Además, ‘Cowboy Carter’ era el álbum más nominado de la noche, con 11 candidaturas. El Grammy a Álbum del año era suyo, y suyo es, finalmente.
Sobre los méritos artísticos de ‘Cowboy Carter’ ya se ha hablado suficiente, pero cabe recalcar que ‘Cowboy Carter’ hace una labor excelente difuminando géneros y, sobre todo, ensanchando el sentido de la palabra “country”. Su victoria en la categoría de Mejor álbum de country también es muy simbólica. ‘Cowboy Carter’ es un trabajo que recuerda estrellas negra del country que merecieron mayor reconocimiento (Linda Martell) y también uno que pone en el mapa nuevos talentos como el de Shaboozey. Como obra pop, aúna pasado, presente y futuro mejor que ningún otro nominado.
El country vive un momento de “renaissance” en Estados Unidos, y Beyoncé encarna este momento mejor que ninguna artista actual. La victoria de Beyoncé es el fracaso de Morgan Wallen, Luke Combs y de todos estos artistas de country que promueven una idea nostálgica y fabricada del pasado. También es el fracaso de esa Carrie Underwood que no ha dudado en actuar en la segunda investidura de Donald Trump. Es la victoria, también, de Kacey Musgraves, otra visionaria del country y antigua ganadora del Grammy a Álbum del año, con un álbum igual de merecedor.
La victoria de Beyoncé demuestra que el country puede ser otra cosa (o muchas, en plural), que puede interesar a otro público, que no tiene que ser un género musical identitario, conservador y acotado a una audiencia determinada. La victoria de Beyoncé demuestra que el country no es una música de blancos, porque nunca lo ha sido. La victoria de Beyoncé demuestra que hablar de géneros en estos términos ya es cosa del pasado.