A Lady Gaga le pueden haber tocado los fans más inconformes de la historia. Nada de lo que hace parece nunca suficiente: que si ‘The Fame‘ (2008) era muy poco moderno, que si ‘Born this Way‘ (2011) sonaba a chatarra, que si ‘ARTPOP‘ (2013) era una ida de olla infumable, que si ‘Joanne‘ (2016) era todo postureo, que si ‘Chromatica‘ (2020) era genérico. Cuando hace jazz es aburrida, y cuando hace cine no hay quien se la crea.
Está claro que hay Gagas para todos los públicos, pero las críticas a su obra siempre han apestado un poco a condescendencia. Es como si la gente creyera que sabe lo que le conviene hacer a Gaga más que ella misma. Y digo yo que, si sus discos eran todas esas cosas, para bien y para mal, Gaga era la primera enterada.
‘Mayhem’, el sexto álbum de Lady Gaga, es a la vez una respuesta a todos ellos y una reafirmación. El viral de ‘Bloody Mary‘ parece el punto de partida del proyecto, el momento en que Gaga decide qué tipo de disco sus fans quieren de ella en este momento de su carrera. Pero ‘Mayhem’ también es una confirmación de que Gaga va a seguir haciendo las cosas a su manera y sorprendiendo.
Gaga está en el momento de tomar inspiración ede su propio legado. Las influencias de ‘Mayhem’ pueden llevar a los oyentes al glam de ‘The Fame’, a los sonidos industriales y rockeros de ‘Born this Way’ y a los diferentes coqueteos de Gaga con la música disco a lo largo de su carrera, pero Stefani Germanotta da a estas influencias ahora un trato muy rico a nivel de producción y, con la colaboración de Cirkut, Andrew Watt y Gesaffelstein, potencia sus composiciones con producciones que son absolutamente centrales en la propuesta del disco e interesantes.
Es especialmente llamativo el gusto de Gaga por los falsos finales y por el desarrollo de secciones instrumentales o codas como las de ‘Garden of Eden’ o ‘Killah’, que parece que va acabar pero no, al menos dos veces. ‘Killah’ puede ser la producción más ambiciosa del proyecto. Un «feauturing» con Gesaffelstein, que ya había colaborado con The Weeknd, ‘Killah’ parte del funk sucio de Prince circa 1987 para después explotar como una granada de Suicide. Su grito final ha vuelto a dejar un momento icónico de esta era, tras su presentación en la tele americana.
Más convencionales a nivel de composición, otras pistas como el electro-grunge a lo Garbage de ‘Perfect Celebrity’ o la decadente y disco ‘Vanish into You’ tampoco olvidan armarse de matices. En la primera, Gaga expone una rabiosa reflexión sobre la fama usando rimas tan propias de ella como «I look so hungry, but I look so good / Tap on my vein, suck on my diamond blood». En la segunda, Gaga entrega una lujosa pieza disco para los ‘Bad Kids’ y para las pasarelas queer en las que ya debió sonar ‘Fashion!’, a la que recuerda.
Algunos dicen que ‘Mayhem’ supone el retorno de Gaga al pop, como si ‘Chromatica’ no hubiera existido ni fuera un álbum excelente. ‘Mayhem’ en realidad ahonda en una estética muy arraigada en el punk, el glam y la música disco de los 70 -de manera muy fiel al underground neoyorquino, pues ella es nacida en la ciudad- pero también en la electrónica industrial alemana. ‘Don’t Call Tonight’, uno de los fillers del álbum, es disco pero incorpora guitarras, y el ritmo de la simpática ‘Zombieboy’ -un homenaje al fallecido modelo Rick Genest– es de disco clásico: no ha llegado a los ochenta.
En todos sus coqueteos con el underground, en toda su exploración de una estética sucia y desbocada, ‘Mayhem’ transmite irónicamente un control muy pensado. Por eso, al disco se le olvida ser un poco eso mismo, mayhem, caos, barullo, porque Gaga es compositora de escuela clásica y a la autora de ‘Judas’ le gusta estructurar una canción de la manera más clásica posible. ‘Mayhem’ para Gaga es su propio «caos personal», pero ‘Mayhem’ es un disco de Lady Gaga al fin y al cabo. En ese sentido, los singles de ‘Mayhem’ destacan demasiado y el álbum termina arriesgando menos de lo que prometía.
Los singles sobresalen a veces para bien: ‘Disease‘ era un single apabullante que mostraba a Gaga en excelente forma. Aunque al principio no pudiéramos verlo, resulta que es un gran inicio de disco, Gaga en su cara más cazallera y feroz. ‘Abracadabra‘ es la concesión dance-pop de ‘Mayhem’ que no termina de formar parte del universo sonoro del álbum, pero que, por tono, encaja más o menos, pues también es una pieza bailable, oscura y muy Gaga. ‘Abracadabra’ ha salvado por arte de magia la era, y ya es un clásico de Gaga a la altura de ‘Bad Romance’.
Sin embargo, la inclusión de ‘Die with a Smile‘ en la secuencia de ‘Mayhem’ solo responde a motivos comerciales y, por mucho que Gaga intente vendernos la moto de que la canción era el único cierre del álbum posible para que este «acabara con amor», lo cierto es que Bruno Mars no pinta nada por aquí y la canción tampoco. Además, no es muy «Mayhem» que el disco termine con hasta TRES baladas, pero lo peor de ‘The Beast’ y ‘Blade of Grass’ es que son composiciones débiles y recargadas. ¿No había suficientes de esas ya en ‘Harlequin‘ (2024)?
Gaga sí da unidad al conjunto -siempre lo hace hilando las canciones de ‘Mayhem’ a nivel de concepto y letras a través de continuas referencias macabras a enfermedades, adicciones o muerte (o al asesinato en ‘Killah’). En ‘Disease’, el amor es un «antídoto» a su enfermedad, como lo es también en el himno arena rock de ‘LoveDrug’. En la rematadamente cool ‘Garden of Eden’, que suena como Marilyn Manson vestido con taconazos (la referencia a Nine Inch Nails en la letra es obvia), rulan las pastillas y la adrenalina en un homenaje fabuloso al exceso de la noche y al hedonismo.
Pero, en este festival de estribillos, puentes, codas y melodías dramáticas de ‘Mayhem’ no todas las canciones ni referencias funcionan. Aunque Germanotta siempre ha sido muy buena escritora de deep cuts, canciones que no eran singles pero que eran muy reivindicables, en ‘Mayhem’ pistas como ‘Shadow of a Man’ o ‘Don’t Call Tonight’ estiran el chicle de la música disco demasiado. ‘Shadow of a Man’ partía de un mensaje interesante (Gaga reflexiona sobre el machismo en la industria), pero nunca lleva su influencia de Michael Jackson al siguiente nivel. Por otro lado, el parecido de ‘How Bad Do U Want Me’ con el estilo de Taylor Swift es exagerado y distrae del supuesto sample de ‘Only You’ de Yazoo que incorpora la base.
A pesar de sus influencias neoyorquinas, británicas o alemanas, y de la robusta y detallada producción del álbum, ‘Mayhem’ mantiene en general las formas y rara vez cae en la locura total. En el repertorio se echa de menos que Gaga profundice hasta las últimas consecuencias en el potencial de su colaboración con Gesaffelstein, o que lleve más lejos todavía las influencias de Prince, Blondie o Nine Inch Nails, y sobran melodías obvias y redundantes en su segunda mitad, además de las baladas. ‘Mayhem’ es, por tanto, otro trabajo de Gaga muy logrado pero imperfecto.
Así que volvemos al principio: ‘Mayhem’ será otra obra que deje a los fans de Gaga insatisfechos. Llegados a este punto, ¿cuál es entonces su mejor disco? ¿Su obra maestra? ¿’The Fame Monster‘ (2009) no era demasiado corto? ¿’ARTPOP’ demasiado complicado? Si el estilo de Gaga se define por su tendencia al exceso y al dramatismo sin límites, su mejor obra ha de ser ‘Born this Way’, seguida muy de cerca de ‘Chromatica’. ‘Mayhem’ no anda lejos de ellos.